27.- La noche de cine

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Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

27.- La noche de cine

Dar un paso al frente, esa era la decisión que Rose había tomado. En casa lo suyo con Juleka seguía siendo un secreto, pero iba a acabarse aquella misma noche. En casa de los Lavillant iba a haber una noche de cine que no tendría nada que envidiarle a una en el Liberty.

La película favorita de Juleka estaba entre sus manos, las pizzas en camino y sus padres de buen humor. Tenía un plan perfecto, o casi, la recibiría con un beso y así no tendría que decirlo en voz alta.

Plan perfecto, sin fisuras.

Quizás a su plan perfecto le faltaba algún pequeño detalle, pero lo más básico estaba ahí y eso era lo importante.

En casa de los Lavillant sólo había una norma importante y esa era la de no mentir, ella no lo estaba haciendo, sólo había omitido una parte de la realidad al no decir nada sobre Juleka y estaba a punto de ponerle remedio.

El timbre resonó por la casa. Rose se levantó del sofá de un salto.

—¡Yo abro!

Tiró de la puerta con una sonrisa en los labios que se le contagió a Juleka. Quiso arrancar con su plan, pero no se atrevió, sacudió la cabeza con energía.

—Las pizzas están a punto de llegar.

Juleka entró con paso seguro y la bolsa de deporte con su pijama y neceser en la mano.

—No llego tarde, ¿verdad? He evitado los supermercados y los ascensores.

Rose soltó una carcajada sincera.

—Lo has hecho bien. Pasa, dejaremos tus cosas en mi cuarto.

Su casa no era el Liberty, eso hacía que Rose estuviera un poco nerviosa, pero la convicción de que sus padres la aceptarían tal cual era le mantenía el ánimo en alto. Ya sabía que no iban a reaccionar como Anarka, aunque esperaba que no hubiera una gran diferencia. Porque Anarka había soltado una carcajada y gritado un «aleluya» como si llevase años esperando a que le confesaran que eran pareja.

—Estoy muy nerviosa —susurró aferrándose al brazo de Juleka—. Muy, muy nerviosa.

—Todo va a ir bien.

Allí seguían, en el mundo al revés, donde Juleka era la segura y ella un manojo de nervios. Cuando le contó su plan, Juleka, le dijo que sería más fácil decirlo sin más, pero sabía que no sería capaz, así que tiró adelante con su plan.

—Cenaremos en seguida, no os entretengáis.

Dejaron los trastos sobre la cama de Rose y salieron del cuarto justo para recibir las pizzas.

El tema de conversación de la cena giró en torno a los estudios, Rose no podía decir que la sorprendiese, para sus padres era importante que le fuesen bien y que no se atrasase. Juleka estaba cómoda, aunque el ambiente familiar distaba mucho del de su casa, nunca se había sentido fuera de lugar allí, tampoco violentada o incómoda, eso la tranquilizaba y lo hacía todo más sencillo.

Fue incapaz de dar el paso durante la cena, aunque sus manos se habían encontrado varias veces sobre la mesa captando las miradas de sus padres. Estaba fracasando estrepitosamente de nuevo.

Pero aún le quedaba su última carta por jugar: la sesión de cine.

Reunidos los cuatro en el sofá viendo una película tonta de humor, Rose trató de alcanzar los labios de Juleka como si fuera algo casual. Fracasó una vez, dos, tres, cuatro... Suspiró exasperada y resbaló por el sofá hasta quedar en equilibro en asiento sobre sus caderas. Su madre la riñó por adoptar aquella mala posición y al final la película se acabó sin que lograse su objetivo.

Se levantó para preparar las palomitas con las que aderezar la segunda película mientras sus padres recogían la cocina.

¿Qué estaba pasando con sus planes que todos fracasaban? No era justo.

Regresó al sofá, le dejó las palomitas a Juleka y metió la película en el reproductor de DVDs. Se sentó a su lado dispuesta a disfrutar lo que pudiera de aquel filme.

Motivos por los que le costaba ver películas con Juleka: era asustadiza, los cambios de música hacían que se sobresaltase, tenía demasiada imaginación. Motivos por los que adoraba ver películas con Juleka: la sonrisa que se dibujaba en sus labios, la forma adorable en que se echaba hacia adelante cuando sabía que estaba a punto de ocurrir algo, lo en paz que se le veía.

El bol de palomitas en su regazo se sentía pesado. Poner una película de terror antes de ir a dormir no había sido la mejor idea, pero era la preferida de Juleka y quería que disfrutase de aquella noche.

—Tendréis pesadillas y no podréis dormir.

La voz de su padre la sobresaltó tanto que dio un pequeño respingo derramando parte de las palomitas por el sofá y el suelo.

—No da nada de miedo — musitó Juleka—. Es divertida.

La risa de su padre hizo coro al grito desgarrador de la pobre campista acorralada por un asesino enmascarado.

—Eres muy original, Juleka.

Juleka amaba aquellas películas terroríficas, empezando por la atmósfera, pasando por los momentos de tensión y acabando en la música. No le daban ni una pizca de miedo, las llevaba viendo desde siempre. Era un misterio de dónde le venía la afición por ese género cinematográfico, pero siempre decía que la hacían sentir tranquila y en paz y ella llevaba desde los diez años tratando de adaptarse a ese gusto inusual y fracasando.

—Cuando tenía más o menos vuestra edad me levanté una noche para ver una peli de terror, no paraban de anunciarla por la tele y me moría por verla —declaró el hombre sentándose al lado de su hija—. Mis padres no me dejaban y me levanté a hurtadillas para verla.

—¿Y la viste? —preguntó Rose olvidándose de la campista que se arrastraba por el barro desangrándose.

—¡Vaya que sí! Y no pude dormir durante una semana.

—Guay —musitó Juleka—. ¿Cuál era?

—Los ojos sin rostro. Daba escalofríos.

—A mi hermano le encanta esa película.

Rose no quería saber de qué iba.

—Sigue dándome escalofríos, lo admito —pronunció el hombre clavando la mirada en la pantalla—. Así no vas a llegar muy lejos, correr por el bosque para llegar a la carretera sería más seguro que meterse en esa cabaña de madera.

—Siempre hacen eso —susurró Juleka encogiéndose de hombros—. Hay una carretera para huir y se esconde.

—¿Qué me dices de quienes tienen la puerta de la calle al lado y corren escaleras arriba?

Juleka soltó una risita.

—No tiene sentido.

—¡Papá! No me estoy enterando de nada de la peli.

—Muy bien, os dejo seguir con este clásico.

—¿Quieres que la rebobinemos? —le preguntó Juleka tomando el mando a distancia.

—No, está bien así, sólo ha huido, ¿no?

—Sí, sólo eso.

Rose asintió, no necesitaba verla huir. Se acurrucó a su lado, seguiría intentándolo por la mañana.

Continuará

Notas de la autora:
¡Hola! "Los ojos sin rostro" es una de mis películas de terror preferidas, estrenada en 1960 fue muy polémica por la violencia y realismo de algunas de sus escenas. La máscara que lleva Christiane Génessier (Edith Scob) sirvió de inspiración para la de Michael Myers. Es una maravilla cinematográfica.

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