Monotonía

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Guren y Shinya salen dispuestos a entrar en la vieja casa del vampiro. Por fuera no tenia un aspecto muy alentador, pero por dentro... Parecía una casa de película. Todo estaba oscuro, las ventanas cerradas y sin dejar entrar un rayo de sol. Activaron las linternas de sus móviles y observaron los cuadros de las paredes. Daban miedo, parecía que acababan de entrar en la casa del terror. La pareja quedó asombrada con la decoración, parecía que al cruzar el umbral de la puerta se hubieran trasladado a otra época.

—Mira, Guren, este niño se parece a Mikaela, ¿Será él?—Dijo señalando el cuadro más grande del pasillo, el cual ocupaba casi toda la pared.

— Pues sí que se parece, pero este cuadro... Es el típico retrato que mandaban a pintar las familias nobles en el siglo XV.

A Guren le recorrió un escalofrío, ¿Cuándo tiempo habría vivido Mikaela? Sin duda era él el niño del cuadro, estaba junto con una pareja que parecían ser sus padres, ya que se parece mucho a ellos, sobre todo a la madre. Los tres estaban serios y con los ojos muy abiertos, realmente parecía que el cuadro se les quedaba mirando. Vestían ropas de la época dignas de la familia real. Ahora entendía por qué el vampiro siempre vestía tan anticuado.

Continuaron caminando por el pasillo hasta que encontraron lo que sería la cocina, con apenas unos muebles de madera. Abrieron un pequeño armario y encontraron dos bolsas de sangre de hospital.

—Supongo que se referirá a esto.— Guren cogió las bolsas y salieron de allí lo antes posible.

Fueron a su casa y bajaron al sótano, para darle las bolsas tendrían que abrir la puerta. Guren quería asegurarse de que Mika no les haría nada.

— ¿Sigues atado? Traemos la sangre.

—Sí, pero para beberla tendré que quitarme las ataduras.

—¡Ni se te ocurra! Te la damos nosotros.

Guren se volvió a Shinya y le dijo:

—Entraré yo.

—Espera, quiero entrar yo, sé que es un vampiro porque me fio de lo que dices, pero nunca lo he visto con mis propios ojos.

—Pues entremos los dos.

Abrieron la puerta y se encontraron al rubio en una esquina atado de pies y brazos. Shinya se acercó con una bolsa y el vampiro se incorporó al oler la sangre.

—¡Que asco! No entiendo como puedes beber eso tan caliente.— Dijo Guren.

Shinya le extendió la mano con la bolsa abierta y lista para sorber y el vampiro no dudó. Shinya se sorprendió de ver a una criatura así. Pero apenas tomó un sorbo, paró.

—¿Qué pasa?—Dijo Shinya.

—¿Tenéis ese aparato para enfriar comida?, Yuu-chan me dijo que todo el mundo lo tenía.

—Mmm ¿Te refieres a la nevera?

—Sí, meted ahí la bolsa, así sabrá mejor.

Subieron e hicieron lo que dijo el vampiro. Lo que faltaba, ahora tenía que estar atendido los caprichos de ese chupasangre.

Guren le comentó a Shinya que lo mejor sería que el rubio hiciera todas las labores del hogar a modo de castigo, así ellos no tendrían que hacer nada y les serviría de algo tener en su casa a ese idiota, además de para pegarle de vez en cuando. Ya había visto que el vampiro no tenía malas intenciones, además si hubiera querido, ya se hubiera escapado. Y tampoco tiene a donde ir.

Shinya estuvo de acuerdo, le quitaron las ataduras y le dejaron subir a la casa.

Le explicaron todo lo que debía hacer y cómo hacerlo para que no hubiera confusiones.

Encerrado. {MikaYuu}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora