18. El monstruo del sufrimiento

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Si hay algún error me lo harían saber, gracias 🌷

Entraron en una cafetería que había cerca de la gasolinera del pueblo, donde los camioneros solían desayunar tortitas y huevos, y los policías paraban a tomar café antes de seguir la ronda nocturna

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Entraron en una cafetería que había cerca de la gasolinera del pueblo, donde los camioneros solían desayunar tortitas y huevos, y los policías paraban a tomar café antes de seguir la ronda nocturna. Se sentaron en una butaca de cuero rojo que daba a una ventana grande. La camarera apareció mascando chicle y con una libretita en la mano. Minho se fijó en que su cardado iba a juego con el mobiliario del local, colores estridentes, lámparas colgando a lo largo de toda la barra, carteles luminosos, baldosas blancas y negras. Había incluso una gramola digital al fondo de la barra.

                     

—Wheein ¿qué te trae por aquí? ¿Ya has engañado a otro incauto? —bromeó la camarera.

                     

La vieja arrugó la nariz.

                     

—Mueve el culo y trae la carta. Hoy puedo permitirme uno de tus asquerosos cafés aguados —dijo enseñándole el dinero que Minho le había dado.

                     
—Que te den vieja bruja.

                     
—Que te den a ti —rezongó ella. Luego miró al joven y sonrió—. No se preocupe, en el fondo nos tenemos aprecio. Bueno cuénteme, ¿entonces viene buscando a la señora Hyuna?

                     
—Sí, ella trabajó en mi casa como ama de llaves cuando yo era pequeño.

                     
—¡Oh! —exclamó la vieja boquiabierta—, así que usted es el hijo del ricachón que la echó a la calle —comentó con una sonrisa burlona.

                     
—Creía que era yo el que había pagado por hacer preguntas —replicó molesto.

                     
La vieja rió abiertamente y se encendió un cigarro.

                     
—No se enfade, es que su caso fue muy sonado. Verá, cuando dejó de trabajar para su familia, vino al pueblo con el crío pero tampoco aquí encontró trabajo y...

                     

—Ya estoy enterado de eso, gracias —manifestó incómodo.

                     

—El caso es que yo cuidaba al crío cada vez que ella se iba a trabajar en el club. ¿Y cómo me lo agradece? Olvidándose de mí.

                     
—¿A qué se refiere?

                     
—Me refiero a que no se acordó de esta pobre vieja cuando se casó con ese millonario.

                     
—¿La señora Hyuna se volvió a casar?

Love Debit : HanknowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora