Capítulo Tres

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 Se aferró al cuerpo pequeño sintiéndose un poco mala por dejarlo con Margarita a esa hora.

La joven, quien no creía la historia que Joza le contaba sobre lo ocurrido en el centro comercial, miraba desde la puerta a su jefa, en horas altas de la noche, ya cuando las aguas se calmaron en esa casa.

No dejaba de respirar el aroma del shampoo que desprendía del cabello negro tal cual como su madre. Es que son dos gotas de agua, ni siquiera parece que la mujer necesitó de un hombre para tener a ese niño, pero esa idea es absurda y científicamente imposible; pero es que nunca ha visto al padre del niño tampoco, ni en pintura ni en cuadro y cuando por accidente el niño lo menciona, su jefa cierra el tema enseguida.

Se puso erguida al verla retomar la compostura y dejar al pequeño dormir por fin. Limpió su falda y se dobló las mangas de la camiseta negra. Se pregunta si incluso para ir a una discoteca, su jefa se rige en vestir tan formal y hace memoria tratando de recordar cuándo fue la última vez que la vio actuar como una ama de casa. No, jamás, apenas y se deja tratar insólitamente por su mejor amiga y eso es mucho, demasiado como para que Joza no recibió un fuerte grito de parte de la abogada.

—Sabes qué hacer si llegase a pasar algo, ¿verdad?

La voz gruesa la sacó de sus pensamientos. Está ahí, a esa hora, solo porque necesita el dinero y la abogada es muy generosa cuando se trata de su hijo. Entonces sí, ella sabe lo necesario y demás, todo aprendido por la mayor quien le indicó desde el principio cómo sería trabajar para ella. Y tampoco es que se queja; West pasa el mayor tiempo del día fuera y el pequeño es un angelito, así que suena ficticio imaginar que algo grave sucediera estando solos.

—Sí, señora.

La ve darse la vuelta e indicarle que deje el cuarto. Apaga la luz y cierra la puerta como pensándolo dos veces si sería correcto dejar a su hijo solo con la empleada, mientras ella sale con su mejor amiga a una discoteca habiendo sucedido el inconveniente en la tarde. Porque al llegar revisó como loca el cuerpo de su hijo, le hizo un cuestionario tonto y le llenó de abrazos, mientras que Joza y Daniel se miraban cómplices. Quizá sí exageró un poco al reaccionar, pero como lo dijo antes, no se imagina una vida si Daniel se le va injustamente como pasó con su novio y sus padres. Una pérdida así no lo soportaría y es una autoamenaza.

—Me llevaré tres horas, cuatro a lo sumo. Si quieres quedarte a dormir, me avisas antes de que yo regrese.

—Lo haré, señora. Disfrute la noche.

Y con esa frase, Bela decide prestarle atención para mirarla aturdida. Disfrutar de la noche no suena bien, pero tampoco estaría mal. En el fondo, todos quienes son cercanos saben que West debe relajarse y tener un poco de acción por una noche al menos, es que es tan amargada y cerrada que la gente comienza a hacerse la idea de ellos teniendo sexo con la abogada. Dizque para subirle el ánimo.

Bela suspira porque ha escuchado esos comentarios machistas y el sonidito se intensifica al escuchar la puerta golpear.

—Entonces, así sea lo más mínimo, me avisas.

No fue una sugerencia, fue una orden. Margarita asiente sabiendo que Bela no tomó en cuenta su gesto y al abrir la puerta, ve unas piernas delgadas, con unas caderas pequeñas y un abdomen exageradamente plano, un busto casi invisible y una sonrisa gigantesca. El cabello azabache de Joza brilla en cada onda que se le crea espontáneamente y su maquillaje la hace ver más hermosa de lo que es. Su estatura aumentó un par de centímetros por los llamativos tacones mientras que al ser comparada con su jefa, tampoco es que debería envidiar algo. Bela, aunque a su estilo, luce también muy atractiva. Los tacones no le ayudan a llegar a la altura de la recién llegada, es de por sí unos centímetros más pequeña, pero sí que tiene curvas que le amoldan todo el cuerpo. Es inaceptable escuchar algún comentario burlesco hacia su jefa que diga que aparte de ser "rígida", también es "plana" porque la persona ha de ser ciega. Ese temperamento y ese misterio que maneja la hace ver muy deseable; su inteligencia, genuina, y no lo dice porque siente algo por la mujer, claro que no, pero en ocasiones ocasiones su hermano ha ido a recogerla y al estar a solas, los comentarios del sin cerebro llegan a ser subidos de tono. Las dos juntas son envidiables, pero Margarita las ha llegado a apreciar tanto que no siente más que felicidad al verlas tan bonitas. pero en ciertas ocasiones su hermano ha ido a recogerla y al estar a solas, los comentarios del sin cerebro llegan a ser subidos de tono. Las dos juntas son envidiables, pero Margarita las ha llegado a apreciar tanto que no siente más que felicidad al verlas tan bonitas. pero en ciertas ocasiones su hermano ha ido a recogerla y al estar a solas, los comentarios del sin cerebro llegan a ser subidos de tono. Las dos juntas son envidiables, pero Margarita las ha llegado a apreciar tanto que no siente más que felicidad al verlas tan bonitas.

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