Tenía tantas cosas encima.
Realmente tenía tantas cosas encima.
Por eso cuando Joza tocó la puerta de su despacho, sintió un buen alivio de tener un pequeño break. Conociendo a su amiga, no la dejaría hacer su trabajo con preguntas.
Pero todo iba bien, el par de tazas llenas de café estaban a lado de ambas mientras compartían palabras. Joza fue muy delicada en el tema y no fue hasta que su "delicadeza" extraña comenzó a disiparse entre oraciones y Bela sufre una horcada cuando logró entender.
¡Hija de la reverenda puta!
Joza le ayuda a recomponerse, le da tres palmadas en sus pulmones que no hacen más que doler y no ayudar en nada. Bela la aparta con brusquedad y logra respirar aún con un pequeño dolor en la garganta.
Joza había dicho algo. No estaba segura en qué orden lo dijo o qué fue lo que la horrorizó en demasía. Si la parte en que le confiesa que se había hecho buena amiga de Ana y que esta ya sabía básicamente su vida o que existía en su celular cierta grabación o mejor dicho, confesión de Bela, hacia cierta mujer morena y que es maestra de primaria. O que, sin querer, le ha mostrado la cierta confesión/grabación a Ana, quien resulta ser la sobrina de la misma morena.
El alivio de tener a Joza esa tarde se esfumó en el aire. Y unas ganas tremendas de ahorcarla se incrementó por las venas de la abogada. Nunca había odiado tanto a su amiga en la vida. Pero de todas formas, ambas seguían ahí porque Bela necesitaba escuchar qué más le había dicho a Ana.
Gracias a Dios que no fue mucho. Gracias a Dios que solo fue ese puto audio.
—¿Y qué diablos fue lo que dije? —preguntó, haciéndose la dura, mas las mejillas rosadas decían todo lo contrario.
Como respuesta, se escuchó en la tan mencionada grabación y se avergonzó de sí misma luego. Joder, quería de verdad meter la cabeza en algún hoyo.
—¡No lo puedo creer! —exclamó llevándose ambas manos a la cara.
—¿La parte donde actúas como una adolescente o la parte donde Ana ha escuchado tu audio? O... ¿la parte donde confiesas tus sentimientos por...?
—¡Cállate! ¡Cállate! —interviene enseguida—. Ahora, más que nunca, debes quedarte callada sobre esto que sabes. Borrar el audio si es posible. Si el juez o Estefanía se llegan a enterar de que siento por mi cliente, Estefanía me hará la vida imposible y el juez me tachará de no profesional. No puedo permitirlo.
—Aguarda ahí, ¿Estefanía? ¿La... Estefanía?
—Esa misma.
—Pero no entiendo, ¿en qué momento apareció? ¿Cómo está? ¿Sigue enojada?
—Es la abogada contrincante.
Joza ríe, esas risas nerviosas que evitan mostrar la incomodidad del momento.
—Tienes mucha, mucha suerte. Algo bueno has de tener para que tanta mierda te pase —dijo la más alta.
Cuando estaba por contestar con una grosería, su teléfono suena.
Es Rebecca quien había llegado a su casa por la reunión que tenían. La había olvidado por completo, en casa solo estaba su hijo con la cuidadora, pero ella se quedaría solo treinta minutos más.
—Voy enseguida.
Sacó a Joza de su oficina y cerró avisando a los demás de su partida con solo una señal de mano. Se despidió de su amiga y en menos de una hora ya estaba en su casa. Nerviosa porque no quería que Rebecca la esperase tanto, pero la sorpresa fue entrar sin hacer mucho escándalo con la puerta, dejar su bolso en el mesón de la cocina y encontrarse a su hijo dormido en las piernas de su profesora mientras ella le hacía cariños en su cabello.
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En Otra Vida
Non-FictionSi esta es la vida en la que nos prometemos un final feliz, entonces, ¿por qué resulta tan complicado amarte como antes? ¿Qué nos pasó?