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Al día siguiente me levante antes que Jungkook, activo y con muchas ganas de pasar un día fenomenal. Hice un pequeño itinerario en mi mente para llevar el orden de lo que íbamos a hacer durante todo el día del domingo. Primeramente le iría a comprar un buen desayuno a mi hombre, así que me alisté y salí lo más silencioso posible directo al bufé del hotel, una vez ahí pedí lo necesario para ambos y bebidas energéticas, porque estaba seguro que hoy íbamos a sudar.

Mi subconsciente me miró con una cara pervertida, y casi que me sonrojo por mis impuros pensamientos.

Cuando mi pedido estuvo listo subí corriendo de nuevo a nuestra habitación, quería ordenarlo en la bandeja y hacerle una bonita decoración para entregarle mi regalo. Cruzaba los dedos mentalmente para que no se despertara.

Quería salir a pasear por el centro, ver que nos gustaba y quizás ver algún museo y tomarnos fotos para recordar el momento. «Y el día de tu desfloración, por supuesto.»

Al llegar a la habitación todas mis esperanzas se fueron a la basura al verlo salir del baño con una toalla enrollada en su cintura. La vista era estupenda, no lo voy a negar, pero quería darle una sorpresa. Cierro la puerta sin dejar de mirar su glorioso abdomen.

-¿Y esa carita de decepción?-. Me preguntó buscando ropa en el bolso, yo fui por la bandeja y deje el desayuno empacado en la mesita.

-No, no es decepción, es que quería despertarte con el desayuno y mi regalo.- le hice saber, sabiendo que tenía un puchero en mis labios.

Era algo que lograba convencerlo de darme mimos, y no me quejaba.

Él sonrió atrayendome en sus brazos.- Eso no importa, me trajiste el desayuno y es un lindo detalle.- se alejó un poco y me dio un beso en los labios- Gracias, bonito.- me guiñó un ojo y dándome una palmadita en el trasero me dejó ir sonriendo tan hermosamente.

Todo embobado asentí con una sonrisa yendo a ordenar el desayuno como quería desde un principio. Tarde poco en ello, corrí a mi bolso y con sutileza de que no viera que traje lencería y condones, saqué la cajita que había comprado hace unos días para éste día en particular y volví a la bandeja dejándola a un lado. Con calma la dejé en la cama y rápidamente él se sentó agarrándola antes que todo.

-¡Oye! Se que es tu regalo pero deberías comer primero.- le dije un poco divertido, aunque si no le hubiera prestado atención ya estaría teniendo un ataque de nervios, es decir, tengo nervios pero al menos sé que él quiere ver mi regalo.

-Lo siento, amor, pero de verdad tengo curiosidad.- me dio un beso haciendome sonreír y seguidamente jaló la cinta y abrió la tapa de la cajita dejando ver el lindo collar con sus iniciales.

-Cada vez que te levantas por las mañanas a vestirte veo que decoras tú cuerpo con relojes, anillos y zarcillos pero nunca te había visto con una cadena y pensé que sería lindo regalarte eso de mi parte, el corazón sería yo, así que cuando estés lejos siempre me llevaras en ti.- expliqué suavemente mientras él veía con atención su regalo.

Cuando fui al centro comercial me costo mucho llegar a la conclusión de un regalo perfecto para él, porque materialmente él lo tenía todo, hasta que en una tienda vi las lindas cadenitas y pensé que regalarle una sería lo ideal, para complementarnos también compré una para mi y pedí a la dependienta que añadiera un corazón, lo que simboliza lo nuestro. No estaba seguro si le gustaría y eso me tenía distraído pero ahora, al ver su sonrisa y esos ojos oscuros mirándome con amor, no me cabía duda de que le había gustado.

El diario de un virgen enamorado✵Kookmin©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora