CAPÍTULO 13

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Fui el ojo de la tormenta durante varios días.

Una semana, para ser exacta.

Todo ese tiempo la pasé en la cada de Pamer y Eden. No quise salir de ahí.

Yo dormía con Pamer claro, aunque ella a veces pasaba la noche afuera y de cierto modo me daba un espacio.

Eden en todo el tiempo que estuve ahí no se me insinuó, ni siquiera tocó el tema de aquel beso. Cosa que agradecí.

No tenia tiempo ni ganas de pensar en eso, lo único que sentía era un hueco enorme en el pecho. Como si algo me faltara.

Un día pasé por la casa para recoger algunas cosas, peleé con mamá que estaba ahí y solo me tiró alguna ropa hacia la calle. Todas mis demás cosas preciadas se quedaron en ese horrible lugar.

Derek ni se molestó en buscarme, cosa que me pareció extraña.

Pensé que era su hermanita y que se iba a preocupar por mí. Por como estaba.

No sé qué le estaba sucediendo últimamente, solo espero que no sea nada malo.

Mi cuerpo ya no lo sentía como antes. Lleno de luz y vida. Ahora estaba apagado, como una delicada flor marchitada y con falta del sol y agua.

A pesar de que intenté animarme varias veces, volvía a decaer con mucha más fuerza que antes y me encerraba en el baño o en el cuarto de Pamer para llorar.

Uno de esos días, Pamer y Eden se dieron cuenta de lo mal que estaba. Llamaron a Adonis para ver si con él podía animarme un poco más, pero fue todo lo contrario.

-¿Están que traen a alguien como si fuera un psicólogo que me puede ayudar? -rugí saliendo de la habitación de Pamer llevando una bata encima que me prestó.

-Pensamos que necesitabas amigos. -habla Pamer y se acerca a mí.

-¡No quiero a nadie! ¡Me están tratando como a una extraña y no saben que hacer conmigo! -todos se me quedan viendo asustados- ¡Solo quiero estar sola y sentirme sola! ¿Es tanto pedir? Me hicieron sentir como una zorra a nivel nacional y una tonta que ahora no tiene nada en la vida, además de que familia me odia por completo. Si tanto dicen ser mis amigos, no se molesten en siquiera ponerse en mi situación, que no lo comprenderían.

Dicho eso, vuelvo a su cuarto y doy un golpe a la puerta cuando esta se cierra. Dejo caer unas cuantas lágrimas y sollozo lo más bajo posible. Genial, ahora seguro acabo de perder lo poco que me quedaba.

Cada vez me sentía más distante a ellos, sentía que era como una carga.

Luego de haberles dicho eso, decidí disculparme con una pequeña cena que les hice luego que volvieran de las carreras. Cenamos los tres en silencio con un aire un poco incómodo y me sentí peor. O eso creo yo.

Eden le había dicho al jefe que no iba a trabajar unos días. Según él, estaba enferma. Menos mal que lo tomó tranquilo y dijo que podía volver cuando yo guste o me sienta mejor.

Pestañeo lentamente viendo hacia la ventana sucia del cuarto de Pamer. El sol ya está descendiendo para darle paso a la fría noche que se acerca.

Un golpe en la puerta hace que voltee ligeramente y veo a Eden asomando su cabeza con los ojos cerrados.

-¿Puedo pasar? ¿No me vas a tirar un zapato como la otra vez? -bromea.

Los días que quiso entrar, siempre terminaba tirándole algo en la cabeza para que se vaya. La última fue un tacón y terminó haciéndole una pequeña herida en la frente. Claro que me disculpe, ¿qué me creen?

Besos Que Queman [Besos #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora