Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.
10.- Fase 1
Marinette llegaba tarde. No era una novedad. Se habría dormido. O se habría topado con alguno de los posters gigantes de Adrien que empapelaban la ciudad. A lo mejor se habría encontrado con Alya. O había perdido la noción del tiempo. Siendo Marinette casi cualquier escenario era posible.
Juleka estaba sentada en un rincón con el bajo en el regazo y su libreta abierta frente a ella. Rose no se atrevía a acercarse, veía sus dedos moverse por las cuerdas con soltura. Estaría pensando en Marinette, quizás imaginando alguna escena romántica con ella, o en las pecas que salpicaban su nariz y mejillas. La imagen le dolía, pero era lo normal, porque ella se imagina con Juleka mientras componía aquella canción de amor. Para escribir sobre amor había que pensar en el amor
—Rose, ¿me estás escuchando?
La muchacha parpadeó saliendo de su ensimismamiento y esbozó una sonrisa culpable.
—Lo siento, ¿qué decías?
—No estás nada concentrada hoy, ¿qué te pasa?
Dudó, sabía que Luka no la juzgaría, pero no le pareció correcto decírselo. Tal vez cuando supiera qué sentía Marinette por Juleka, aunque no estaba segura de cómo se lo tomaría porque, buena, era su novia o algo así.
—Nada, es que me preguntaba dónde está Marinette.
Luka pulsó el botón de encendido del móvil para mirar en él la hora.
—Tiene que estar a punto de llegar, me ha avisado que tenía que ayudar a su padre en la panadería antes de venir.
—Ah...
—¿A qué viene ese interés tan repentino por Marinette?
Sus mejillas se cubrieron de un rubor culpable. Se había olvidado de que era a Luka a quien tenía delante, que era una persona observadora, que se daba cuenta de las cosas sin necesidad de que alguien las verbalizase.
—Tengo que hablar con ella de unas cosas.
Luka sacudió la cabeza y tocó algunas notas que definían perfectamente aquella mezcla de confusión, tristeza y empuje que la invadían.
—No creo que sea con Marinette con quien debes hablar —musitó el guitarrista—. ¿Quieres dejar lo de la canción?
—No, quiero acabarla —declaró, aunque lo suyo con Juleka se hubiera ido a pique antes de empezar pensaba regalarle su canción; y si algún día sonaba en un escenario estaría muy orgullosa de que el mundo entero supiese cuánto la había querido—. Quedará perfecta.
—Muy bien entonces. Hasta ahora tenemos esto.
Luka tocó lo que habían escrito, sin el bajo de Juleka sonó algo extraño, pero aún y así podía reconocer a Juleka en los acordes. Los dedos de Luka tocaron algunas notas que no estaban escritas y que hicieron que Rose frunciera el ceño, sonaban como las de su canción para Marinette. Si era algún mensaje en clave no sabía cómo descifrarlo, pero no dijo nada.
—¿Cómo seguimos?
Rose movió la cabeza de un lado a otro.
—Creo que lo siguiente debería ser alegre, como la tarde en la que nos conocimos y entraste al grupo —musitó Rose—. Ese día cambiaron muchas cosas y fue especial.
Los dedos de Luka tocaron acertando, casi a la perfección, lo que había querido decir. Escribió los acordes en lápiz y repitió lo que había escrito, sonaba muy bien; Rose cerró los ojos y se meció al ritmo de la melodía. Quedaría preciosa.
—Te falta el aliento —pronunció Luka.
Rose le miró confundida hasta que se dio cuenta de que no le estaba hablando a ella. Se giró para toparse con Marinette que parecía venir de correr una maratón, con las manos apoyadas en las rodillas, las mejillas rojas y respirando acelerada.
—¡Es que es tardísimo!
Marinette estaba allí por fin, podía poner en marcha su plan. Rose se puso en pie de un salto. Ahora o nunca. Fue hasta a ella, la agarró con fuerza por la muñeca y la arrastró hasta la otra punta de la cubierta. Marinette sintió aquella molesta sensación de dejà vu, había empezado así la semana y, al parecer, también la acabaría, sólo había cambiado el escenario.
—¡Marinette! ¿Qué piensas de Juleka?l
—Es mi... amiga, ¿qué quieres decir?
—¿Qué te parece?
La confusión pintada en la cara de Marinette le hizo darse cuenta de que no lo estaba planteando bien. Tendría que formularlo de otra manera. Frunció el ceño, no sabía cómo hacerlo.
—¿Te gusta?
—Claro, es mi amiga...
—¿Sí o no?
—Sí...
—¡Genial! Me quedo más tranquila.
Rose se alejó de ella dando saltitos alegres para volver a sentarse frente a Luka. ¿Qué demonios había sido eso? Buscó a Luka con la mirada, él se encogió de hombros. Algo raro estaba pasando con Rose.
Juleka le hizo un gesto con la mano para que se le acercara, después del asalto de Rose le daba hasta miedo ir con ella. Ni había podido saludar a Luka en condiciones. Resignada caminó hasta la bajista y se sentó con ella en la tumbona.
—Escucha esto —susurró acomodando los dedos en las cuerdas del instrumento—. Dime si suena bien.
La diferencia de sonido entre la guitarra de Luka y el bajo de Juleka le resultaba extraña, sonaba muy distinto. La reverberación del sonido, el tono, la vibración... La forma de tocar de Juleka era tímida y delicada, sus dedos se movían ágiles y precisos. Su melodía sonaba triste, pero romántica, debía hablar de Rose, de su relación con ella y del miedo que tenía a que conociese sus sentimientos.
Ojalá pudiera ayudarla a dar el paso, estaba segura de que aquel amor era correspondido. No sabía cómo lograr que avanzasen, si no las encerraba con llave en algún lugar y les impedía salir hasta que hablasen con sinceridad la una con la otra, pero suponía que no sería muy elegante y que Luka lo desaprobaría.
Juleka dejó de tocar y la miró deseando conocer su sincera opinión, Marinette le sonrió.
—Creo que suena preciosa, aunque se me hace un poco raro oír el bajo solo.
—Quedo mejor de fondo —contestó encogiéndose de hombros—. Ese es mi lugar.
—No digas eso, Juls —la riñó con delicadeza—. Eres muy buena. Tu canción le encantará.
Continuará
Notas de la autora:
¡Hola! Llego justita para la actualización de hoy. Rose preguntó, sacó su propia conclusión y va cuesta abajo y sin frenos.
ESTÁS LEYENDO
Nosotras
FanfictionJuleka tiene miedo de los sentimientos que crecen en su interior. Miedo a lo que implican. Miedo al rechazo. Miedo a que, Rose, al descubrirlo le dé la espalda. Un miedo que sabe que es en parte absurdo, pero del que no puede deshacerse. ¿Cómo puede...