CAPÍTULO 4

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-Si vuelves a hacer eso, te echo de mi casa. -amenaza cuando arrugo la nariz soltando un chillido.

-Vale, ya me calmo.

Respiro hondo y trato de tragarme el dolor cuando el alcohol hace contacto en mi herida abierta.

Observo a mi alrededor, detallando el lugar donde nos encontramos. Es un pequeño departamento con buenas condiciones, no es lujoso ni nada, pero al menos tienen luz y agua. Los sillones antiguos hacen juego con la mesa diminuta y las sillas astilladas encima de esta, mientras que la televisión mediana se encuentra al frente sobre una caja grande de madera con pequeñas macetas de cactus pequeños. A pesar de que todo sea tan viejo y esté en un lugar pequeño, está muy limpio y ordenado.

Siento como se levanta del sillón al lado mío y camina directo a la cocina. Veo mi hombro con cuidado y me fijo que ya está cerrado y una gasa envuelve mi brazo.

-Gracias. -alzo la voz para que me escuche. Está de espaldas y solo llego a ver que asiente- ¿Dónde aprendiste a curar una herida?

Me levanto y camino, deteniéndome en el marco de la puerta.

-¿Estudiaste medicina o algo así? Yo antes quería ser una cirujana, pero se me hizo muy complicado aprenderme los tejidos y la estructura interna del cuerpo. No entiendo como puede ser tan difícil la carrera, al final solo abrimos cuerpos y sacamos lo malo para que al final todos vayamos a morir en algún momento. Igual, yo no estudié eso.

-Estudiaste contabilidad. -suelta y voltea para verme a la cara.

-¿Cómo lo...? -pregunto confundida.

-Lo dijiste la otra noche, cuando nos vimos por primera vez.

-Oh. Cierto, ¿podrías olvidar todo lo que dije?

Frunce el ceño

-¿Por qué? ¿Te dio vergüenza? -bajo la vista y pellizco mis dedos.

-Solo olvida eso, te di muchos datos sobre mi familia y tal vez puedas aprovecharte de eso.

No me responde, solo se queda observándome.

-¿Y en qué trabajas? -pregunto curiosa.

-No es tu asunto, y ya deberías irte antes de que se haga más tarde.

Pasa por mi lado sin verme y lo sigo hasta la puerta.

-¿No me puedo quedar un poco más?

No quiero ir donde mi madre, mucho menos a ese lugar que se hace llamar casa. El miedo de que tal vez me hagan sufrir se apodera de mi y vuelvo a tener un escalofrío. A pesar de que mi hermano me pueda defender, mis padres me van a dar algún castigo. Más mi madre por llamarla zorra y perra egoísta.

Aunque es la verdad, pero bueno.

-No, tienes una casa. Anda a tu hogar lujoso y no debemos volver a coincidir.

-¿Por qué? ¿No te caigo bien?

-No me caen bien los de tu clase.

-¿Los de "mi clase"? -alargo la ultima palabra- ¿Qué quieres decir con eso?

-Que eres una rubiecilla adinerada, hija de mami y papi consiguiendo todo lo que quiere con solo estirar su mano. Tienes a muchos hombres a tus pies, pero eres tan orgullosa que no le haces caso a ninguno con tal de que sigan tras de ti. Con solo verte con ese chico hace rato me di cuenta.

-¡Qué dices! -alzo la voz ante lo que acabo de escuchar- ¡Tú no sabes ninguna mierda de mí! Y sabes qué, yo me voy antes de que te rompa la boca de un puñete.

Besos Que Queman [Besos #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora