06.- El príncipe en el barco

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Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

06.- El príncipe en el barco

La llegada del sábado cayó sobre Juleka como una losa.

Se sentó al lado de Luka para desayunar rehuyendo su mirada, no quería que se diera cuenta de que se sentía al borde del colapso, ni que se preocupase por ella. Quería parecer más madura de lo que era. Removió les cereales dentro del bol con yogur y soltó un suspiro.

—Todo va a ir bien, no tienes de qué preocuparte.

—No estoy preocupada.

—Marinette me ha mandado un mensaje diciendo que venía para aquí —musitó sonriendo—. Dice que no se apartará de tu lado.

—Ya, seguro.

—Todo irá bien —repitió pausado.

—Que sí. Pero si empiezan a besuquearse rómpeme el bajo en la cabeza y déjame fuera de combate.

Luka soltó una carcajada.

—No pienso comprarte otro y lo necesitas para Kitty Section.

—Entonces tírame por la borda.

—Nadas como un pez, no sería muy eficaz.

Subieron a cubierta al acabar de desayunar, prepararon la zona cercana al escenario abriendo un par de sombrillas y dejando algunas colchonetas por el suelo. Marinette llegó puntual cargada con una mochila y dos bolsas de tela; alegre y sonriente saludó eufórica a Juleka y besó con timidez a Luka en la comisura de los labios.

Había llevado comida, dulces, sándwiches y algunas cosas más, como si en el Liberty no hubiese comida o no estuviera a la altura del dichoso príncipe Alí.

—¿A qué hora llegará Rose?

—Me dijo que vendrían sobre las diez y media, deben de estar a punto de llegar.

—Igual la secretaria del príncipe se lo ha pensado mejor y no le deja venir. —Luka le dio un suave empujón a modo de regañina, Juleka suspiró—. Bueno, tiene una agenda, responsabilidades y esas cosas.

—Vendrá, si no pudiera Rose ya nos habría avisado —murmuró Marinette—. No te pongas nerviosa, Juleka, ya verás como todo saldrá bien. Estaré a tu lado todo el rato.

No sabía si eso la tranquilizaba realmente, pero lo agradecía. Nunca habría imaginado que, algún día, Marinette estaría a su lado dándole apoyo en una cruzada amorosa que estaba destinada al fracaso.

Eran amigas, por supuesto. La apreciaba, le caía bien, la había apoyado antes, pero nunca había esperado acabar teniéndola a su lado en aquel tema.

Rose cruzó la pasarela a toda velocidad, sonriente, feliz. La siguieron dos hombres trajeados, el príncipe, la cuidadora y otros dos hombres trajeados. Juleka supuso que eran los guardaespaldas, se situaron a lado y lado como si el Liberty fuese un lugar peligroso en el que pudieran atentar contra él.

—Bienvenido —siseó Luka tendiéndole la mano con amabilidad—. Soy Luka, ella es mi hermana Juleka y ella es Marinette.

—Gracias, soy Alí. Siento mucho este despliegue, a mi escolta no le ha parecido seguro que esté aquí solo con unos desconocidos.

—No pasa nada. Siéntete como en tu casa.

Rose acercó unos cuantos cojines que colocó sobre la colchoneta para que se sentase y estuviera más cómodo.

—¿En qué nos quedamos la semana pasada? —preguntó Rose sentándose y abriendo su libreta.

—La partitura y la clave —murmuró Juleka que se sentó asegurándose de que Marinette tuviese hueco entre ellas—. Los primeros acordes.

—Debatíamos en si usar el modo eólico o el frigio —añadió Luka.

Alí y Marinette les miraron con idénticas caras de desconcierto. Luka tocó algunas notas entonando un riff enérgico. Le sonaba bien, le sonaba precioso.

—¿Modo eólico? —preguntó Alí.

—Escala menor natural —contestó Rose con orgullo. Aquello lo había aprendido de Luka. Había aprendido muchísimas cosas de él—. Tono-semitono-tono-tono-semitono-tono-tono.

Luka tocó el ejemplo de lo explicado por Rose.

—Yo prefiero el frigio —soltó Juleka tocando las notas con el bajo—. En sol. Semitono-tono-tono-tono-semitono-tono-tono.

—¡Vaya! Es sorprendente, nunca había oído esos términos —se maravilló el príncipe—. Sabéis mucho de música.

—El experto es Luka, estudia música en un conservatorio desde que era un niño —explicó la cantante—. Es él quien nos enseña, es mejor que nuestro profe, ¿verdad, Juleka?

La muchacha se limitó a asentir.

—¿Qué estáis escribiendo?

—Una canción de amor —murmuró Rose.

Luka dejó el cuaderno de partituras en el centro del círculo que habían formado. Había varias notas escritas que el príncipe miró desconcertado, no sabía cómo leerlo.

—Rose nos ayuda con lo que queremos transmitir —añadió Luka—. Nos está abriendo su corazón.

—No lo digas así, me da mucha vergüenza —replicó tapándose la cara con las manos—. Sólo he dado algunas ideas.

—No sólo eso, es tu declaración de amor para la persona a la que más quieres del mundo.

Juleka reprimió las ganas de soltar un bufido y maldecir a su hermano. Sólo faltaba que los invitase a besarse delante de todos.

—Qué persona más afortunada, que te escriban una canción de amor tiene que ser increíble —declaró Alí mirando a Rose con timidez.

—No soy muy buena con eso, nuestro compositor es Luka, Juls es su refuerzo y la segunda compositora, Iván está empezando a escribir letras y yo hago lo que puedo. Sólo escribo letras y tengo mucho que aprender.

—La persona que reciba tu canción será la más feliz del mundo.

Juleka le atizó un codazo a Marinette que soltó un quejido, pero captó la indirecta. Se puso en pie de un salto y con aquella torpe manera de disimular tiró de ella obligándola a levantarse.

—¡La nevera! Me he olvidado de sacar eso de la nevera.

—Voy contigo —canturreó Rose dispuesta a ayudarla.

—¡No! Juleka me ayudará, tú tienes que amasar... digo enseñar cosas de música al príncipe Alí —balbuceó con torpeza—. La nevera es de Juleka, o sea de su casa, y...

Juleka la tomó de la mano y la arrastró escaleras abajo. Suspiró con desánimo, Marinette temió que acabase siendo víctima de un akuma por culpa de aquel encuentro con el príncipe. No sabía cómo podía ayudarla.

—Le gusta.

—Bueno...

Era obvio que a Alí le gustaba Rose, no había manera de negarlo, por lo que Marinette no iba a tratar de decirle lo contrario.

—Pero a Rose no.

—Si le ha traído cojines para que esté más cómodo, ha usado términos profesionales para impresionarle —farfulló exasperada—. Es evidente que le gusta.

—Creo que sólo quería impresionarle un poco, eso no significa nada.

—No me estás ayudando, Marinette.

¿Cómo iba a ayudarla si ni se dejaba ayudar ni quería escucharla?

Continuará

Notas de la autora:
¡Hola! Sé que dije que evitaría los tecnicismos sobre música, pero se me han escapado un poco.

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