15.- Las palabras que no se dicen

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Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

15.- Las palabras que no se dicen

La cara de Luka en su pantalla la hizo ponerse nerviosa. Normalmente no la llamaba entre semana a no ser que pasase algo. Juleka descolgó inquieta y se llevó el móvil a la oreja.

—Hola.

Nunca un saludo le había salido tan seco y cortante. Luka dejó escapar una risita sin rastro de ofensa.

—Hola, sólo llamo para ver cómo estás. Puedes bajar la guardia.

—Estoy bien.

—No suenas, precisamente, bien.

—Lo estaré.

Estaba a la defensiva con quien no tenía que estarlo.

—Juls, ¿has hablado con Rose?

—No.

Y no iba a decirle que la estaba esquivando como si fuese el diablo en persona, porque era estúpido y porque Luka la reñiría por ello. Además, tendría toda la razón del mundo para hacerlo.

—No puedo obligarte a hacerlo, pero cuanto más tardéis en aclararlo más os costará hacerlo —declaró pausado—. Conoces a Rose, su intención era buena, se ha equivocado y ya está.

—No quiero hablar de eso...

—Juls, no puedes esconderte para siempre.

Tal vez no, pero por el momento se escondería tanto como pudiera. No podía enfrentarse a Rose en aquel momento, no podía entender qué la había llevado a creer que le gustaba Marinette. No podía hacerle frente.

El martes se repitió la misma escena. Juleka llegó pronto y volvió a pedirle a Alix que le cambiase el sitio, ella se encogió de hombros y aceptó cargando sus cosas con naturalidad. Volvió a ignorar a Rose mientras subía las escaleras y planeó el darle esquinazo durante el resto del día. Sin embargo, no funcionó.

De haber sido Marinette la que la hubiese abordado habría sospechado automáticamente de Luka, pero fueron Alix y Mylène. Aunque su hermano tenía el teléfono de Mylène dudaba que la hubiese involucrado en aquello, a Alix a penas la había visto en un par de ocasiones y no tenían relación. Así que Luka no tenía nada que ver en el fallo de su plan.

Mylène la había arrastrado hasta los lavabos y la había empujado adentro y allí estaba Rose también. Juleka tiró con fuerza de la puerta en balde.

—Dejadnos salir —protestó.

—No hasta que habléis —replicó Alix desde el otro lado—. Podéis odiaros si queréis, pero antes de decidirlo hablad porque me estáis poniendo de los nervios.

—Juleka... lo siento mucho. Yo sólo quería ayudarte.

—No necesito ayuda.

La única que necesitaba era la que le permitiera salir de aquel lavabo y huir.

—Somos las mejores amigas del mundo —susurró Rose—. Desde siempre, no podemos dejar de serlo ahora y así.

—¿Y si no quiero ser más tu mejor amiga del mundo, Rose? ¿Qué pasa entonces? Y si quiero ser... no sé ¿otra cosa? ¿Qué? —soltó sin pensar mucho en lo que estaba diciendo o cómo podría interpretarse o afectar a Rose—. ¿Es una condena hasta el día en que me muera? Porque a veces tengo la sensación de que cuando me muera en mi lápida pondrá: aquí yace la hermana desastrosa, el amasijo de ansiedad e inseguridad, la mejor amiga del mundo de Rose Lavillant. Ah, y a veces tocaba el bajo.

»Porque me siento atrapada en eso. La mejor amiga. Mejor amiga por aquí; mejor amiga por allá...

—No digas eso, Juleka...

—¿Por qué? ¿Porque no es de color de rosa? ¿Porque no es perfecto?

—¿Por qué estás tan enfadada conmigo? Lo único que he intentado ha sido apoyarte siempre, en todo —chilló Rose poniendo las manos sobre sus caderas—. ¡Incluso cuando ni tú misma creías en ti! Y puede que yo sea una idiota que quiere ver el mundo de color rosa, pero tú eres una estúpida que se queda atrapada en las cosas negativas como si fuera lo único que existe.

—Muy bien —replicó en un susurro—. Ya veo que piensas exactamente lo mismo que los demás, a lo mejor no eres tan mejor amiga del mundo como creías.

»¡Dejadme salir del lavabo!

La puerta se abrió mostrando el estupor de Alix y Mylène que jamás la habían oído hablar más alto que en un susurro. Juleka salió, con la cabeza baja rebuscando el móvil en su bolsillo. Rose se quedó atrás con los puños cerrados con fuerza y los labios fruncidos tragándose las ganas de llorar.

—¿Estás bien? —preguntó Mylène acercándose a ella dando pasitos cortos—. Eso ha sido muy injusto.

—No le hagas caso, ya conocemos a Juleka, a veces acaba diciendo cosas que no quiere decir de verdad —continuó Alix—. Quédate con las palabras que no se dicen. Juraría que ha intentado lanzarte un mensaje, pero que no ha sabido verbalizarlo.

—Juleka me odia.

Mylène y Alix se miraron entre ellas.

—No te odia —declaró Mylène tomando su mano con fuerza—. Juleka te quiere mucho, y cuando digo mucho quiero decir mucho.

—Es algo que sabemos toda la clase —la apoyó Alix—. Creo que eres la única que no lo ve. Así que deja de lloriquear y ve tras ella, ahora.

Rose se secó las lágrimas con el brazo y asintió con energías renovadas. Tenía razón, a Juleka había que leerla entre líneas.

Rebuscó entre sus compañeros, pero no la encontró, la buscó en su rincón preferido sin hallarla, probó en su segundo lugar preferido sin suerte; volvió a clase y allí tampoco estaba, ni siquiera debajo de la mesa. Finalmente le preguntó a Marinette que le dijo que se había ido a casa porque no se encontraba bien.

Rose suspiró resignada, pero menos triste. Le sacaría a Juleka las palabras que no había dicho y le confiaría las que ella tampoco pronunciaba.

Le diría a Juleka que la quería, para bien o para mal, también que la canción era para ella. Y después si no quería volver a verla lo aceptaría y seguiría adelante con la cabeza bien alta. Porque ella era valiente y tenía muy claros cuáles eran sus sentimientos desde hace ya mucho.

Continuará

Notas de la autora:
¡Hola! El de hoy es un poquito más corto, espero que no haya quedado flojo, estoy enferma desde ayer y no he estado muy concentrada.

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