SEGUNDA PARTE DE "DON'T LET ME GO"
"No confíes en ella. No confíes en su familia. No caigas, Levi, sálvate de los extraños. Sálvate de ella."
Cuando la sangre del demonio corre en una guerrera samaritana, nunca será predecible lo que pueda pasar y h...
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Cerca de la Muralla María
Finalmente el escuadrón de Floch se reunió con Alice y sus guerreras, con él estaba Hange, todos estaban sobre sus respectivos caballos. Hange había accedido a dirigirlos con Levi y Zeke.
—Comandante Hange, me alegra que colabore con nosotros. ¡Estoy ansiosa por reencontrarme con Levi y con mis hermanos!—exclamó Alice con felicidad.
Hange la observó preocupada, en una situación cómo esta no era posible estar así de feliz. Era más que obvio que su actitud era inusual.
—Suficiente. Hange dirígenos—dijo Floch alto, Alice se adelantó junto a su comandante.
—Uh, Alice...—murmuró Hange nerviosa.
—No te lo tomes personal, Hange. Es solo que extraño a mi familia—contestó Alice risueña hacia Hange.
—Entiendo. Siempre te ha preocupado tu familia y amigos, ¿no?—habló Hange mirando a Alice a los ojos.
—Me conoces muy bien, Hange—contestó Alice mirando el camino—Así que apresúrate a guiarnos. Por favor.
Hange la observó con miedo por el repentino cambio en sus expresiones que Alice tuvo, Floch se colocó a la extrema derecha de Hange y cabalgaron a gran velocidad.
Y entonces la lluvia cayó.
Pasó una hora sin tener un camino fijo, Dan notó que Hange le estaba dando tiempo a Levi dónde fuese que estuviese.
—Hange, ¿estamos cerca?—preguntó Alice desesperada—Yo solo me llevaré a mi familia, ustedes podrán llevarse a Zeke.
—¡Alice ese no es el plan!—exclamó Louise molesta acercándose a ella.
—¡Solo quiero estar con ellos, Louise!—exclamó Alice mirando a la rubia en los ojos.
Louise la miró con miedo, pues la pupila de Alice se expandió al punto de convertir su ojo en casi negro.
Un tremendo estruendo sonó bajo la lluvia, el escuadrón se detuvo y todos voltearon hacia la dirección de donde provino el temeroso ruido.
Hange lo reconoció de inmediato, pero para los demás bajo la lluvia les fue imposible saber la razón de aquel estruendo. Quizá un rayo por la lluvia que se vivía.
La atención volvió de inmediato a Alice, quien gritó de dolor y cayó a lado de su caballo estrellando su cuerpo contra el suelo. Casi al instante de caer comenzó a toser desenfrenadamente, solo las guerreras bajaron de su caballo para asistirle.
