"Lo que pertenece a una bruja, nadie lo debe tomar. Lo que por derecho le corresponde, nadie se lo debe quitar. Y sí eso llega a pasar, un castigo obtendrás. Si no quieres hacerla enfadar, todo lo has de dejar"
Y con esa premisa oscura, Uraraka Ocha...
Este capítulo es un poco largo, disculpen pero necesitaba sacar esto de mi sistema o reventaba.
Advertencias: mención de esclavitud, privación forzada de la libertad, muerte de un animal, un poco gore y sangre.
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Más que una costumbre se volvió un ritual. Sentarse frente a la bola de cristal algunas mañanas, tardes o noches después de terminar sus actividades. El espejo que dejo en la cocina capturó toda la esencia y parte del alma de Izuku, con lo cual, podía transmitir a la bola de cristal.
Se conformaba con mirarlo a la distancia. Masoquista, torturándose a sí misma por no poder estar a su lado. Lamentándose desde hace cuatro años. Su rostro volvía a humedecerse cuando Izuku sonreía y miraba sin mirar. Cuando pensativo sostenía una taza de té o se hundía en sus apuntes.
Lo veía dormir, preparar el desayuno, vestirse, buscar libros, bañarse, hablar con su madre, salir a la biblioteca, pasar por la panadería, conseguir hierbas, cuarzos. Esperar con emoción y felicidad al futuro rey dragón...
Muchas veces pensó en lanzarle una maldición, pero sabía que eso la perjudicaría, una maldición contra un miembro de los Guti, podía tener efecto un par de años, pero después, regresaría a ella con la fuerza triplicada. La tribu Guti estaba protegida por dragones, su magia es la más pura y poderosa. Que mala suerte para ella.
El rubio entraba a la villa como si fuera suya. Con su apariencia altiva y soberbia. Por si fuera poco, transitaba en la ciudad, altanero y prepotente. Capturando miradas de hombres y mujeres por igual. Orgulloso de ser quien era y por su puesto del amor de Izuku. No podía creer que alguien tan noble y dulce le haya entregado su corazón.
Y es que, míralo, es un hombre sombrío. Bajo sus ojos hay sangre y en las manos lleva la vida de sus enemigos. No advierte peligros y ni amenazas, él va como un animal, guiado por el instinto.
Futuro Rey de los Guti, nómadas, barbaros, asesinos. Quienes responden a la Madre Dragón como diosa suprema. Las leyes de las tierras no son las suyas y por eso andan sobre ellas libremente, tomando lo que les de la gana. Causando terror en todo el mundo.
¿Ese es el hombre que amas, Izuku? Tu precioso corazón está en manos de un sanguinario salvaje que desolla en vida a sus enemigos. Que caza humanos y bestias como animales. Un hombre que busca presas no amigos. Quizá estaba confundido, después de todo Izuku era un niño tan bondadoso que debió pensar que ese salvaje sin sentimientos, merecía ser amado. Si eso debió ser, porque Izuku creyó que, si él no lo amaba, nadie más lo haría.
Tan bueno que es Izuku.
Se sacrificaba.
Pero ya no tienes nada de qué preocuparte, la bruja Ura te rescatara. Porque probablemente ese caníbal te engañó. No está de más dudar, que haya empleado magia para tenerte. Eso debe ser.
