Ultima vez
Ya casi era hora de irnos de Monterrey. En el poco tiempo Ovidio se había esmerado en que conociera todo lo que se podía en ese lapso de tiempo. Me llevo a Barrio Antiguo, un lugar muy mi estilo honestamente, fuimos a tres museos, mi favorito fue el de Arte contemporáneo y concluimos en el paseo Santa Lucía del cual quede encantada.—Me encanta Monterrey, quisiera quedarme.- le dije admirando lo bella que era esta ciudad
-Fresita, si tu quieres...-me dijo pero lo interrumpí
—No, no y no, no me des ideas que yo soy fácil de convencer y necesito volver.- le dije evitando que me metiera la idea de quedarme
—Ta bueno pues, morra yo ando como hambre...-me dijo sobándose la panza
-Ufff yo igual, cañón .-le respondí de inmediato
Me agarró de la mano y al principio fue como incomodo para mi. Así que lo agarre del brazo para que se viera más amistoso. Estaba comenzando a sentirme mal por Emilio, quería llorar de lo frustrada que me sentía con todos.
Iba tan metida en mis pensamientos que seguí caminando sola y los gritos de Ovidio fueron los que me detuvieron.
—Morra es acá.- me dijo señalando un restaurante
-Igh! Sorry rancherito ando pensando mucho.- le dije y el solo asintió sin importancia dándome un abrazo
—Oiga le recomiendo al cien el cabrito al pastor o al menos eso es lo que como yo siempre .- me dijo
—Cabrito?.- le pregunté confundida.- Arre.- me respondió riendo
—Wey lo voy a probar pero si me vomito, literal, me pides otra cosa.- le dije
—Le voy a decir a mis hombres que traigan las trocas.- me dijo sacando su celular y pidió ambas órdenes.
En unos 15 minutos sacaron nuestros cabritos y no voy a negar que se veía delicioso, olía delicioso pero no se si iba a saber igual.
—Ovidio aaaaa.- le dije cuando me iba comer el primer bocado
Ovidio tenía su mirada de intriga fija en mi para ver qué tal me parecía el platillo, cuando finalmente me lo metí a la boca era increíble lo divino que estaba, no se si sea el lugar o la carne de cabrito lo que sabía tan rico. Yo sólo hice una mueca de que estaba súper bien y Ovidio sacó una sonrisa de satisfacción.
—Que rica esta madre chingaooo.- dijo a gritos cuando el pegó su primer bocado
-Te lo juro, si Emilio estuviera fijo me vuelve a decir gorda.- le dije entre risas pero con un toque de rabia. Podía estar enojadisima con Emilio pero era inevitable extrañarlo
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Entre la espada, la pared y los Chapitos.
RomanceLa vida es tan imprescindible, que nunca sabremos, ni estaremos preparados para las cosas que puedan ocurrir, sin embargo, es muy corta para vivirla tan tranquila y si hay algo a tener en cuenta es que las reglas se hicieron para romperse. -No se ac...