12. Inconfundible

3.8K 417 88
                                    

Si hay algún error me lo harían saber, gracias 🌷

Minho gimió contra su boca mientras las manos del azabache se perdían por su espalda y su trasero

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Minho gimió contra su boca mientras las manos del azabache se perdían por su espalda y su trasero. Luego abrió las piernas instintivamente al notar la dureza de su miembro rozando contra el suyo. Pero cuando Jisung hizo el amago de prepararlo, Minho rodó de costado, rectó hacia abajo y se detuvo frente a su entrepierna.
                     
De repente le dio una lenta lamida y el pelinegro abrió la boca por la impresión. Esperaba de todo menos aquello. Pero le gustó que tomara las riendas de la situación, y lo observó con lascivia mientras se dejaba complacer.
                     
El castaño agarró su erección e intentó metérsela casi entera en la boca. Aunque era demasiado grande y le costaba, ya que no tenía experiencia. Escuchó que a Jisung se le escapaba un gemido de placer, y sonrió. Sí, no lo estaba haciendo tan mal después de todo. Y chupó, succionó, movió la lengua con esmero por su glande y su tronco grueso. Lo notaba salado y caliente. El olor masculino que desprendía era maravilloso.
                     
Ahuecó sus mejillas y engulló su falo hasta la garganta, algunas lágrimas abandonaron sus ojos pero continuó succionando el miembro de Jisung con más fuerza, con sus manos masturbaba el resto de la erección que no lograba adentrar en su cavidad bucal y daba algunas caricias en sus testículos.
                     
Jisung sujetó su cabello en un puño, al tiempo que seguía contemplando como la cabeza de él subía y bajaba por su miembro erguido. El castaño comenzó aumentar la velocidad de sus succiones y a recorrer en forma circular su glande con la lengua, dejando pequeños besos para luego tragarlo todo de un golpe de nuevo. Hasta que el mayor tuvo que detenerlo para que no sucediera lo inevitable.
                     
―Mi-Minho...
                     
El chico siguió sus acciones, devorando su pene como si fuera el dulce más delicioso que hubiera probado nunca. Entonces supo que no tendría mucho tiempo para detenerlo cuando sintió el calor comenzando a aumentar en su parte baja. Y no, él de ninguna manera se correría en su boca, por muy tentadora que sonara esa idea, él no lo haría, quería durar un poco más y hacerlo dentro del castaño que definitivamente lo estaba llevando a la locura.
                     
―¡Para, para! ―le suplicó.
                     
―¿No lo hago bien? ―le preguntó preocupado.
                     
―¿Eh? ―parpadeó―. ¡No, no es eso! La chupas de miedo ―le aseguró.
                     
―¿Entonces qué sucede?
                     
―Joder ¿tú qué crees? ¡No me quiero correr! ―confesó irritado.
                     
Minho rompió a reír.
                     
―¿Sabes? Para ser un hombre elegante e influyente, a veces te expresas como un vaquero de Texas.                   

―Qué curioso, porque tú para ser una putita no tienes ni idea del sexo ―lo rebatió con aspereza.
                     
Lejos de ofenderlo su comentario avivó su carcajada. Después observó su expresión dura y su risa se apagó de golpe. Había algo escondido bajo aquella mirada oscura... Algo infantil y tierno que no dejaba de resultarle familiar.
                     
―¿Qué ocurre? ―inquirió el pelinegro.
                     
―A veces creo que te conozco de toda la vida ―declaró en voz alta.
                     
La mandíbula de Jisung se tensó por un segundo pero contempló el rostro del joven por el que suspiraba en su juventud y se inclinó para besarlo. Minho le correspondió con la misma dulzura. Era la primera vez que su piel se estremecía con el roce de otra piel. Ni siquiera Bangchan, el único hombre al que había amado, logró despertar una emoción tan profunda. Y comprendió que en realidad nunca había estado enamorado de él. Lo que sentía ahora era mucho más intenso. Era inconfundible.
                     
Jisung le dio la vuelta al castaño y colocó una almohada bajo su vientre para alzar un poco más su trasero. Agarró sus glúteos y le dio unos leves apretones.
                     
―Ahora es mi turno de darte placer ―dijo lamiendo sus nalgas y dejando una mordidita en su mejilla derecha.
                     
