Asomaba la luz blanquecina que avecinaba el cambio. Sentía como su cuerpo se transformaba con dolor moderado, gracias a la poción, y aún así creía que iba a desmayarse. Los huesos cambiaban de sitio, de largura y de anchura. Notaba como los dientes se alargaban para convertirse en un gran depredador, las garras salían de sus patas ya peludas. Cada parte de su cuerpo era modificada por la licantropía.
Apoyó ambas manos sobre el suelo en un intento de ponerse en pie. Debía cumplir el plan establecido. Lo intentó en varias ocasiones haciendo caso omiso al dolor, hasta que por fin consiguió levantarse.
Caminaba lentamente, intentando hacer el menor ruido posible. Todos sus sentidos estaban alerta. Afortunadamente, su oído y su olfato eran mucho mejor ahora y había podido esquivar unos centauros al escucharlos cabalgar a mucha distancia, pero debía ir con sumo cuidado, sabía que el bosque era muy peligroso, y desconocía qué tipo de criaturas silenciosas y mortíferas podía encontrarse allí.
Llegó a un río. Miró el agua que reflejaba la gran esfera blanquecina y tuvo tentaciones de verse, pero no tuvo el coraje suficiente.
Más allá vio una zona llena de telarañas y un par de acromántulas, que le observaban con esos brillantes ojos negros. Sería mejor alejarse con extrema precaución. Observó un leve movimiento en un árbol cercano, sin embargo no necesitó pensarlo dos veces para salir corriendo sin preguntarse qué era. Si era una de esas enormes arañas, estaría perdido. Atacaban en manada y podían paralizarle.
Paró cuando se encontró un buen lugar donde poder protegerse y se dio cuenta de la distancia que había recorrido. Cruzó medio bosque en apenas unos minutos. La velocidad que podía alcanzar era impresionante. No detectaba ningún tipo de sonido u olor que no fuesen de las mismas plantas. No veía que ninguna fuese peligrosa. Tenía una zona para huir si era necesario. Descansaría allí hasta que el Sol volviese a darle su apariencia.
Eran altas horas de la madrugada, pero tenía una promesa que cumplir. Dumbledore había recibido la misma confianza que le había otorgado. Estaba muriendo y si Draco no podía terminar con su misión, él lo haría, pero al igual que Dumbledore guardaba sus secretos. Severus había decidido esconder el secreto del armario evanescente. Una cosa era estar a favor de Dumbledore por su querida Lily y otra muy distinta que estuviese de acuerdo con sus valores.
Observó el armario y las herramientas que allí se encontraban. Probó con un objeto, pero nada ocurrió. Draco aún tenía mucho que hacer. Intentó grabar todos los progresos que veía y se dirigió a su cuarto sin ser visto. Enviaría una carta a Narcisa.
«Draco no la mencionó cuando le pregunté quién sabía su estado. Tampoco debería saber que yo poseo esa información». Ella debía controlarse ahora. Cuando la guerra pasase se lo contaría, aunque Draco no quisiera.
Scabior miraba a la mujer de la celda.
—La pregunta es clara. Respóndeme.
—No sé lo que quieres, de verdad. No le conozco. Nunca le había visto. —contestó ella llorando.
Él ladeó la cabeza, extrañado. Le habían mandado a torturar a la chica para conseguir información de otros traidores a la sangre y había aprovechado para solucionar algunas de sus dudas.
—¿No conoces a Fenrir?
Ella negaba pidiendo que le dejase ir, que no sabía nada de él.
—Él fue a por vosotros. Os conocía. —Hizo una pausa antes de proseguir—. Había un par más de traidores en vuestro grupo y los mató sin más. No conseguimos la recompensa de ellos. Algo debes saber. ¿Qué teníais en común?
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Sangre de lobo
Hayran KurguEl heredero de los Malfoy jamás recibió la marca tenebrosa, su condena fue mayor. Aquella marca en su brazo izquierdo cambiaría su vida de forma radical. No había marcha atrás. En sus venas ya corría la licantropía. Fenrir Greyback x Draco Malfoy