CAPÍTULO 19

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Losdías que estuve en el hospital, fueron una mierda completa.

Tuvieron que hacerme una especie de tratamiento, sobre pararme y caminar hasta una silla o intentar mover mis músculos a pesar de que le lloraba a las enfermeras diciendo lo mucho que me duele.

Era parte de mi rutina el comer y luego empezar con el sufrimiento que me ayudara a que me recupere el doble de rápido que lo normal.

A penas podía hablar o emitir un sonido, si quería decir oraciones empezaba a toser y me debían de poner un facial para poder respirar.

Todo el tiempo estuve acompañada de Pamer, Eden y Adonis, aunque no se los pedí. No me sorprendió que nadie de mi familia fuera.

No, mi familia si estaba conmigo. Quienes no estaban eran esas personas que me criaron la cuarta parte de mi vida.

Cuando empecé a hablar un poco más fluido y caminaba cada vez a como antes, fue cuando decidieron darme de alta.

Me trajeron al departamento y me cuidaron al igual que una bebé, cosa que odié mucho. Sé que sus intenciones son buenas, pero yo no quiero verme indefensa ni una chica que perdió a su bebé y ahora necesita toda la atención del mundo.

Algunas noches, me despierto sudada y tengo a Eden de pie frente a mí, acariciando mi rostro y mis manos con la cara llena de pánico.

-Todo está bien. -murmura, yo solo me pego a su pecho aferrándome a sus hombros como si mi vida dependiera de eso. Y creo que así es.

Empecé a comer un poco más con el paso de los días, ya salía del cuarto y me sentaba en la mesa junto con todos. Adonis, quien al parecer ahora vive en esta casa, es el que me prepara la comida y la sirve, siempre está atento a mi de que no me falte nada e incluso se ofrece para ayudarme a bañarme o cambiarme.

Cosa que obviamente no acepté, y recibió las miradas amenazadoras de Pamer y Eden como respuesta.

Últimamente algo que siento extraño en mí, sin dudas son mis cambios de humor repentinos. Es decir, puedo estar feliz un momento, bromarme con todos y al segundo algo se apaga y me siento como un fantasma por completo.

La mayoría parte del tiempo me la paso viéndome al espejo que está al lado de la cama, recorriendo con mis ojos todo mi cuerpo y repasando cada detalle en mí. Veo mis imperfecciones y me pellizco con fuerza en esa parte como si con eso lograra que desapareciera. Siempre trato de que nadie me vea haciéndolo, no quiero tener que estar dando explicaciones acerca de lo que yo hago.

Las noches que, gracias al todo poderoso, no me dan pesadillas son aquellas donde aprovecho para pasar tiempo con Eden y tener nuestra "intimidad".

Amo como me trata, que cuando se lo pida vaya suave y paso a paso, pero cuando nos ataquemos entre los dos, él sea quien tiene el control y me devora por completo hasta dejarme muerta del cansancio.

He de admitir, que desde la discoteca sabia a lo que me iba a enfrentar en la cama con Eden porque, vaya hombre que es.

Con las respiraciones entre cortadas, nos acurrucamos entre las sábanas y deposita un beso inocente en mi frente.

-¿Qué te pasó ahí? -pregunta acariciando con su pulgar entre mis caderas y mi estómago, donde tengo algunas cicatrices y encima está moreteado.

-Deben de ser las cicatrices, seguro se pone así la piel un tiempo y luego vuelve a su color natural. -miento, es obvio que yo misma lo hice con mis pellizcos.

Parece convencerse y no toca ese tema de nuevo, solo observa el área con curiosidad mientras su dedo sigue ahí, masajeando con cuidado alrededor.

Besos Que Queman [Besos #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora