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El tránsito estuvo de nuestro lado porque en menos de diez minutos estuvimos en el famoso parque de diversiones de Seúl y me alegría incremento cuando al bajar del auto Jungkook tomo mi mano sin vergüenza y sin ningún tipo de vacilación.

Me sentí como siempre me había sentido con él desde que lo conocí; seguro, y en paz.

Como siempre al llegar al parque se ven las atracciones para menores y entre ellas tiro al blanco para ganar peluches u otros regalos que tiene en la mini feria. Sin duda, sí, fuimos a ese y Jungkook gano un pollito de peluche para mí.

—¡Me encanta!—. Le dije saltando de emoción, mientras abrazaba mi peluche. Él me sonrió, con ojos brillosos por las luces que alumbraban el lugar— ¡Vayamos allá!—. Señalé la montaña rusa y el abrió los ojos, incrédulo.

—¿Te gusta eso?—. Preguntó sonando bastante asombrado. Me permití disfrutar de su expresión facial, casi nunca demostraba eso a la hora laboral y me gustaba que lo hiciera en mi presencia. Yo asentí sin borrar mi sonrisa— Bueno, pues, vamos.

—¡Si!

Lo jale de la mano y nos fuimos a la fila, había poca gente así que al segundo turno ya pudimos montarnos. Él apretó mi mano y yo lo imité, entonces el juego comenzó y mis gritos no se hicieron de esperar, él estaba riendo y dejando que la brisa desordenara su hermoso cabello azabache. Luego de ese subimos a las tazas giratorias, luego a los carritos chocones, luego volvimos a la montaña rusa, entre más gritos y risas, con miradas cargadas de sentimientos y una familiaridad agradable.

Cuando nos bajamos de la última atracción vomite todo lo que tenía en el estomago en un contenedor de basura, apenado y con él dándome palmadas poco fuertes en la espalda. Dar tantas vueltas y mareos me cobro una factura enorme, y algo vergonzosa para nuestra primera salida.

—Tranquilo, dejalo salir.— me susurró sin dejar de tener ese cálido contacto físico sobre mi.

Yo me reincorpore y lo mire con un puchero y ojos llorosos por las arcadas que tuve. Nunca antes me había divertido tanto en mi vida, pero sin lugar a duda éstas atracciones eran más intensas que las de Busan porque mi estómago ardía y sentía mi garganta reseca, lo que quiere decir que ya no podía más con mi alma. O al menos no para montarme en otra atracción más.

—¿Podemos ir por.. Algo de beber? Por favor.— pedí cuando me calme un poco.

Jungkook, sin decir algo más, tomó de nuevo mi mano y me guió a un puesto de comida.

—¿Quieres algo más?—. Preguntó y yo negué levemente, no podría, no sin antes volver a vomitar. Se giro de nuevo al hombre y pidió dos aguas y un refresco mediano. Cuando le dieron lo pedido y pagara nos fuimos a sentar a unos bancos de madera pulida— ¿Agua o refresco?

—Agua.— él me abrió el pote y sin esperar más me bebí el agua sin pausa, mi garganta lo agradecido infinitamente— Gracias, no se que me paso.— dije sincero.

—Lo veía venir, pero me alegro que hayas sido valiente.

Me reí y bufé negando con la cabeza— No fui valiente, no lo volvería a hacer de nuevo ni porque me pagaran.

—No importa, queda la experiencia.— dijo sin darle valor. Abrió el refresco y tomo unos sorbos para luego dármelo a mi— ¿Quieres seguir, o vamos a otro lugar? Tengo entradas para un lugar que se que te podría gustar.— agregó el final.

—Claro.— dije chiquito, emocionado porque no nos iríamos a casa aun—. Pero... ¿puedes conseguirme otro peluche antes?— pedí como todo niño infantil.

El diario de un virgen enamorado✵Kookmin©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora