La ilegalidad a manos de un auror

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Mordió sus labios al reconocerle. Allí estaba uno de los estudiantes de Hogwarts que más coraje había demostrado.

—Hola, Malfoy. —Notó la respiración agitada del rubio—. ¿Estás bien? ¿Ha pasado algo?

Negó con la cabeza, sin saber muy bien a qué pregunta estaba respondiendo. El castaño le indicó el camino de vuelta a su celda y él se dejaba guiar en silencio.

Draco no podía dejar de pensar en todas las veces que se metió con aquel chico. En cómo podría hacerle pagar cada una de sus humillaciones. Entró a la celda, notando como sus manos dejaban de estar presas, como siempre pasaba al salir a los pasillos. Escuchó la voz del otro, aunque por su nerviosismo no entendió lo que había pronunciado.

—Así estarás mejor. Hace frío aquí y no es bueno que te quedes con el pelo tan mojado. —Le sonrió. Entonces se dio cuenta que su cabello estaba totalmente seco—. Ánimo, Malfoy. Dentro de poco será tu juicio, seguro que puedes volver a salir. —dijo apretándole el hombro para retornarle un poco de sentido a su vida.

—Lo siento. Siento todo lo que hice. —susurró sin poder evitar llorar.

Neville le sonrió, susurrándole que no debía sentir nada, que debía ser fuerte.


Isadore observaba el aparcamiento muggle donde estaban. Las olas relajaban el ambiente. Había ido él solo junto a Harry, quería proteger a sus dos compañeros por si Fenrir reaccionaba de mala forma.

—¿Estás seguro que vendrá? —Agarró la nota que el chico le pasaba, donde estaba apuntada la fecha y la hora

Fenrir apareció junto a Kalevi, que se había negado en rotundo a dejarle solo ante esa situación. Harry frunció el ceño al verle y de igual forma, el líder de los hombres lobo observó con asombro a Isadore.

—Me alegra verte de nuevo, jefe. —dijo Isadore con una leve sonrisa.

—¡Tú estabas en San Mungo! —exclamó Harry acercándose a Kalevi. Sin embargo no llegó muy cerca del hombre, pues Fenrir avanzó cogiéndole de la camisa y levantándole un poco del suelo.

—¡¿Qué hace en Azkaban?!

Isadore se acercó a socorrer al auror, indicándole a Fenrir que no había sido culpa del chico y que estaban buscando una solución. Kalevi también medio ante la escena.

—Vamos a llamar la atención de todos los muggles. —dijo Harry, soltándose del agarre—. Isadore quería verte. Y como dice, estamos intentando sacar a Draco de allí, así que relájate.

El que había sido Carroñero intentó ponerse al día con su antiguo líder. Le había contado cómo habían sobrevivido, cómo Tyreese había conseguido un trabajo en el mundo muggle para poder cuidar de ellos y Rowan se encargaba de volver para llevarles noticias y algunos suministros del mundo mágico.

—¿Y qué fue de ti? Pensé que estabas muerto. —Fenrir no respondió nada—. Sé que Draco fue contigo. Me alegro que estuvieses allí.

—Lo sabemos todo, Greyback. —dijo Harry con actitud desafiante—. No importa que no digas nada, Draco ya lo ha hecho.

—¿Hablaste con él? —preguntó el poderoso hombre.

Harry asintió. Kalevi miró algo preocupado a Fenrir. Sabía que dudaba de la seguridad del campamento en estos momentos.

—Sabemos que Draco no ha contado todo. Él nunca traicionaría. —respondió el castaño, provocando que Fenrir asintiese, algo más tranquilo.

El auror miró a ese hombre que estaba controlando que Greyback no perdiese sus casillas. Le estaba poniendo las cosas complicadas, de eso no había duda.

Sangre de loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora