Ponzoña

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Iriender una vez más se sintió enfermo, la urticaria, la piel roja e inflamada hablaban de una intoxicación por algún tipo de planta.
Antes de morir Ferguein se había asegurado de que Iriender enfermase, esta vez su vida no estaba en peligro, pero como las otras veces, sin embargo el envenenamiento le hizo pasar un mal momento.
-¿Por qué no mueres?, Gibrain olía la espada de Ferguein que Angus le había llevado, Iriender se lavaba la herida, mientras Gibrain paseaba la mirada por el desnudo cuerpo que se detenía en la espalda surcada por cicatrices, moretones recientes y ahora el corte en las piernas por donde entró el veneno, pero sus curiosos ojos también vagaron por los hombros redondeados, por la espalda estrecha, por las nalgas voluptuosas y respingonas, un par de firmes muslos duros y delineados pero musculosas sostenían ese espléndido cuerpo.
Iriender completamente ajeno a aquella mirada apreciativa empezó a explicar, -te he dicho que Gideon Marts encerró a mi madre por ser un hada, Gibrain asintió, Iriender de reojo lo vio y siguió limpiándose, -Gideon no estaba seguro de si yo era un canal o no, pero mientras mi madre permaneciera con vida, no podría matarme y arriesgarse a provocar la ira de esta, Iriender siguió tallando su cuerpo para limpiarlo de tierra y mugre mientras Gibrain luchaba por seguir el hilo de la plática y no solamente seguir el movimiento de aquella castigadora mano, -entonces Gideon de forma brillante me encerró con mi madre, esta supo que el rey la mataría, así que como una forma de protegerme, trabajó un encantamiento en donde yo no podría morir envenenado, por desgracia no aplica para heridas como la de la lanza, sonriendo Iriender se empezó a vestir, -pero eso Gideon no lo sabía y casi logra matarme cuando lo vencí en una justa a los diez años. Fue un combate cuerpo a cuerpo. Mi espalda, Iriender miró sobre su hombro y señaló con la cabeza hacia sus heridas, -me castigó con diez latigazos, el látigo estaba envenenado, esa vez Víctor Calmes me curó, pero tuve fiebres al igual que Gideon.
Mi padre supuso que era por el hechizo que no morí, Gibrain acercó sus dedos a las múltiples líneas en aquella nívea piel, el pensar en un adulto golpeando a su propio hijo le enfermaba, e Iriender tenía el cuerpo de los varones de las hadas, delgado pequeño, pero podía ser muy temperamental y agresivo si se le provocaba, compensando de esa forma su falta de altura.
Los ojos de Iriender y Gibrain se encontraron, los mozos que atendían al príncipe pudieron leer la situación y de forma discreta salieron dejando a la pareja sola.
Gibrain sentía la respiración pesada, Iriender torpemente desvió la mirada, -daré órdenes para que se prepare el lugar donde será enterrado Ferguein.
Gibrain no se desanimó, solo torció la sonrisa y acercó más su musculoso cuerpo hasta Iriender, encerrándolo de esa forma, -me gustas Iriender, la boca de Gibrain empezó a besar de forma reverente el cuello delgado del príncipe quien temblaba y se mantenía en una posición rígida, las experimentadas manos de Gibrain acariciaron el delgado cuerpo ya vestido con las calzas y la camisola holgada, -tu herida debe orearse, o se infectará, con ese pretexto tan malo Gibrain despojó a Iriender de la camisola y las calzas, al ver el delicado y musculoso pecho, Girbrain sintió los labios picar ante el par de pezones claros que se mostraban delante de él.
La respiración de Iriender era errática, las fuerzas de sus piernas se extinguían y creyó que caería al suelo cuando Gibrain le dio una lamida a la tetilla que ya estaba dura como semillita.
-Agarrate de mis hombros Irin, Iriender sonrió como bobo al escuchar el apodo que Gibrain utilizó.
La fresca lengua recorrió de una tetilla a otra, y de forma instintiva Iriender se sostuvo del cabello de Gibrain que ya bajaba la boca por el abdomen, raspando con su barba la blanca y tierna piel, -eres hermoso Iriender, eres muy apuesto.
Iriender sonrió mientras echaba su cabeza atrás. Nunca se sintió hermoso, nunca se sintió tan salvaje y sexy como en ese momento.
Las manos de Gibrain bajaron poco a poco las ajustadas calzas, no sin antes aspirar y cepillar la dura erección que indiscreta se dibujaba en la tela, despacio dando tiempo a que Iriender procese todo lo que sucedía, bajó la prenda hasta dejarla en el suelo, Iriender torpemente levantó una pierna y luego otra para poder sacar las calzas.
Desnudo en toda su gloria y expuesto como el día en que nació Ireliender miró abajo y vio a Gibrain, él observando con gula la púrpura cabeza que dejaba salir un espeso hilillo transparente.
Gibrain no dejó que aquel hilillo cayera al suelo, en cambio lo atrapó con su lengua.
Irinder suspiró y gimió ante aquella espléndida escena.
Muchas veces vio a Fergeuin dándole el mismo tipo de atenciones al rey, vio a soldados y a cortesanos en las orgías, pero nunca experimentó algo como eso, y ahora estaba siendo comido por el hombre mas hermoso. Por un guerrero leal, un rey justo.
Gibrain notó el momento en que la mente de Irin se alejaba, "Su Irin", se sentía posesivo, decidió traer de regreso aquella mente engullendo toda la polla. No falló, Iriender suspiró y gimió de una forma deliciosa al sentir la humedad y exigencia de aquella experta cavidad.
Sin mucha ceremonia se corrió llenando a Gibrain de su sabor. Nada preparó a Iriender para ver el erótico momento en que Gibrain se tomaba su leche y limpiaba con necesidad su verga suavizada, hasta dejarla reluciente.
-Yo... Iriender quiso disculparse, Gibrain se limpió los labios como un lobo cuando acaba de devorar a su presa.

-No te disculpes, eres joven y te haré llegar muchas veces, Iriender sintió que su polla se volvía a inflar al escuchar semejante promesa.
Entonces como si quisiera aprovechar al soldado que firme se levantaba, Gibrain volvió a lamer la vara, gimiendo, aspirando.
Gibrain amaba ver la reacción perdida de Iriender por la mamada y por todas las nuevas sensaciones que se juntaban.
Los ruidos que hacía el joven príncipe rayaban en lo erótico, en lo doloroso, en lo perfecto.

Cuando las hadas digan mi nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora