24.- Respiración

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Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

24.- Respiración

Rose y Juleka se sentaron frente a la pantalla del ordenador, las cabezas juntas y una sonrisa en los labios. los dedos de Rose se movieron por el teclado componiendo la entrada con el anuncio de la entrada de Marinette a Kitty Section. La colgarían por la mañana después de enseñársela a Luka e Iván, sorprenderían a Marinette con ella, iban a hacerle justicia.

Al acabar, Juleka, le ofreció el pijama que siempre le prestaba cuando se quedaba a dormir sin haberlo planeado antes, Rose rozó sus dedos al cogerlo. No era la primera vez que dormían juntas, era algo que habían hecho tantas veces que le pareció absurdo estar tan nerviosa. Juleka parecía estar la mar de tranquila como si todo fuese igual que antes, la observó mientras se cambiaba de ropa como si fuese algo nuevo y sorprendente. Se fijó en detalle en las pequeñas pecas que se asomaban por la cintura de su pantalón decorando la parte baja de su espalda, siempre le habían parecido adorables, ahora le parecían muy evocadoras. Sintió su pulso acelerarse y la inseguridad enredándose en su estómago.

—¿Qué? —soltó Juleka al pillarla con mirada clavada en ella.

—Na-nada —contestó con timidez.

—¿Tengo algo en la espalda?

—No, es que estaba pensando en lo que ha dicho Luka sobre componer temas nuevos.

—Podemos pensar en eso por la mañana, ¿no?

—Sí, sí. Claro.

Rose se apresuró a cambiar su ropa por el pijama. Por primera vez le dio vergüenza quitarse la ropa frente a Juleka, era como si de repente pudiese descubrir todos y cada uno de sus defectos y eso la aterró, porque nunca antes había pensado en todas las cosas de su cuerpo que la hacían sentir insegura, ni en cómo las vería Juleka. Ella nunca había sido así de insegura y no tenía sentido serlo tan de repente.

—Rose, ¿estás bien?

—Sí, ¿por qué?

—No lo sé —susurró Juleka encogiéndose de hombros—, pareces nerviosa.

Ella en cambio parecía tan tranquila y segura que era como si hubiesen intercambiado sus personalidades durante la cena.

—No es nada, es que estoy cansada.

—Pues vamos a dormir. —Juleka se sentó en la cama y le tendió la mano invitándola a acompañarla—. Es muy tarde y mi madre empezará a hacer ruido temprano.

De acuerdo, todo aquello era ridículo. Rose alargó la mano sintiendo que la palma le sudaba por los nervios. ¿Cuántas veces habían dormido juntas desde que se conocían? Miles. Con frío, con calor, con pijama de invierno, sólo con las braguitas por el calor sofocante del verano... Si ese no era el miedo más absurdo que había sentido en su vida que la fulminase un rayo. Pero aquella extraña sensación de primera vez le tenía los nervios crispados.

—Rose, ¿seguro que estás bien? ¿quieres que avise a mi madre y vayamos al médico?

—Sí, estoy bien, no pasa nada —replicó decidiéndose a tomar su mano y sentarse a su lado—. Sólo un poco... no sé. Nerviosa, creo.

Juleka soltó una suave risita, Rose puso morros, aunque no estaba molesta sólo sorprendida.

—Sólo es la cama de siempre en la misma habitación de siempre.

Pero la relación no era la de siempre y, Rose, acababa de asumirlo de repente, como si hasta el momento de darle el pijama no hubieran sido nada más que las dos amigas de siempre. Se habían estado besando en el Liberty, en la calle, en el instituto; también se habían atrevido a acariciar la piel de la otra con timidez, pero era como si no hubiese sido real hasta ese preciso instante.

—Puedo dormir en el sofá —murmuró Juleka.

—¡No!

Rose acalló la inseguridad que la atenazaba y se acomodó en su lugar de siempre, Juleka le pasó por encima y se pegó a la pared. La cama de siempre, en la habitación de siempre, en la misma posición de siempre. Nada de lo que preocuparse.

—Juls... ¿crees que soy tonta?

—¿Por qué dices eso?

—Porque estoy tan nerviosa que no sé si voy a poder dormir.

—No, yo también lo estoy —susurró, se tumbó de lado y se apoyó sobre el codo para poder mirarla—. Pero no pasa nada, porque yo confío en ti y sé que no vamos a hacer nada que no queramos hacer.

—¿Y qué quieres hacer?

—Dormir —contestó dándole un beso en la frente—. No hay prisa, ¿no?

—No la hay —musitó más tranquila.

Se había puesto encima una presión que no debía tener, aunque ya no fuesen sólo dos amigas, ninguna de las dos estaba preparada para nada más que lo que estaba compartiendo. Ya llegaría el momento, simplemente pasaría cuando tuviese que pasar, todo llegaría y ambas estarían preparadas para todo.

—Buenas noches, Juleka —susurró dándole un beso corto en los labios antes de acurrucarse.

—Buenas noches.

Rose trató de dormir, lo intentó por todos los medios, pero no hubo forma de pegar ojo. Juleka, en cambio, se quedó dormida en seguida. La observó dormir, acurrucada, con los labios entreabiertos y la respiración pausada.

Se preguntó si Juleka la habría observado dormir alguna vez, si su respiración la habría hecho sonreír como a ella, si habría tratado de acompasarse con la suya.

Era raro porque nunca se había fijado en la manera adorable en la que dormía Juleka, como si nada pudiera dañarla mientras tenía los ojos cerrados, ajena al mundo, en un lugar donde podía ser ella misma sin que nadie la juzgase por nada, ni los miedos la paralizasen, el mundo que alguien como Juleka merecía.

Se preguntó qué estaría soñando, si sería algo pacífico o si sería alguna escena salida de una de aquellas películas horrendas que tanto le gustaban. La quería tanto, era tan feliz en aquel momento que esperaba que nada ni nadie decidiese amargarles la vida.

La respiración pausada de Juleka era mágica, le había calmado los nervios, aunque no había logrado dormir.

Le dio los buenos días con un montón de besos cortos en los labios en cuanto Anarka empezó a armar escándalo.

Continuará

Notas de la autora:
¡Hola! Las inseguridades de la adolescencia haciendo acto de presencia en Rose.

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