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Al siguiente día de nuestra desenfrenada noche de pasión, y muchísima emoción por mi parte, me sentía maleable y bien contento con la vida, sentí que me sacaba un peso de encima y estaba tan relajado que Jungkook tuvo que encargarse de muchas cosas por mí. Aunque lo retribuimos al creer que era por aguantar tanto ayer.

Sea lo que sea, nada me importaba.

«Así que esto se siente tener sexo... ¡Lo quiero hacer todos los días!», dijo agitada mi subconsciente, tan diferente a mi cuerpo en paz. Porque sí, por fuera era el limbo andante pero por dentro aun podía recordar las sensaciones que viví, el placer sobrepasaba mis expectativas, él cubrió cada una de ellas con demasiada potencia.

Aunque de eso a hacerlo todos los días... Pues no creía poder llegar a aquello, a pesar de amar la forma en la que nos complementamos al tener sexo, me arruinaría las caderas y el trasero.

Mi subconsciente lloriqueo, aferrándose a la idea de tener sexo cada veinticuatro siete.

Idea desechadisima, anoche estaba volando en el cielo, pero hoy cuando me levanté no pude durar un segundo más parado sin que mi interior no doliera y medité en que ése era el dolor del que Taehyung me advirtió. Por otra lado, gracias a mi dolor, Jungkook me ayudó a bañarme, también a vestirme y pidió el desayuno a recepción para no tener que salir y dejarme solo, era frustrante y dolía, pero él estaba ahí para mí y lo complementaba todo.

—De camino a casa de tus padres tenemos que comprar algo para el dolor.— dijo Jungkook viéndome con preocupación— Creo que no pensé claramente ayer cuando te folle.


La sangre subió a mis mejillas y tapé mi rostro con la almohada, avergonzado por su vocabulario descarado.

«¡Me derrito!», canturreo mi subconsciente deslizándose lentamente por una pared imaginaria. Bufé ante mi pensamiento, más no me destapé de eso se encargó él después de decir:

—¿Qué? ¿Te duele? ¿Por qué te tapas?—. Preguntó. No hacía falta verme en un espejo para saber que el rojo pintaba mi cuello, mis orejas y mis mejillas.

—¡N-no puedes decir las cosas a-así!—. Jadee abochornado.

Él procesó la información, luego sus palabras y mi reacción, y cayó en cuenta de mi enrojecimiento sonriendo con sorna.

—¿Qué? ¿No te gusta escuchar la palabra follar? ¿También te da pena la palabra pene y culo?— bufó divertido. Mi cara empeoró y está vez tapé mi rostro con mis manos chillando de vergüenza. Él soltó una carcajada.

—¡N-no te rías!

Él siguió riendo acercándose más a mí para tomar mis muñecas y tirar de ellas hacia abajo, dejé mi rostro en descubierto pero infantilmente cerré los ojos para no verlo.

—¡Vamos! Mirame.— pidió. Yo negué— Anda, mirame y dejame darte un besito.

Hice mi boca una de pato para recibir él beso pero en vez de poner sus labios posó su mejilla.

—Mirame y te beso bien.— pidió de nuevo.

Suspirando entre cerré los ojos y lo miré entre la bruma volviendo a colocar mi boca en un pico. Él rió y me besó cariñosamente.

El diario de un virgen enamorado✵Kookmin©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora