Amistad

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A la mañana siguiente Guren y Shinya se levantaron temprano para ir al hospital a cuidar de su hijo. Ni siquiera se molestaron en ir al sótano a ver a Mikaela. Cuando llegaran al hospital, Guren aprovecharía y hablaría con Kureto sobre el paradero del rubio.

Cuando llegaron a la habitación de Yuu en el hospital tenían sentimientos encontrados, el alivio de saber que estaba vivo y la angustia de ver que no despertaba.
Shinya se cercó y le acarició el rostro a su hijo. Le ponía triste pensar que había estado aquí solo toda la noche.
La habitación era amplia y estaba bien iluminada, pero se respiraba un ambiente frío y enfermizo, como en todos los hospitales.
Mientras Shinya se dedicaba a mirar y acariciar a su hijo, Guren no podía evitar culparse a sí mismo de que Yuu estuviera en esa situación. ¿Y si no despertaba nunca?
Si no le hubiera llevado al laboratorio...

Para evitar castigarse a sí mismo con la culpa, decidió que cuando llegase a casa iba a desahogarse con Mikaela. Pero para eso, tenía que hablar con Kureto.

—Shinya, quédate con Yuu. Iré a hablar con Kureto.— El peliblanco asintió.

Guren caminaba decidido por los pasillos rumbo al laboratorio de su amigo. Los guardias de la puerta le reconocieron, por lo que le dejaron pasar. Entró y se quedó observando la sala llena de máquinas que ya vio hace escasas horas, cuando la tragedia había ocurrido.
Buscó a su amigo y lo halló en el fondo del laboratorio analizando lo que parecían ser muestras de sangre.

— Hola, Kureto.— este se giró, sorprendido de la presencia de su amigo ahí, con lo que había pasado pensaba que no volvería a verlo en un tiempo.

— Vaya Guren, qué sorpresa. He oído que Yuu está en coma. Es un milagro que sobreviviera. Debes estar pasando un momento muy difícil.— Dejó lo que estaba haciendo en la mesa para prestarle toda su atención.

—Bueno, el hecho de tener al asesino de mi hijo entre mis manos me alegra un poco. Le haré pagar por lo que le hizo a mi hijo.

—¿Qué? ¿Lo tienes tú?, Desde ayer lo hemos estado buscando. Al parecer se escapó de su celda. Es una suerte que ya sepamos su paradero, podría hacer daño a alguien de nuevo.

— Ayer dijiste que el vampiro era un asesino, ¿a quién ha matado? Al parecer Yuu no sabía nada de eso.

— Hace unos años mató a una niña. Llegó al hospital desangrada y no se pudo hacer nada por ella, tuvieron que cerrar el caso por falta de pruebas. Hasta que hace unos días su hermano denunció a Mikaela y al parecer sí fue él, ya que la mordida del cuello de la niña encaja con sus colmillos. Y no hemos encontrado ningún otro chupasangre desde hace siglos. Tiene que haber sido él.

Guren escuchó todo asustado, y arrepentido de haber incitado a su hijo a ir con ese ser repugnante todas las tardes. Si Yuu despertaba debía contárselo para que se diera cuenta de lo peligroso que era.

— Ya veo, ¿la sangre que estás a analizando es del vampiro?— Preguntó mirando las muestras que tenía Kureto en la mesa.

— Sí, le estuve haciendo algunas pruebas y está comprobado que cuando está hambriento se pone muy agresivo, parece que le es difícil resistir los impulsos. Aún estoy estudiándolo. Ahora que sé que lo tienes tú podré seguir con los experimentos.

Guren se sintió extraño al recordar la cara de Yuu cuando entró en el laboratorio y vio a Mikaela. La manera en lo defendía, cómo se preocupaba por él a pesar de que estaba fuera de control...

Se sintió mal al haber pensado que él iba a ser partícipe de la tortura al rubio. Pero no podía sentir empatía por él. No después de que matara a su ser más preciado.

—De eso quería hablarte, me gustaría tenerlo en mi casa por un tiempo. Te aseguro que no le hará daño a nadie. Simplemente quiero vengar a mi hijo. Después te lo devolveré para que sigas con tus experimentos.

Encerrado. {MikaYuu}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora