𝑻𝒓𝒂𝒊𝒕𝒐𝒓𝒔

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Pov Alina

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Pov Alina

Yacimos los tres en el piso de la pensión, esperando alguna señal de Alex.

—Deberíamos de ir a buscarla.—susurró su hermana, hoy todo estaba en un silencio aterrador.

—Esperaremos un poco más—murmuro Mal observando por la una rendija de la ventana.

—Mal —susurré, acercándome a él.

—Ella está bien, es un gran soldado ella.... Está bien lo siento.

Y así lo hicimos esperamos un poco más cuando el crujir de las escalera no alertó.

Había vuelto Alex estaba bien.

La puerta se abrió de golpe.

—¡No! —grité. Alcé los brazos y la luz explotó a través del pasillo en una cascada cegadora. Después, unas manos ásperas me sujetaron y colocaron mis brazos detrás de mi espalda. Me arrastraron al interior de la habitación mientras yo lanzaba patadas y golpes.

—Calma —dijo una voz fría desde algún lugar en la esquina—. Odiaría tener que destripar a tus amigos tan pronto.

El tiempo pareció ralentizarse. Un delgado rayo de sol, el borde brillante del cuchillo contra la garganta de Mal y Anastasia. La mueca del los hombre que lo sujetaba me resultaba familiar. Iván y....¿Andrei? Había otros, hombres y mujeres. Todos llevaban los abrigos ajustados y los bombachos de los mercaderes y trabajadores zemeni, pero reconocí algunas de sus caras de mi tiempo en el Segundo Ejército. Eran Grisha.

Tras ellos, oculto entre las sombras, apoltronado en una silla desvencijada como si se tratara de un trono, estaba el Oscuro. Por un momento, todo en la habitación se quedó en silencio e inmóvil. Podía oír la respiración de ellos, el susurro de los pies. Oí a un hombre que saludaba abajo, en la calle. No podía dejar de mirar las manos del Oscuro; con sus largos dedos blancos reposando con indiferencia sobre los brazos de la silla. Tuve la estúpida idea de que nunca lo había visto antes con ropa normal. Entonces la realidad me golpeó. ¿Así era como iba a terminar? ¿Sin una pelea? ¿Sin siquiera un disparo o un grito? Un gemido de pura rabia y frustración se me escapó del pecho.

—Tomen su pistola y busquen si tiene otras armas —dijo el Oscuro con suavidad. Sentí que me quitaban de la cadera el reconfortante peso de mi arma de fuego, y que me sacaban la daga de la vaina que llevaba en la muñeca—. Voy a decirles que te suelten —añadió cuando terminaron—; pero sé consciente de que si levantas las manos siquiera, Iván acabará con el rastreador. ¿Lo comprendes?

Asentí con rigidez.

Él alzó un dedo y los hombres que me sujetaban me soltaron. Tropecé y me quedé inmóvil en el centro de la habitación, con las manos apretadas en puños.

El Oscuro salió a la luz, y pude ver el débil rastro de las cicatrices sobre su cara. Habían sido sanadas por un Corporalnik, pero seguían siendo visibles. Así que los volcra habían dejado su marca. Bien, pensé con algo de satisfacción. Era un consuelo pequeño, pero al menos ya no era tan perfecto como antes.

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⏰ Última actualización: Apr 08, 2023 ⏰

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