Capitulo 11

170 16 7
                                    

unos años después...

Las calles de arena de Sunagkure rara vez estaban tan animadas como en aquel día. Los comerciantes, con sus coloridos puestos, llenaban el aire con el bullicio de las negociaciones y las risas. Era un espectáculo vibrante, un claro signo de que la aldea estaba en plena expansión. Nuevos shinobis y civiles estaban aprendiendo juntos, y todo gracias a un pelirrojo que había decidido cambiar las cosas. Los Jounin observaban con admiración a la nueva generación de ninjas, quienes, con su energía desbordante, estaban dejando su huella en los lujosos techos de los nuevos edificios.

- ¡Nueva misión, chicos! -anunció Kankuro, con una chispa de emoción en su voz-. Es de rango B. Probablemente se encontrarán con bandidos del desierto en su camino o rebeldes no tan peligrosos, pero también hay una buena posibilidad de que no. Un noble necesita una escolta desde aquí hasta la aldea de la Nube, en el País del Rayo.

Los ojos de los jóvenes brillaron con la promesa de la aventura. Kankuro observó sus expresiones, y aunque no hubo gestos de sorpresa, un suspiro escapó de sus labios, seguido de una pequeña sonrisa.

- ¡Tch! -exclamó, intentando contener su entusiasmo-. Será una buena oportunidad para ustedes. Esto demuestra la confianza que tenemos en ustedes, son excelentes ninjas.

- ¿Cuándo nos iremos? -preguntó una niña de ojos naranjas, su voz llena de anticipación.

- Sugiero que vayan a empacar. Aquí tienen la autorización de sus familias y una lista de suministros necesarios -dijo Kankuro, entregándoles los papeles con un aire de seriedad.

Mientras los niños se dispersaban, el pelinegro se teletransportó a su habitación, donde comenzó a empacar. Su madre había dejado ropa doblada en la cama, y él rápidamente metió su kunai especial y un mapa en su mochila. En ese momento, una rubia asomó la cabeza por la puerta.

- ¿Para qué tanto? -preguntó, sentándose a su lado.

- Nos mandan a una misión de una semana, pero la terminaremos hoy a la madrugada -respondió él, con un tono que mezclaba emoción y preocupación.

La rubia frunció el ceño, mirándolo con curiosidad.

- ¿Hoy a la madrugada? Eso suena un poco apresurado, ¿no crees-ttebayo? -dijo, cruzando los brazos.

- Tal vez, pero es una buena oportunidad para demostrar lo que hemos aprendido. Además, papa y kankuro confía en nosotros -respondió él, tratando de transmitirle su entusiasmo.

- Bueno, solo ten cuidado. No quiero que te pase nada hijo -dijo ella, su tono ahora más suave.

Él sonrió, sintiendo un cálido cosquilleo en el estómago.

- No te preocupes, siempre tengo un plan. Y si las cosas se complican, tengo a mis compañeros a mi lado.

La rubia asintió, aunque su expresión seguía siendo de preocupación.

- Está bien, pero prométeme que me mantendrás informada. Quiero saber que estás bien -insistió, mirándolo fijamente a los ojos.

- Lo prometo -dijo él, levantando la mano en un gesto de juramento-. Ahora, ¿ma, quieres ayudarme a empacar?

Ella sonrió, y juntos comenzaron a organizar los suministros. Mientras llenaban la mochila, compartieron risas y anécdotas sobre sus entrenamientos, creando un ambiente cálido que hacía que la misión pareciera aún más menos complicada a la realidad.

Finalmente, con la mochila lista y el corazón latiendo con fuerza, él se dio cuenta de que estaba listo para enfrentar cualquier desafío que se presentara.

愛 | GaaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora