Precuela parte 4

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Izuku estaba extrañado por las costumbres raras de su amigo bárbaro

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Izuku estaba extrañado por las costumbres raras de su amigo bárbaro. Había marcado su cara con una pintura roja y sus manos. Sin embargo, Izuku esta vez no lo rechazó, se dejó hacer sin protestar, un poco divertido al ver la seriedad con la que Katsuki hacia su ritual de cortejo. Se aguantaba un poco la risa. Se quitó uno de sus aretes rojos y lo dejo entre las manos de Izuku.

― Ahora eres mi prometido ― le dijo Katsuki.

Izuku miró el zafiro en sus manos. Lo observó con deleite y admiración. Era un zafiro real, genuino.

― Deveras usarlo en tu oreja izquierda, así sabrán que estas comprometido ― explicó Katsuki.

Eijiro observaba desde lejos pero tampoco entendía mucho de lo que pasaba. Sólo que su amo había encontrado una pareja.

― Esta bien... ― dijo Izuku.

No hubo preguntas, protesta alguna o queja de su madre o la edad para comprometerse. Aceptó todo lo que Katsuki decía.

― Eres mío Deku ― advirtió el futuro Rey. Izuku asintió ― ¿entiendes?

― Sí. Un día nos casaremos.

― Bien ― respondió el pecoso con alegría.

Izuku mucho más tranquilo, menos nervioso y feliz. No se preguntó de donde nació ese amor hacia el niño rubio, pero lo amaba estaba seguro. Desde la punta de sus cabellos desaliñados, sus ojos rojos, la finura de sus pestañas, los labios delgados, la piel bronceada, manos sucias y callosas por su entrenamiento, las piernas gruesas y los pies fuertes. Desde que lo vio cuando eran niño, antes de nacer, desde que estaba en un lugar lejano del universo, lo quería. No se cuestionó el repentino cambió porque para él no hubo. Fue como si ese amor siempre hubiera estado ahí, en sus manos.

El niño del bosque se fijo en las mejillas coloradas que de pronto encendieron la carita del bárbaro. Tomó las manos de Izuku entre las suyas y se acercó muy despacio hasta que sus narices estuvieron a punto de rozarse. Izuku miraba divertido el rostro contraído de confusión y angustia frente a él.

Izuku cerró los ojos, Pensó que si no lo miraba dejaría sus nervios y se iría tranquilo. Katsuki no se alejó. Pudo sentir su aliento cálido cuando suspiró. Había una atmosfera tropical que le subió la temperatura. Los labios de Katsuki se pegaron a los suyos. Abrió los ojos sorprendido por el contacto. Katsuki en cambio parecía muy tranquilo, con los parpados muy apretados empujando el beso inocente. Izuku volvió a cerrarlos cuando sintió que Katsuki se retiraba despacio.

Ambos se miraron. Con las mejillas carmesí y la vergüenza atorada en la garganta. Izuku no quería verlo. Estaba claro que fue el primer beso de ambos, pero no estaba preparado para eso. Creyó que sólo lo abrazaría y le diría que lo vería luego. Pero ese beso fresco y dulce, sin nada de maldad, mostrando que su amor era puro, era sano.

Puse un hechizo en ti  (FIC AU MEDIEVAL KATSUDEKU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora