La alarma contra incendios retumbaba las paredes del edificio. Los vecinos no entendían que ocurría.
Hasta que de pronto, un pequeño omega se acerca lentamente a ellos.
-Fui yo, lo lamento...
-Bien hecho, cerebrito- dijo el alfa que tanto odiaba.
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Jimin cerró la puerta con su pie izquierdo mientras caminaba hacia la cocina para dejar el pastel de chocolate.
¡¿En qué estaba pensando él?!
-¿Jiminie?- preguntó Hoon llegando a la cocina interrumpiendo todo pensamiento que Park tenía en su cabeza. -¿S-Sí?- dijo caminando hacia él. -Um... bueno... ese chico, es... ¿algo tuyo?- preguntó ladeando su cabeza hacia la derecha -se veía enojado-.
¿Enojado?
-Es solo un vecino al que le gusta m-molestarme, Hoonie... no te preocupes...- suspiró y le regaló una sonrisa de serenidad. -Está bien, Jiminie- sonrió el hermoso chico dejando otro mechón detrás de su oreja, -Lamentablemente me tengo que ir... mi madre me está esperando y no quiero llegar tarde a su cumpleaños. -¡O-Oh si cierto! ¡Ve! N-No la hagas esperar m-más, Hoonie.
Hoon caminó hacia la sala de estar y guardó cada una de sus cosas en su mochila y se acomodó los zapatos nuevamente. Bajó su vista al pequeño omega y sonrió acercándose a él. Como reflejo, Jimin cerró sus ojos y se dejó llevar, sin embargo, todo lo que obtuvo fue un tierno y gentil beso en su frente.
-Nos vemos pronto, Jiminie... ¿Estamos hablando?- preguntó acercándose a la puerta y el rubio asintió anonadado, -Bien... adiós, pequeño- el alfa salió del departamento para dirigirse al ascensor y desaparecer por completo en él.
