La alarma contra incendios retumbaba las paredes del edificio. Los vecinos no entendían que ocurría.
Hasta que de pronto, un pequeño omega se acerca lentamente a ellos.
-Fui yo, lo lamento...
-Bien hecho, cerebrito- dijo el alfa que tanto odiaba.
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Lia y el ministro caminan por el pasillo hasta llegar a uno de los cientos ventanales grandes que se encontraban en el palacio. El hombre sacó su celular y le mostró algo en la pantalla a Lia, creando una mirada de conmoción y extrañeza. Su cara se desfiguró.
—S-Señor Lee... ¿Esto es r-real? ¿C-Cuándo? ¿C-Cómo?— preguntó mientras llevaba tres dedos hacia su rostro para cubrir su boca, la cual estaba boquiabierta por tal noticia.
—Claro que si, los medios no saben nada porque ocurrió en su hotel— respondió guardando su teléfono en el bolsillo interior de su chaqueta, —Mierda— espetó mordiendo su labio, —Lia nos queda menos tiempo del que teníamos planeado, si esto sucede antes... ya sabes lo que viene. Debes convencer a Jimin de que se vaya de aquí, antes que el séquito de su padre lo convenza de quedarse contra su propia voluntad.
—Él solo quiere irse, señor Lee. Créame... pero él tiene un plan aquí y es contarle la verdad a su madre biológica— dijo Lia disimuladamente.
—¿Cómo sabes eso?
—Él me lo dijo, y entonces se irá para hacer su vida como estaba antes... todo esto ha sido muy repentino para él. Él no merece esto... Pero ahora... Dios, con esta noticia no se que pensar, todo lo que tenía planeado se esfumó... ¿Qué ocurrirá ahora señor Lee?— preguntó la chica mirando al ministro preocupadamente.
