Vida nueva

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Riina saludó con la mano a Draco, que acababa de salir de la cabaña. Se acercó a él apresurada.

—¡Me alegro mucho que hoy te sientas mejor! Aún así intenta no forzarte mucho. —Cogió las dos bandejas que portaba el chico y le invitó a que le acompañase a su cabaña, que compartía con su hermano—. ¿Estás listo para conocer al resto? Algunos han salido a hacer tareas. Son majos, ya lo verás. —comentó intentando tranquilizarlo.

La cabaña de los hermanos resultaba muy acogedora. Era más pequeña, sin embargo tenían todos los espacios aprovechados y tenía un estilo muy hospitalario. Se notaba que a la mujer le gustaba cocinar, pues la cocina era lo que más ocupaba y tenía más utensilios que la cabaña de Fenrir.

—¿Cómo conociste a Fenrir? —preguntó con curiosidad Draco. Riina le sonrió, se notaba que sentía un gran cariño por el rudo líder.

—Él nos ayudó cuando estábamos en peligro. Si no fuese por él, probablemente estaríamos muertos.

Draco se quedó en silencio escuchando a Riina contarle la historia, mientras le ayudaba a ordenar los utensilios ya limpios.

—Nuestro padre nos atacó cuando Kalevi tenía diecisiete años y yo tenía diez. Él no quería convertirnos, sólo... Bueno, vino con claras intenciones de matarnos a los tres, pero nuestra madre no se encontraba. Nuestra abuela se había puesto mala y ella se había tenido que marchar al hospital. —Contaba con tranquilidad—. Nuestros gritos alarmaron a los vecinos y los aurores nos ayudaron. Apresaron a ese hombre y nos trasladaron. Mamá estaba tan triste. Abuela murió y nosotros estábamos luchando por no irnos con ella. —Draco pasó la mano por su espalda, con un gesto que intentaba ser confortante. Riina le sonrió agradecida—. El tipo era un capullo, engañó a nuestra madre para acostarse con ella en varias ocasiones, ella fue muy tonta por permitirlo, pero así va el amor, ¿no?

El rubio no sabía qué responderle, no había tenido parejas.

—¿Qué ocurrió entonces? —Le animó a continuar. La chica parecía no tener problema en contar su historia.

—Mamá nos protegió durante un tiempo. Vivimos un tiempo en una aldea situada en una montaña. ¡Nos lo pasábamos muy bien jugando allí! Aunque no había muchos vecinos y los que había no nos soportaban por ser licántropos. —Riina saludó a alguien a través de la ventana—. Entonces mamá se puso muy enferma y acabó muriendo un día. No teníamos mucho dinero y ella misma nos había prohibido gastarlo en su funeral, así que empezamos a cavar nosotros mismos. No queríamos negarle el descanso eterno. —La chica le mostró una foto donde salía una improvisada tumba con flores—. Plantamos muchas semillas y se llenó de flores, a ella le encantaban. Fue cuando sobrevivimos solos, ya sin la protección de nuestra madre.

—Es un gesto precioso por vuestra parte. —Le dijo devolviéndole la emotiva fotografía.

—Pasaron unos años, estuvimos haciendo algunos trabajillos para poder vivir. Cualquier cosa que nos dieran. Hasta que un día encontré nuestra puerta abierta al volver de trabajar. Entré llamando a mi hermano, pero no me contestó. Él estaba inconsciente en su cuarto. No me preguntes cómo, pero simplemente supe que nuestro padre estaba allí. Al girarme me cogió del cuello, estrangulándome con sus propias manos. Pensé que iba a morir. —La chica se cogió de su brazo y le llevó hacia afuera—. Y entonces entró Fenrir y se llevó a nuestro padre. Cuidé a Kalevi sin dudarlo, no quería perder a mi hermano. Él siguió allí ayudándome, sin pedirme nada a cambio. Pensé que quizá iba a robarnos o a pedirnos dinero después, pero nunca fue así.

—¿Fenrir mató a vuestro padre?

—Sí. —Miró a Draco algo apenada—. Debo parecerte un monstruo hablando así de mi padre.

Sangre de loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora