Visita Inesperada

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Después del accidente, Mikaela se preocupó bastante

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Después del accidente, Mikaela se preocupó bastante. ¿Y si el chico llamaba a las autoridades? No podía permitirse que le descubrieran después de tantos años. Necesitaba arreglar las cosas con ese chico. Y lo haría lo antes posible.
Aún no se creía que hubiera sido capaz de perder el control de esa manera, aunque era normal pues; llevaba meses sin ver sangre humana fresca y recién salida del cuerpo. Se le hacía la boca agua de sólo pensarlo. Con sólo ver ese apetitoso fluido se descontrolaba totalmente, no podía resistirse.

Ahora, al día siguiente de que el azabache saliera de su casa, se sentía muy sediento. Ver sangre fresca después de tanto tiempo le había dado demasiada sed.
Se dirigió a su "cocina", pues no había ningún electrodoméstico. Solo una mesa y una despensa de madera donde guardaba bolsas de sangre que robaba de vez en cuando del hospital. Aunque siempre bebía lo menos posible para no tener que robar tanta y pasar desapercibido. Quizás esa era la razón por la que estaba más débil de lo que en realidad era. Dos o tres veces al año, mataba personas en la noche, pero siempre borraba las pruebas.
Más de una vez tuvo la tentación de salir cada noche a alimentarse, pero eso le delataría y alertaría a la policía.
Para los vampiros era muy diferente alimentarse de una bolsa a cazar ellos mismos a su presa, esto último se sentía mucho mejor; la sangre estaba fresca, podía seleccionar al humano que quisiera y podía sentir sus expresiones de dolor al ser mordido. Además, estaba en su naturaleza cazar, de hecho, por eso tenía esos afilados colmillos, si no tuviera que hacerlo no los tendría, era su instinto el que le decía que debía atacar para sobrevivir.

Tomó una bolsa y comenzó absorber, estaba amarga y caliente. Sabía mal, pero valdría para quitarse la sed. Cuando la acabó pensó en una forma de hacer que el azabache guardara silencio sobre su secreto, pero no sabía qué hacer. Pues estaba seguro que el chico no querría acercarse a él.

Solo se le ocurrió ir a disculparse y convencerlo de que no contase nada, si no le hacia caso le amenazaría.

Yuuichiro, después de no dormir en toda la noche, se dirigió a la cocina a tomar el desayuno. Y allí estaban sus traviesos padres. Le sirvieron el desayuno y Shinya preguntó:

—Yuu, ¿Que te parece si invitamos a tus amigos del instituto a almorzar hoy? Hace tiempo que no vienen.

—Claro, ahora les aviso.

—¿Quieres invitar también a tu amiguito el vecino?— Preguntó Guren curioso.

Yuuichiro abrió los ojos de par en par y negó con la cabeza, sus padres se sorprendieron.

—Es que no conoce a mis amigos, sería incómodo.— Dijo Yuuichiro justificándose.

—No eres muy bueno haciendo amigos.— Rió Guren.

—Como quieras.—Dijo Shinya.

Los Guays😎

Yuuichiro: ¿Queréis venir a almorzar a mi casa hoy? Mis padres y yo os invitamos.

Encerrado. {MikaYuu}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora