¿Acaso llorarías si me vieras llorar? ¿Acaso temblarías si me vieras temblar? ¿Acaso sufrirías tú en mi lugar?
La respuesta es sí.
Porque así es el amor.
En las buenas y en las malas.
Bela West al fin se da cuenta.
Rebecca se mostró resiliente a la abrumadora hora que estuvo dentro, tanto que una vez estando afuera, corrió hacia los sanitarios... y se desmoronó. Había estado en un estado de conmoción que iba pasando y poco a poco repara en lo trágico que acabó su matrimonio. Ana y Bela esperaban, preocupadas por la salud de la mayor. Era demasiado tarde, mas ninguna tenía intención de marcharse sin confirmar que la pelinegra se encuentra bien.
—Tía —dijo Ana abrazándola cuando salió y Bela se irgue para recibirla con aprensión.
Era todo raro, se sentía diferente. El vestido estaba mojado y las manchas rojas ya no se apreciaban, como si Rebecca haya lavado con sus propias manos el vestido para sacar el color, para olvidarse del cadáver que cayó en su cuerpo. Sus ojos estaban hinchados, recién terminaba de llorar y sus mejillas tenían residuos de lágrimas confirmándolo.
Bela sintió un pinchazo recorrerle el pecho.
Le dolía verla así.
La respuesta es mil veces sí.
—Rebecca... —llamó, pero la mayor la ignora, ocultándose de ella y no sabe si por vergüenza o por enojo.
—Vamos a casa, quiero largarme de aquí.
Ana le da una mirada a Bela y se disculpa, sabe sobre los sentimientos de la abogada hacia su tía y aunque fue difícil para ella, esa dificultad lo hace verdadero, ¿no?
Plus, Joza insistía tanto en el tema y ella seguía sin creerle una sola palabra hasta que vio el video de Bela borracha y se quedó congelada al escucharla decir cosas. Cosas muy sinceras. Un poco difícil de entender, pero que afirman la teoría de Joza.
Bela West estaba enamorándose de Rebecca.
Ante el recuerdo y la pena ajena, Ana se lleva a su tía con velocidad.
Entonces, Bela se queda ahí. Trabada en medio de todo un caos que acaba de meterse sin pensarlo y no se arrepiente, pero en vez de estar analizando el segundo movimiento, dejar de pensar en la morena es inevitable.
Hasta que escucha una voz. Una sonrisa media irónica que se convierte en un rostro familiar. La había visto en algún lado.
—Pero si Bela West ha tomado el caso del año —comentó con el mismo gesto que hace dudar a la abogada. Una sorpresa fingida.
¿Quién demonios es la tipa?
—Y veo que no tienes la cabeza para recordarme —agrega.
Bela se pone de pie, sin ánimos de aguantar la chiquillada de nadie, prefiere también volver a su casa, pero la mujer la detiene poniendo un dedo en su hombro y evitándole el paso.
—Pon a trabajar ese cerebro tuyo y haz memoria, West.
¿Eran normales las ganas de golpearla? Porque debería repensarlo sabiendo que se encuentra en una comisaría. Bela aparta la mano de su blusa como una dama y le sonríe de vuelta, enfrentándola. Aparece de la nada y le exige estupideces.
—No debes ser nadie importante si no te recuerdo.
La otra mujer suspira y luego se ríe, quitando la alegría una vez que mira a la abogada.
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En Otra Vida
NonfiksiSi esta es la vida en la que nos prometemos un final feliz, entonces, ¿por qué resulta tan complicado amarte como antes? ¿Qué nos pasó?