Pov AlexandriaEl lugar estaba en silencio, como de costumbre durante los últimos días, siempre sin importar que me encontraba aquí.
Un lugar oscuro, vacío y con una tranquilidad aterradora, aveces me despertaba por los gritos de Alina seguramente ella también tenía pesadillas pero ninguna hablaba sobre eso, preferíamos fingir que no pasaba nada.
Este sueño no se sentía diferente a los otros, una pequeña luz se distinguía de la oscuridad, sabía lo que tenía que hacer estaba más que claro, seguir la luz.
Lo hice la seguí hasta que todo lo oscuro comenzó a volverse un cubierta de barco.... No....no de cualquier barco el esquife...los cuerpos destazados de los embajadores, trague saliva y retrocedí chocando con algo a mis espaldas. Gire entrándomelo
—¿Andrei?—pregunte dudosa desde el incidente en la Sombra no había soñado con él hasta hoy. Alce mi mano para tocar su cara, él estaba aquí, era real estaba aquí. Reí y me lance sombre de él abrazándolo.— Sanktos, estás aquí...estás aquí, tú estás aquí y..—caye al notar que no había recibido un abrazo de su parte, el permanecía inmóvil. Me separé de él con sumo cuidado y alce la vista encarándolo.
Lucía enfermo, muy enfermo, bolsas debajo de su ojos y en su cuello...las marcas de garras hacía presencia.
Sonrió en cuanto se dio cuento que admiraba las cicatrices bajo su cuello.
—¿Lindas no te parecen?.—negué con la cabeza y retrocedí unos pasos—¿No te gustan Alex?, es una pena, tu las provocaste. Tu provocaste todo esto.—señaló los resto del esquife.
—Yo no hice nada—murmuré
—Exactamente, tú no hiciste nada!—grito acorralándome contra el mástil.—¡No hicisteis nada!—cerro su mano contra mi cuello.—¡Fuiste una maldita cobarde!, ¡Nos abandonaste a todos!—con cada palabra que salí de su boca, ejercía más fuerza en su mano sobre mi cuello. Sabía que podría quitármelo, que podría golpear una de sus costillas o alzar mi rodilla y golpearlo en su entrepierna, pero simplemente no podía...no quería, no quería quitarlo porque sabía que cada cosa que decía era verdad.—¿¡No dirás nada estrella!?, Maldita cobarde. Tus los mataste a todos.—vio sobre su hombro y seguí su mirada, encontrándome a mi hermana, Alina a Mal, a los grisha, a las personas de Novokribirsk muertos todos y cada uno de ellos.
Grite con todas mis fuerza, grite tan fuerte que dolió, dolió tanto, era lo mínimo que merecía por abandonar a esas personas.
¡Alex!, ¡Alex! Despierta
Despierta estrella, no es tu momento.
Desperté sobresaltada, tosí como nunca antes en mi vida, llevé mis manos mi garganta y no paré de toser hasta que el aire de mis pulmones había vuelto.
Alce mi vista encontrándome con la mirada preocupada de mis amigos y hermana. Trague saliva y solté un suspiro. Todo está bien.
—¿Estas bien Alex?—pregunto Mal a mi lado. Asentí muy a mi pesar y le regale una sonrisa brillante.—¿Tuviste una pesadilla?—seguramente Alina le había hablado de su pesadillas, pero yo no quería que ninguno se preocupara, digo solo son pesadillas. Yo podía con ellas.
—No fue una pesadilla—asegure incorporándome. Lo cual fue una mala idea pues el estómago se me revolvió y salí corriendo hacia la barandilla. Había olvídalo al pequeño intruso que se alojaba en mi.—Mierda.—no podía esparrame más para llegar a Cofton y sacarlo de mi. No estaba lista y no quería ser mamá...aún no.
—Kirigan está muerto Alex. Se lo llevaron los volcra, nadie sobrevivió.
Y ahí está de nuevo "nadie sobrevivió". Sonreí para ellos y asentí. Mal señaló con su cabeza el puerto que empezaba a aparecer frente a nosotros.
