Capítulo 8

294 30 33
                                    


Una procesión silenciosa de tres mujeres atravesaba el bosque

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Una procesión silenciosa de tres mujeres atravesaba el bosque. Cubiertas con túnicas negras y capas blancas. Una de ellas empujaba un carrito de madera con símbolos a los costados. Similar a una camilla de primeros auxilios sólo que más rustica. Sobre ella, un cuerpo cubierto por una manta negra. Algunos duendes y sílfides se asomaban tras los árboles para verlas pasar. Los murmullos llegaron hasta la mujer que iba al frente y se inmutó. Algunas hadas desde las ramas murmuraban y después asentían. El canto de las aves se mezcló con el sonido viejo de las ruedas del carrito. A escasos metros de las afueras del bosque, esperaba un grifo de plumas blancas. Rascaba el suelo con sus patas y hurgaba con su pico la tierra. La mujer miró al animal mientras avanzaba.

La que tiraba de carrito miró la silueta bajo la manta, luego suspiró aliviada. Una gota de agua cayó en el rostro de la segunda mujer que iba en el centro y se de tuvo. Miró al cielo, pero no había nubes grises.

― ¿Qué pasa Yui? ― preguntó la pequeña jovencita que empujaba el carrito.

Antes que pudiera responder un fuerte aire hizo agitar sus ropas, las capuchas cayeron de sus cabezas y sus cabellos se enredaron. La líder de la procesión gritó al sentir como las ráfagas de viento cortaban su piel. Al mismo tiempo, los seres mágicos que colindaban huyeron, así como los animales.

― ¡Protéjanse! ¡Es un ataque! ― gritó. Enseguida lanzó un hechizó con ayuda de su dedo índice. Al instante su cuerpo cayó en pedazos.

Sus compañeras vieron como los pedazos se arrastraban por el pasto y la tierra. Rápidamente a la joven que le había caído la gota, tocó una piedra, la cual creció diez veces su tamaño, después una hoja, ramas y lo que encontrara a su paso.

― Esto nos mantendrá seguras en lo que Setsuna investiga que está pasando ― dijo Yui. Miró a la pequeña niña, no pudo ver sus ojos ya que su fleco le cubría la mitad de su rostro.

― ¿Qué pasa? ― preguntó angustiada ― ¿Será ella? ― ambas miraron el cuerpo bajo la manta.

― No, Kinoko. Ella esta atada. Los hechizos de la señora no son fáciles de romper― respondió Yui.

Kinoko recién había sido aceptada como sacerdotisa de primer grado, es decir, era nueva en las misiones de campo y acompañando a la Suma Sacerdotisa, sin embargo, tenía una capacidad muy grande, comunicarse con el reino vegetal. Sobre todo, los hongos, había aprendido a entender sus vibraciones y su lenguaje. Aquello le permitió saber que no estaban bien y no lo estarían. Tragó en seco al sentir una de las esporas de los hongos en sus piernas.

― S-son demonios ― dijo aterrorizada ― vienen por ella ― volvió a mirar el cuerpo bajo la manta.

― ¿Te lo han dicho las plantas? ― preguntó Yui nerviosa. La niña asintió.

Luego ambas miraron hacia la dirección donde su compañera se había marchado.

― Nuestra misión es llevar a Ura a una celda y programas su juicio ― dijo Yui― es altamente peligrosa.

Puse un hechizo en ti  (FIC AU MEDIEVAL KATSUDEKU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora