Capítulo 12

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"Sometidos"

Queen:

La verdad, algo que siempre he buscado y solo el silencio me ha respondido dejando que me conformara con él. Las cosas ya no me llaman la atención como antes, no me fijo en los demás cuando camino, hablo un poco más que antes aunque todavía me cueste trabajo dar ciertas informaciones personales, sigue sin gustarme el sushi aunque amo los mariscos.

Desde hace dos años dejé de preguntar y comencé a actuar, pero, tuvo que llegar él con su cabello oscuro y sus ojos idénticos a los míos, sus costumbres tímidas y sus insolencias hacia mí supremacía. Al principio me resultó interesante por la forma en la que miraba todo, pensé que era igual que yo hasta que osó enfrentarme e intentar robar fuerzas en público, luego me brindó apoyo mientras caía de nuevo en un hueco que creí haber cerrado, las cosas entre nosotros no mejoraron pero si sentí ese cambio hasta que descubrí su identidad en el mismo club que yo trabajo.

Aquí estamos, con mi reputación y protección pendiendo de un hilo. Yo tratando de disimular que no soy la persona que cree y él creyendo que ganará la batalla contra la Dominant Queen, ¿te digo algo, Dominic?

Game Over.

Me giré para besar su boca con la misma pasión que la había besado las veces anteriores, lo que no previó este simple mortal es que lo estaba empujando lentamente hacia la X de Hades. Nuestras lenguas se tocaron mientras que levantaba sus manos sobre su cabeza, supuestamente para pegarlas a la pared pero su sorpresa fue verse atado contra las correas del infierno, trató de poner resistencia con sus pies pero lo miré fijamente a los ojos para que entendiera que estaba perdiendo.

—No hay escapatoria, bebé— susurré cerca de su boca mientras acomodaba sus piernas para atarlo completamente.

Toqué el timbre de la habitación para indicar que necesitaba algo y una camarera no tardó en aparecer con su característico traje de látex negro indicando que era una de las castigadas q mi servicio.

—Tráeme dos chicas— ordené sin tan siquiera mirarle y comencé a preparar el escenario que ambos iban a sufrir.

Las individuas no tardaron ni cinco minutos en llegar, Daniela y Carla. La  primera es la fantasía pedófila de los hombres, con pocos senos, baja de estatura y peso promedio, rizos dorados contrastando con unos ojos oscuros como la noche, escaso maquillaje y unas facciones angelicales capaces de elevar tu temperatura a la siguiente galaxia, en pocas palabras era una figura de porcelana muy sexy. La segunda era de porte caribeño, prominentes atributos, curvas marcadas junto a su piel morena natural, labios carnosos y un cabello castaño ondulado como las olas de Puerto Rico, representaba lo exótico de la selva vistiendo poca ropa de cuero, lo suficiente para cubrir las partes íntimas.

—En cuatro sobre el colchón— ordené y ninguna refutó, sumisas como siempre.

Teniendo sus perfectos traseros frente a mí solo pensé en azotarlos pero me controlé pensando en la diversión real de hoy. Paseé la fusta por la punta de sus nalgas para calentar sus pieles, pude ver como la morena se estremecía y ya sabía que tenía un crush conmigo pero no tenía conocimiento de que tanto deseaba esto, entre tanto la mirada lujuriosa del Señor A sobre mis movimientos me ponían mucho, pero el deseo vivo y latente de la persona que quiero devorar con salvajismo yacía en la X atado a nudos complicados del shibari que solo yo puedo desatar.

—Saben que esto no es lo que usualmente acostumbran a hacer pero les aseguro que la pasaremos bien— sonreí de lado pensando en los detalles que estoy omitiendo— Me tratarán de "si, ama" y "no, ama" ¿lo entienden?

—Si, ama— respondieron al unísono casi como automático.

—Así me gusta, ahora bien, recuerden las palabras de seguridad y las precauciones que se deben tomar con los nudos constrictores— les recordé ya que deben llevar tiempo sin sodomisar a alguien.

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