Entraron al puerto a través de un huerto de mástiles erosionados y velas amarradas.
Había elegantes balandras y barquitos de juncos provenientes de las costas rocosas de Shu Han; también había buques de guerra armados y goletas para recreación, mercantes gordos y balleneros fjerdanos. Una abultada galera prisión, con destino a las colonias del sur, llevaba izada la bandera de punta roja que advertía de asesinos a bordo. Cuando pasamos flotando junto a ella, pude haber jurado que oi el tintineo de las cadenas.
El barco encontró su embarcadero y bajamos la pasarela. Los trabajadores portuarios y la tripulación se saludaron a gritos, desamarraron cuerdas y prepararon la carga.
Los cuatro escaneamos los muelles, buscando entre la multitud el destello carmesí de los Cardios, el azul de los Invocadores o el centelleo de la luz del sol sobre las armas ravkanas. Pero no encontramos nada.
Al menos era un mejor comienzo.
—Espero que nos den el acceso.—murmuro Alina tomando la mano de Mal.
—Mantengamos la calma, pasando el punto control seremos libres. Tenemos mucho que hacer.
—Entonces en marchar—habló mi hermana jalándome del abrazo.
Pov Alina
Dos semanas habíamos estado en Cofton, y me seguía perdiendo. La ciudad quedaba en el interior, al oeste de la costa de Novyi Zem, a kilómetros del puerto donde habíamos desembarcado. Pronto iríamos mucho más lejos y nos adentraríamos en la selva de la frontera zemení. Tal vez entonces empezaríamos a sentirnos a salvo.
Miré el mapita que había dibujado y retrocedí sobre mis pasos. Mal, Alex y Anastasia y yo nos reuníamos todos los días después del trabajo para caminar juntos de regreso a la casa de huéspedes, pero hoy Anastasia y yo nos habíamos desviado por completo al ir a comprar la cena. Los pasteles de ternera y col en mi bolso emanaban un olor muy peculiar.El tendero había afirmado que eran un manjar zemení, pero tenía mis dudas. No importaba mucho: últimamente todo me sabía a cenizas.
Habíamos llegado a Cofton para encontrar un trabajo que financiara nuestro viaje al oeste. Era el centro del comercio jurda, rodeado de campos de florcitas anaranjadas que las personas masticaban a montones. El estimulante era considerado un lujo en Ravka, pero algunos de los marineros a lo habían usado para mantenerse despiertos durante las prolongadas vigilancias.
A los hombres zemeníes les gustaba ponerse las flores secas entre el labio y la encía e incluso las mujeres las llevaban colgando de las muñecas en bolsas bordadas. Todas las tiendas que pasaba anunciaban diferentes tipos en sus vidrieras: Hoja Brillante, Sombra, Dhoka, Rudo. Alex consiguió un trabajo empacando Jurda seca. Odiaba su trabajo.
Cofton aún no me parecía muy real, tenía algo tosco e inacabado. La mayoría de las calles estaban sin pavimentar y siempre sentía que los edificios de techo plano y endebles paredes de madera podrían caerse en cualquier momento; aun así, todas las construcciones tenían ventanas de vidrio.
Las mujeres se vestían de terciopelo y encaje; los escaparates se desbordaban dulces, chucherías y todo tipo de adornos en lugar de rifles, cuchillos y ollas de lata. Aquí, hasta los mendigos usaban zapatos. Así lucía un país cuando no estaba en asedio.
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𝐒𝐡𝐚𝐝𝐨𝐰𝐒𝐭𝐚𝐫
Hayran Kurgu𝑳𝒂𝒔 𝒆𝒔𝒕𝒓𝒆𝒍𝒍𝒂𝒔 𝒏𝒐 𝒑𝒖𝒆𝒅𝒆𝒏 𝒃𝒓𝒊𝒍𝒍𝒂𝒓 𝒔𝒊𝒏 𝒐𝒔𝒄𝒖𝒓𝒊𝒅𝒂𝒅 Shadow & Bone . OC Female 🥇#brekker. 24/03/22 🥇#crows. 23/04/22 🥇#bone...