🦚Casa de las Fieras, East Stave, Ketterdam, Kerch🦚
Pov Kaz
—Me la llevare y cuando vuelva pagare todo lo que falta, hasta entonces esta es mi garantía—extendí un papel hacia Helleen
—¿Qué tienes tu que pueda ser suficiente? —abrió la carta que le entregue—¿El club cuervo?.Bueno, me retracto—extendió su mano para sellar el trato.
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Gire para irme cuando su foto que posaba en su escritorio me llamo la atención. —Tengo buen ojo no es así, quien imaginaria que nuestra Alexandría sería una estrella.
—¿Por qué conservas su foto?—pregunte al ubicar una pequeña foto en el costado de su escritorio.
—Créalo o no Sr Brekker ella me importaba.
—Si tanto te importaba ¿Por qué la vendiste en 5 kruges?
—¿Quiere escuchar la historia? —indico el asiento dude un momento no sabía si lo que decía iba ser verdad—¿Y bien? —
Tomé asiento
Pov Recuedo de Tante Hellen
Conocí a Alexandria una noche, todavía mi trabajo no tenía tanta fama como hoy, pero le iba mejor que otros, recuerdo que la vi bajando del viejo orfanatorio, la seguí hasta la cuidad, robaba todo lo que sus manos pudieran tocar, era ágil no tanto como Inej pero era especial. La seguí toda una semana, hasta que la atraparon los dientes de león, estaban por castigarla cuando intervine.
—La niña que tienes ahí es de mi pertenencia
—No veo su marca—levantó su muñeca
—Es nueva—se mira entre sí dudosos—Créeme ella recibirá su castigo—me aventó a la niña, tuve que darle una cachetada —Te dije que este es territorio prohibido, vamos a casa— se limitó a asentir ni siquiera se inmuto por el golpe que recibió seguimos camino hasta llegar la Casa de la Fieras todo el camino se mantuvo callada incluso cuando le serví el té por un momento creí que era muda hasta que hablo.
—Si no vas a decirme que hago aquí, será mejor que me valla—se levanto del asiento, la detuve agarrando su brazo.
—Siéntate—así lo hizo—Deberías de estar agradecida te salve de un castigo.
—Lo estaría, si no fuera porque me haz estado siguiendo por una semana, además no creo que lo hayas hecho solo por tu bondadoso corazón, ¿Qué quieres Peacock? —tenía agallas la niña.
—De una huérfana, nada—bajo la vista, sujete su cara con fuerza e hice que me viera —Escúchame bien niña Nunca te avergüences de lo que eres, de hacerlo te verás débil y le das el poder a otros de hacerte menos—se soltó de mi agarre.Asintió
—Gracias por salvarme, aun así ¿No sé porque me has traído a tu hogar? —dijo observando todo.
—Requiero de tu servicio—se paro abruptamente de la silla y negó varias veces—Tranquila no ese tipo de servicio,quiero que seas mis odios en todo Kerch