Minho se mordió el labio inferior para no liberar un gemido, el cual fue imposible retener cuando sintió los labios de Jisung besando su entrada para luego lamerla con su lengua húmeda. Suspiró al sentir como la adentraba y recorría sus paredes. Lo penetraba lentamente, encargándose de recorrer cada rincón de su interior.
                     
―Jis-Jisung... ―se estremeció cuando el azabache comenzó a golpear su punto repetidas veces, haciéndolo soltar pequeñas lágrimas de placer. Aún sentía su trasero adolorido, pero ya mañana se encargaría de enfadarse con él.
                     
Jisung retiró su lengua de su interior y Minho suspiró sintiendo un vacío que rápidamente fue reemplazado por el frío lubricante en los dedos del pelinegro.
                     
―Sé que aún te duele el trasero, por eso esta vez te dilataré bien.
                     
Cuando el chico estuvo ya dilatado, alineó su erección en su entrada y la acarició con su glande unos minutos haciendo desesperar al castaño.
               
—Jisung... P-Por favor.
                     
El mayor sonrió satisfecho y se adentró lentamente en él.
                     
Minho apretó las sábanas blancas con sus puños y con un lamento de placer, dejó escapar el nombre de su amante. Sí, ya lo creo que era inconfundible. Tan inconfundible que supo la verdad: acababa de hipotecar su corazón a un banquero. Lo que no imaginaba es que él también se había vuelto a adueñar del suyo. Y los dos se miraron asustados mientras hacían el amor.
                     
―¡Ah... Jisung! Así cariño...
                     
―Eres maravilloso ―susurró en su oído mientras mordía su lóbulo y aumentaba la velocidad de sus embestidas ―. Estás tan apretado, bebé...
                     
La habitación quedó sumida en el sonido de ambas pieles chocando y los chasquidos húmedos de sus besos acompañados por los gemidos.
                     
Minho acarició su enorme espalda, enterrado sus uñas en la pálida piel, a la vez que él entraba y salía de su cuerpo de una forma vigorosa y hambrienta. Pero a pesar de la pasión tan fuerte, hubo espacio para las miradas cómplices, las caricias y los besos acompañados de palabras tiernas.
                     
―M-Más rápido... Ngh... ―el castaño sintió una ola de calor recorrerle todo el cuerpo.
                     
Jisung llevó su mano debajo del vientre de Minho y atrapó su miembro, que yacía goteando presemen, rojizo por la falta de atención. Subió y bajó su mano recorriendo toda su longitud y se inclinó un poco sobre la espalda del menor, besando su cuello y depositando una mordidita en su hombro.
                     
―Córrete para mí bebé... ―dijo el pelinegro en un tono ronco y sensual que estremeció a Minho. Con su otra mano tomó el mentón del chico y giró su rostro para devorarle los labios.
                     
El castaño no esperó más para experimentar las convulsiones del orgasmo y liberó sus fluidos en la mano del azabache. Jisung siguió empujando fuertemente en su interior hasta depositar su esencia en él, liberando un fuerte gemido de satisfacción. El pelinegro se desplomó sobre la espalda de Minho unos minutos hasta recuperar sus respiraciones y calmar el ritmo desenfrenado de sus corazones. Salió lentamente de él y pudo ver como su semen se comenzaba a escurrir por los muslos del chico.
                     
Buscó un rollo de papel sanitario en sus gavetas y limpió su cuerpo, admirando cada centímetro de la piel palida. Riendo al notar como había marcado su palma en una de las suaves nalgas de Minho.
                     
Después de desechar el papel, regresó a la cama y se tumbó junto al menor, que yacía dormido. Contempló por unos minutos su expresión serena y el leve puchero que formaban sus labios, acarició sus húmedas hebras castañas y sus mejillas aún sonrojadas. Se acercó más a él y besó con suavidad sus labios, pasó un brazo por su cintura atrayendo completamente su cuerpo desnudo, sintiendo como Minho se removía acomodándose en su pecho, y disfrutando de la calidez que envolvía su ser, se dejó caer en los brazos de Morfeo.

 Se acercó más a él y besó con suavidad sus labios, pasó un brazo por su cintura atrayendo completamente su cuerpo desnudo, sintiendo como Minho se removía acomodándose en su pecho, y disfrutando de la calidez que envolvía su ser, se dejó caer en ...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Si hay algún error me lo harían saber, gracias 🌷

Love Debit : HanknowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora