Bienvenida devuelta a Marley

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Cuando Alice salió de la Isla tuvo que cruzar por Marley, al ser del Imperio se mezcló bien entre las guerreras Citlalin, ese mismo día Ikal viajó con ella hacia el Imperio, la manera en la que la recibieron la sorprendió.

Los samaritanos la veían como un milagro, tantos guerreros y no cedió al instinto de ninguno, de lo contrario, los samaritanos cedieron al instinto de ella. Estuvo aproximadamente dos años viviendo como una samaritana, la historia que Ikal le vendió a su gente y al mundo fue simplemente adecuada.

Itzel naufragó en Marley después de que el Imperio ayudara en la Gran Guerra de los Titanes, al perder la memoria no sabía de su pasado, hizo una familia hasta que una guerrera del ejército Citlalin se encontró con Alice, la trajo devuelta al Imperio dónde su instinto la hizo ascender hasta encontrarse con Ikal quién la ayudó a llegar al trono.

Para que la historia fuese aún mas creíble se hicieron muestras de sangre, estuvieron alteradas para esconder su sangre eldiana pero se liberaron al mundo para anunciar a la heredera pérdida del Imperio de la Luna. Aquella historia también funcionó para que el mundo dudara sobre la relación y trato que tenía Marley con el Imperio.

El mundo comprendía el odio a los eldianos y a la Isla Paradis, pero no podían comprender como Marley trataba a los samaritanos de la misma forma que a un eldiano. La simple existencia de Alice había revuelto los planes de Marley para el Imperio.

Como monarca del Imperio, el mundo no dudaba de ella, su instinto hacía a su gente doblegarse ante su poder y ellos lo hacían con gusto, era más poderosa que su antiguo líder y trabajaba a lado de Ikal.

Aprendió de su pasado, la historia llamaba a su abuela la heredera perdida del líder y antiguo tlatoani Ahuízotl, Itzel era su hija y a pesar de que ella era la nieta rápidamente tomó el antiguo apodo de su abuela.

Haber abandonado la Isla le regresaba la paz a los samaritanos, utilizaban el nombre y rostro de Alice para el bien del Imperio, aunque soldados regresaban a Marley, otros eran mandados a la Isla para ayudar y apoyarles en la guerra que se aproximaba.

—Se ve preocupada, Nelly—dijo Yamil a lado de ella, Nikté caminaba al frente.

Volteó a Yamil confundida, aún no se acostumbraba a ser llamada "Reina" en el idioma del Imperio, le sorprendía que la mirarán como una salvadora, después de años de vivir siendo subestimada por la élite de Stohess aún no creía en toda la gente que la idolatraba.

—Es mi primera vez en Marley, lo leí en los periódicos. Hay gente de todo el mundo ¿cierto? —preguntó Alice volteando hacia Yamil, ella le sonrío asintiendo.

—Y toda esa gente añora por conocer a la guerrera que movió a todo el Imperio y nos devolvió la esperanza, Alitzel—dijo Yamil usando el nuevo nombre de Alice, incluso eso en ella había cambiado. Ella solo asintió y siguió a Nikté.

—Gracias a ti, mi familia volvió a casa—dijo la líder sujetando de la mano de Alice, ella la observó y le sonrío.

—Me complace escuchar eso, Nikté—murmuró Alice.

Las puertas se abrieron dejando a los líderes entrar. Llamaban la atención por sus pieles descubiertas con tatuajes sobre ellos, exceptuando a la monarca.

Utilizaban un rojo vivo en sus prendas con patrones únicos del Imperio. También lucían joyas doradas, aquel metal que solo utilizaban durante eventos importantes como el de ahora. Bajó sus capas rojo intenso, tenían un playera larga de color blanco, sin mangas, sus pantalones ajustados y botas de cuero negro.

Los cuatro niños eldianos los observaron con terror y asombro, pues eran los únicos que no seguían el tan aclamado código de vestimenta de la fiesta. Las dos mujeres resaltaban sobre el hombre con ellas por el oro que llevaban y su vestimenta revelaba parte de su abdomen, además que una era de la realeza.

Demon's BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora