Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.
12.- El lugar seguro
Juleka dio un enorme rodeo para volver a casa. Ver películas románticas nunca le había gustado, las toleraba por Rose, porque ella las adoraba. Le encantaba verla disfrutar de las escenas más empalagosas e inverosímiles, sus lágrimas de emoción y la manera en la que se le sonrojaban las mejillas y la punta de la nariz, las horas que podía pasarse comentándole lo maravillosas que le habían parecido las escenas. Sólo las veía por ella, sólo las soportaba por ella. Únicamente porque la hacían soñar despierta y sonreír feliz.
No le molestaba el hecho de que hubiera invitado a Marinette, eran amigas, le molestaba que la hubiese sentado entre ellas como si fuera ese su lugar natural. De acuerdo, ella había hecho lo mismo, pero la situación era diferente porque ella trataba de huir de dúo Rose-Alí; en cambio Rose no tenía ningún motivo para interponerla entre ellas. ¿Y si trataba de apartarla de su lado?
Tal vez Marinette era el modo de decirle que ya no quería ser su amiga. De acuerdo, eso era exagerado y seguramente absurdo, pero era su peor temor y había decidido que era un buen momento para acosarla desde las sombras.
El sonido de sus pasos sobre la madera de la cubierta del Liberty la hizo sentir algo más segura y menos inquieta. El Liberty era el lugar seguro en el que se refugiaba. Bajó las escaleras arrastrando los pies.
—Estoy en casa —farfulló sin energía.
Allí sólo estaba Luka, medio tirado en el sofá con los ojos cerrados, escuchando el último trabajo de Jagged Stone. A su hermano le fascinaba su música, Juleka suponía que la relación de Luka con la música hacía que escuchase cosas que ella no alcanzaba a comprender, porque entendía los sentimientos atrapados entre las notas. La música era su idioma y le encantaría poder oír las canciones de la misma manera en que lo hacía él.
Bajó el sonido y le sonrió. Dio un par de palmaditas en el sofá invitándola a sentarse a su lado.
—¿No ha ido bien en el cine?
—Lo normal —murmuró dejándose caer a su lado.
Se vio refugiada entre sus brazos como cuando era una niña y le daba miedo que, alguien, se escondiera en su armario para llevarse a Luka para siempre mientras dormía. Así que cuando Luka estaba de vacaciones en el Liberty solía acabar en su cama, envuelta en un abrazo, porque sino no lograba dormir.
—¿Me lo cuentas?
—Estaba Marinette —murmuró con la voz amortiguada contra su pecho.
—¿Eso es algo malo?
—No.
—Suéltalo.
—En medio, literalmente en medio.
Agradeció que Luka no se riera de la situación.
—Tú hiciste lo mismo —murmuró.
—No es lo mismo —se quejó—. No lo es, ¿verdad?
Le acarició el pelo calmando sus nervios. Aunque Juleka ya no era una niña, seguía atrapada en aquella inseguridad que le había infundido su padre. No la había podido proteger lo suficiente en aquel entonces, si las cosas hubieran sido diferentes Juleka no tendría tantos miedos paralizándola constantemente. Sería mucho más libre y no se escondería detrás de nada ni de nadie.
—Técnicamente, no.
—Entonces no me digas esas cosas, Luka.
—Tenéis que dejar de usar a Marinette como si fuera un muro —pidió sin ningún tipo de reproche en su tono de voz—. La estáis poniendo en una situación muy incómoda.
—¿Y qué propones que haga? En serio, ¿qué?
—Hablar, Juls, hablar.
Le lanzó una mirada enfurruñada. Era el consejo menos útil de los que le había dado su hermano en la vida.
—Hablar. Eso ya lo hacemos.
—No, Juleka, de lo que sientes por Rose. No puedes esconderte y huir para siempre.
Si fuera más valiente lo haría, pero hablar de sentimientos era difícil. El rechazo la aterraba. Se quedaba paralizada con sólo pensar en verbalizarlo.
Además, estaba Alí.
—¿Me puedo quedar así un ratito más?
Luka le frotó la espalda con cariño. Él también era un lugar seguro en el que refugiarse.
º º º
Rose se dejó caer sobre la cama, sin energía, sin ánimos.
Su plan de cinco puntos estaba haciendo aguas y amenazaba con irse a pique antes de tomar el primer batido. No estaba segura de qué había fallado, por más que Juleka no disfrutase demasiado de las películas románticas, las tardes de cine siempre le habían encantado. Así que la combinación de cine y la chica que le gustaba tendría que haberla hecho sentir bien.
Marinette había estado bien, animada y en su línea, quizás ella no tanto porque le había costado mucho mantenerse tranquila y no llorar. En realidad, había estado fatal, se había quedado callada y enfurruñada.
Creía que todo iría bien, de verdad, sobre todo en el momento en el que, al acabar la película, la propia Marinette había propuesto ir a tomar unos batidos. Pero no había salido bien, Juleka se había ido. Casi podría jurar que había sido una excusa bastante descarada, que no había quedado ni tenía nada que hacer, que simplemente, no quería estar allí con ella.
¿Cómo iba a remontar la situación? Igual podía intentar que Marinette diera el primer paso, aunque hubiese dicho que Luka le gustaba mucho, ella no pensaba rendirse. Hasta que Marinette no fuese capaz de decir en voz alta que amaba a Luka habría esperanza para Juleka.
Ojalá pudiera pedirle consejo a Luka, pero dudaba que colaborase en un plan para que su novia acabase con su hermana, eso sería raro hasta como trama para una película. No funcionaría.
Intentaría idear un nuevo plan, algo que fuese más sencillo. Uno que funcionase mejor y que se ajustase más a la personalidad de Juleka. Pero ¿qué tipo de plan podía hacer?
—¡Música!
Claro que sí, ¿cómo no se le había ocurrido antes? La vida de los Couffaine siempre había girado en torno a la música, Juleka se explicaba bien con ella, no tanto como Luka, pero lograba que sacar sus sentimientos libremente.
Escribirían la canción de Luka y buscaría el modo de que la canción de Juleka dejase de hablar de amor y desamor y lo hiciera de amor y felicidad.
La música las uniría. Aunque Marinette fuese una chica de moda y Juleka una de música, encontraría el punto intermedio perfecto para las dos.
Continuará
Notas de la autora:
¡Hola! Rose necesita unas gafas especiales para captar las señales, debería prestárselas a Juleka de paso. Rose y Juleka deberían tomar seriamente el consejo de Marinette y Luka sobre su necesidad de hablar.
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Nosotras
FanfictionJuleka tiene miedo de los sentimientos que crecen en su interior. Miedo a lo que implican. Miedo al rechazo. Miedo a que, Rose, al descubrirlo le dé la espalda. Un miedo que sabe que es en parte absurdo, pero del que no puede deshacerse. ¿Cómo puede...