Las cartas que mandé

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Alice

El viaje a Mitras fue largo, de alguna manera Levi había logrado que sus cartas llegaran hasta mí, leerla me trajo nostalgia. ¿Así se sintió él durante estos últimos años?

Dos años fueron suficientes lejos de él y ahora tenía que esperar más para verlo.

—Podrías esperar a leerlas a solas—bufó Yamil frente a mí, su mirada era odiosa—¿Qué de bueno tiene que decir un demonio?

Estaba harta.

—¿Cuál es tu maldito problema?—pregunté molesta.

Siempre actuaba de esa forma cuando mencionaba a Levi, estaba harta de su actitud. El rostro de Yamil se enrojeció, no sabía si de coraje o de vergüenza.

—No tengo ningún problema, majestad—Yamil murmuró entre dientes mirándome.

—¡Claro que lo tienes! En el Imperio no eras así, ¡¿cuál es tu problema Yamil?!—pregunté molesta.

—No tengo ninguno, majestad...

—¡Explícame por qué te desagrada tanto Levi! ¡¿Por qué?!—grité molesta.

Su movimiento me tomó por sorpresa, Yamil tomó de mis hombros mirándome a los ojos.

—¡Porque él sí puede tenerte y yo no!—gritó molesta mientras que el rojo tomaba su rostro.

—¿De qué hablas?—pregunté confundida.

Yamil se alejó de mí, yo la observé sin comprender, volteé a Dan que se encontraba incómoda ante la situación. Mi mirada hacia ella exigía una explicación.

—Alice...—murmuró Yamil casi clavando sus uñas en el asiento cuero—Me gustas...

La sorpresa fue grande en mí, no sabía como reaccionar. Yo no sentía nada por ella, tampoco la miré algo más que una guerrera, al menos a Dan la consideraba una conocida cercana, casi una amiga. Para mí Yamil era solo una guerrera más con gran convicción.

—Yamil, no sé qué fue lo que hice para que lograra este sentimiento en ti—murmuré observándola, ella miraba hacia la madera en el suelo de la carroza—Pero, yo no siento amor más que por Levi.

—Lo sé y eso es lo que me molesta—me contestó mirándome a los ojos—¿Por qué un demonio de esta Isla pudo enamorarte?—preguntó furiosa.

No podía permitir esta subordinación. Levi aún no tenía el título, pero si lo quisiera lo podía tomar y sería él también rey del Imperio, como Damián sería el heredero de la corona.

—Con él me siento viva, feliz, segura, tranquila. Sentimientos que solo otra persona puede darme y ni si quiera está consciente que puede hacerlo.

—Pero si tan solo me dieras una oportunidad—la interrumpí de inmediato.

—Yamil, no—dije llevando mis ojos hacia el papel en mis manos—Aunque te diese esa oportunidad nada podría pasar. Tú no eres Levi—dije firme.

Yo conocía ese sentimiento muy bien, dolor y rechazo. Levi incluso me hizo sentirlo, sin embargo nunca lo había visto tan vivo en alguien.

Demon's BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora