Draco llevaba tres días sin dormir en aquel lugar. Como le habían indicado, sólo estaría una noche en la enfermería y luego pasaría a aquella pequeña celda que le había acompañado interminables horas. Tenía un camastro incómodo y sucio, con sábanas viejas con agujeros que mostraban que ya habían sido usadas en muchas ocasiones. Allí había un retrete en iguales condiciones y nada más. La soledad ocupaba el resto de la estancia.
La comida aparecía cerca de la puerta, pero él no se había movido de aquella cama. Su cuerpo dolía, aún no estaba curado del ataque que había sufrido. No le daban ninguna poción para calmar su sufrimiento.
Escuchó pasos. Un hombre iba maldiciendo al auror que le llevaba a alguna parte de aquella prisión. Pararon justo delante de su celda. Otro auror se acercó para indicar a su compañero otro trabajo que debía realizar. Observó al hombre girar la mirada hacia él, seguramente llamado por la atención de su cabello tan rubio. En su asquerosa boca se dibujó una siniestra sonrisa. Sabía que a ese hombre le había visto en alguna parte.
Narcisa estrujaba sus dedos con nerviosismo. Se encontraba en su hogar, en el cuarto de Draco, con una de sus túnicas sobre sus rodillas. Apareció Imryll, indicándole que alguien deseaba entrar por Red Flu, por lo que se dirigió rápidamente al enorme salón, permitiendo que las visitas entrasen.
Abrió los ojos sorprendida al ver a aquellos tres hombres. Isadore le saludó con educación y se disculpó por llegar de esa forma sin haber preguntado.
—¿Qué hacéis vosotros aquí? —Narcisa se repuso. No confiaba en aquellos hombres. Greyback era su líder. El mismo que había atacado a su hijo y se lo había llevado tras la batalla.
—Hemos visto que su hijo está en Azkaban. —dijo Isadore—. No deseamos importunarla, señora Malfoy. Es sólo que...
La elfina salió corriendo cuando escuchó unos golpes en la puerta principal. Su ama le había dicho que esperaban la visita del señor Potter, por lo que se apresuró a dejarle pasar, ya que temía que esos tres hombres hiciesen daño a Narcisa.
—Queremos ayudar, señora Malfoy. —Indicó con algo de inseguridad por la visita—. Estoy en busca y captura, por favor...
Harry corrió por el pasillo hasta llegar a Narcisa, preocupado por lo que la elfina le había indicado. Ella se había quedado fuera de la puerta, agarrada al marco con temor. El salvador sacó su varita con decisión, pero sus rivales levantaron las manos señalando que no harían nada sospechoso.
—Son Carroñeros, Harry. Ellos acompañaban siempre a Greyback. —explicó la mujer—. Dicen que quieren ayudar.
—¿Qué sabéis? —interrogó el moreno con una dura mirada, apretando la varita en su mano.
—Sabemos lo que dicen en el Profeta. Sólo estamos nosotros tres, ya no hemos visto a nadie.
Rowan dio un paso adelante, aún con las manos en alto. Harry fijó la mirada en él. Su cabello pelirrojo le recordaba a su amigo.
—Señor Potter, escuché algo que nos preocupó y queremos saber si es cierto. No hemos podido encontrar información en ningún diario. —Harry le hizo una seña con la cabeza para que continuase hablando—. Seguí a algunos miembros del Wizengamot y escuché como se jactaban del juicio que realizarían a Malfoy.
—Podría ser a Lucius Malfoy. También fue llevado a juicio. —respondió a la defensiva a lo que Rowan negó con la cabeza.
—Lo escuché ayer por la noche, señor. Dijeron que pasaría su vida en Azkaban, que con ello la gente viviría más tranquila sabiendo que un Malfoy, que además se había convertido en un ser inferior, no estaría libre por las calles.
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Sangre de lobo
FanfictionEl heredero de los Malfoy jamás recibió la marca tenebrosa, su condena fue mayor. Aquella marca en su brazo izquierdo cambiaría su vida de forma radical. No había marcha atrás. En sus venas ya corría la licantropía. Fenrir Greyback x Draco Malfoy