Viaje al bosque

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Hacía dos días que caminaba solo por las calles, intentando no llamar mucho la atención. Ocultaba su rostro con una túnica, se quedaba en hostales de mala muerte de día y se dedicaba a avanzar cuando ya era de noche. Por suerte, antes de marcharse, había decidido coger algunas pertenencias que llevaba en la mochila que le entregó Fenrir aquel día y dinero que administraba bien para que le durase en su viaje.

Su primer destino fue Borgin y Burkes, donde usó la red flu para dirigirse a un pub mágico que se encontraba en Hamburgo, Alemania, donde había estado con sus padres de vacaciones en una ocasión. Sabía que sus padres le buscarían, por lo que tendría que ir con cuidado y no ir de forma directa cerca del bosque. En aquel pub algunas personas le ayudaron, sin conocer su situación. Le indicaron dónde había un banco mágico donde poder cambiar el dinero y poder comprar en el mundo muggle, tal y como era su deseo. Nunca mencionó dónde se dirigía.

Se acostó en otro motel mohoso, sin embargo eran sumamente baratos y era lo que podía permitirse en esos momentos. «¿Por qué estoy haciendo esto? Él... Es posible que nunca le encuentre allí.» Se giró en la cama, haciéndose un ovillo. Su cabeza daba mil vueltas. Sentía preocupar a sus padres, pero a la vez no podía volver allí. No sin contar una verdad que tanto daño causaría.

Se despertó incómodo por el blando colchón, ya eran las seis de la tarde, por lo que debía ponerse en marcha. Tenía claro su destino. Debía llegar a Travemünde a pie, allí tomaría un barco para llegar a Finlandia.

La calle estaba bastante desierta. El frío era evidente, causando que las bocas de la poca gente que aún estaba en la calle soltasen vaho. Se ajustó el abrigo y la bufanda y se puso a caminar. Llevaba doce horas andando. Había hecho un par de pausas para descansar y en una de ellas aprovechó para comer algo que había comprado en una estación para vehículos.

Todo aquel mundo le parecía extraño, pero agradecía estar por Alemania, ya que sabía que a ciertas horas el lugar parecía muerto. Hasta el dependiente se había extrañado de ver a alguien caminando por la noche, ya que por lo que había podido entender, sólo pasaban trabajadores en sus "camiones". ¿Qué era aquello? No lo sabía, pero había preferido no preguntar y parecer sospechoso. Ya eran las seis de la madrugada y había visto un albergue económico en Rethwisch, por lo que decidió que era hora de dormir.

Estaba agotado, sin embargo tirarse sobre el colchón hacía que pensase en tantas cosas. Deseaba llegar ya a aquel maravilloso bosque y verle allí.


Lucius y Narcisa imploraban a los aurores que buscasen a su hijo desaparecido, pero veían cómo no tenían interés alguno en el caso.

—Señores, probablemente su hijo vuelva. Se habrá ido con alguna novia o para obviar los juicios que le tocarán vivir. —comentó un auror.

—Usted no lo entiende, señor. —explicó Narcisa mientras secaba sus lágrimas—. Mi hijo fue castigado, él nunca quiso cumplir esas órdenes. Creemos que le pusieron la marca tenebrosa para condenarle, sabiendo que no sería capaz de cumplir su misión. Severus ayudó a Draco porque yo se lo pedí. Él no pudo hacerlo.

—Los mortífagos entraron en el colegio, Dumbledore murió aquel día. También avistaron a su hijo durante la batalla en Hogwarts. —sentenció una mujer.

—Lo único que podemos hacer es buscarle por fuga para no dar la cara a la justicia.

Lucius apretó los puños sabiendo que él no podía hacer nada. Su mujer estaba perdonada gracias a Potter, pero él aún tenía que hacer frente a su juicio. Había dado toda la información posible, se había convertido en un soplón para no volver a Azkaban.

Sangre de loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora