Llega el frío

531 76 6
                                    


Estiró un poco sus piernas. Había podido dormir quince minutos, pero se había alertado cuando habían parado en un lugar y se habían subido un grupo de chicos algo ruidosos. Una vez en la estación bajó observando el panorama. Había muchas familias juntas recibiendo a los recién llegados. Observó a un hombre alto, con cabello largo, de espaldas cerca de la puerta de salida. Llevaba una chaqueta de pelo, típica a la que solía llevar él. «¡¿Fenrir?!». Corrió todo lo que pudo hacia allí, mirando de un lado a otro, pero ya no estaba.

¿Podría ser producto de su imaginación? Por supuesto, ¿qué iba a hacer él allí?

Caminaba sin ganas, casi arrastrando los pies. Tenía la cabeza llena de angustia, preocupaciones, dudas... Se sentía agotado, pero no quería rendirse. Había pasado una hora caminando para llegar al barco que debía tomar. No había marcha atrás. Había pagado el billete y una vez allí, ya no tendría dinero para volver a hacer el camino. Se encerró en su pequeño camarote, lanzó la mochila al suelo y se puso a dormir. No tenía hambre, no quería ser consciente del viaje. Deseaba llegar ya.


Narcisa se encontraba sentada en el despacho de la que se había convertido en directora, Minerva McGonagall. Levantó la vista esperanzada cuando escuchó unos pequeños golpes en la puerta antes de que se abriese.

—Harry, por favor, adelante. —pidió McGonagall.

Harry saludó a Narcisa, ya absuelta de todos los cargos, observó como los ojos de la mujer estaban completamente llorosos y rojos. Tomó asiento a su lado.

—¿Desea que le explique la situación? —preguntó la anciana al ver a la madre tan descompuesta, recibiendo un leve asentimiento—. Verás, Harry. La señora Malfoy está aquí porque Draco ha desaparecido.

—¿Desaparecido? Él estaba en el castillo cuando ocurrió todo. Yo lo vi, se lo dije a la señora Malfoy. —Frunció el ceño al no entender la situación.

—Sí, después de eso nadie supo dónde fue. Él no se dirigió con sus padres. Algunos alumnos dijeron que lo vieron alejarse, pensaron que iría en busca de su familia ya que no sabían que los señores Malfoy se encontraban en el Gran Comedor.

—¿Y los aurores? —preguntó Harry observando a Narcisa secándose las lágrimas que ya corrían por su rostro.

—Ellos lo han considerado un fugitivo por no haberse presentado a su juicio. —La directora no parecía estar de acuerdo con esta situación. No le caía bien el chico, pero era su alumno y no podía simplemente obviar su ausencia.

Harry cogió la mano de Narcisa que descansaba sobre una de sus piernas.

—¿Sabe si él estaba amenazado, señora Malfoy? ¿Sabe algo que nosotros no sepamos? —preguntó con cautela el moreno.

—Castigaron a mi hijo tantas veces por nuestra culpa. Se lo llevaron en algunas ocasiones, sin que supiésemos para qué. La última vez... Él llevaba unos días fuera, nosotros sólo queríamos encontrarle aquí. Greyback me dijo que estaría bien cuando se lo llevó. —La voz de la mujer sonaba rota. Parecía haber perdido toda la vida, como si hubiese recibido el beso de un dementor.

—Registraron el viaducto, nunca se encontró el cuerpo. —confirmó Minerva.

Harry intentaba procesar la información. Aquella vez que lo ayudó en la mansión también había llegado con Greyback. Él le había ido a buscar, por lo que había parecido entender, y realmente no parecía haberle costado mucho. «Ese hombre se molestó cuando Bellatrix empujó y gritó a Draco. Quizá no fue mi sensación».

—Es posible que Greyback se lo llevase o que le hubiese dado órdenes para cuando todo terminase, aunque él muriese. —Se quedó pensando en qué opciones tenían. Eran pocas. Tendría que hablar con sus amigos para recibir su ayuda—. Intentaré ayudarle, señora Malfoy, pero necesito a más gente para ello. ¿Puedo hablarlo con Ron y Hermione?

Narcisa no dudó en decirle que podía actuar de forma libre, que lo único que ella quería era saber que su hijo estaba bien. No creía que Draco se hubiese ido por gusto. Si se hubiese querido ir a otro lado por no estar en el colegio o ver a sus antiguos compañeros, se lo habría comunicado a ellos.


Harry terminó de contarles todo a sus amigos. Hermione parecía impresionada y Ron... Él estaba concentrado en la mesa, jugando con un trozo de papel.

—Yo también creí haber sentido que se había molestado, pero no estábamos en situación para fiarnos de nuestro parecer. —Harry asintió ante el comentario de la chica—. Aún así me parece extraño que Malfoy se haya ido sin decirles nada a sus padres. Por lo que Narcisa ha podido contarte, él lo hizo todo por ellos. ¿Qué sentido tendría irse ahora?

—Seguro que no se arrepiente de nada. Se habrá ido para llamar la atención y ya. —comentó molesto Ron. Por supuesto que la muerte de su hermano no se iba a olvidar tan fácil, ¿pero qué culpa real había tenido Draco en todo aquello?

—Ron, si no hubiese sido él, hubiese sido otro. Tenían a las familias de todos los hijos de mortífagos. —intentó hacer entrar en razón a su pareja.

Harry llamó a su amigo y éste alzó la mirada.

—¿Recuerdas cuando seguimos a Malfoy hasta el callejón Knockturn? —Ron asintió—. Él iba solo, pero no pudo aparecerse. Le pregunté a la señora Malfoy y no sabía dónde había ido.

—¿Crees que todo gira en torno al mismo sospechoso? —preguntó el pelirrojo.

—Y dices que Greyback se lo llevó antes de la batalla. —comentó Hermione pensativa ante todas las señales—. Es extraño. Remus estuvo ausente porque días antes hubo luna llena.

El trío dorado se miró en silencio, temiendo haber llegado a una conclusión que esperaban que fuese errónea.

—Será mejor no decirle nada a la señora Malfoy. No sabemos si todo esto es verdad. Quizá Greyback sólo quiere dinero, puede haberlo secuestrado, puede haberle amenazado para luego pedir un rescate. —comentó Hermione intentando ser optimista con la situación.

—¿Y cómo sabía que se iba a salvar? ¿De qué le servía dar órdenes a Malfoy para luego conseguir dinero si ambos podían morir en la batalla? —Harry expuso la duda, pero ninguno de sus amigos supo responder.

Ron rompió el silencio después de unos segundos.

—¿Cómo sabemos que Malfoy sigue vivo?

Hermione bajó la vista, tampoco era una opción que quisiera contemplar. Ya había demasiadas bajas en la escuela y mucho sufrimiento en muchos padres o alumnos que habían perdido a algún familiar. Ron pareció notar que su novia había entristecido.

—Tampoco quiero eso, no me malinterpretéis. Es sólo que... Tenemos que luchar por muchas cosas ahora. Debemos intentar volver a la normalidad aunque se haga cuesta arriba. —comentó apenado.

—Él nos ayudó a destruir un Horrocrux. Él nos lo dio sin preguntar nada más. La señora Malfoy me salvó la vida mintiendo a Voldemort. Nos salvó la vida a todos. Si su hijo ya no está, creo que le debemos una tumba sobre la que poder llorar. —Harry parecía decidido a buscar alguna pista.

Ron asintió a su amigo mientras abrazaba a Hermione.


Draco observó las cabañas. Por fin había llegado. Había caminado desde Helsinki hasta la localización del refugio. Su piel se erizó. Las barreras protectoras no estaban. Corrió a la cabaña grande, llamando a la puerta con desesperación.

—¡¿Hola?!

Intentó ver por los cristales. Todo parecía tal y como lo dejaron la última vez que estuvieron allí. Siguió de cabaña en cabaña, pero no había ninguna respuesta. Todas estaban cerradas.

—¡¿Fenrir?! —gritó dirigiéndose de nuevo a la única cabaña que había visto por dentro. La más grande, la que parecía del líder.

Se sentó en los escalones que daban al porche y abrazó sus piernas llorando en ellas. Allí no había nadie. Él no estaba. Sus protecciones habían desaparecido. Sollozaba sin control.

—No me dejes solo...

Sangre de loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora