II

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Las risas se podían escuchar en el lugar, algunos agentes salían de servicio y otros entraban, Horacio se encontraba fuera del camerino, por alguna razón le molestaba en demasía aquel día el olor mezclado, más si se trataba de otro alfa; el desayuno de la mañana le había caído bastante mal sin lugar a duda.

Echó su cabeza hacia atrás cerrando sus ojos, una sonrisa apareció en sus labios al recordar como luego de la ducha Víktor lo había vuelto a tomar en el auto aquel día de su celo.

—¡Qué tengas buena noche, Horacio, nos vemos mañana!

El de cresta abrió sus ojos para ver cómo Nikolai se despedía de él.

—Buena noche también para ti, Nikolai.

Exclamó. Poco a poco los demás agentes comenzaron a salir del lugar hasta dejarlo completamente solo, abrió la puerta para ver que el aire acondicionado poco a poco sacaba aquellos olores, silbando se adentró al lugar para ir a su casillero.

Sacó la llave para poder abrirlo, la puerta se abrió pero ni siquiera dirigió la mirada porque sabía de quién se trataba.

—Priviet, Horacio.
—Buenas noches, comisario bombón.

Escuchó un carraspeo una sonrisa se colocó en sus labios, lo primero que hizo fue sacarse su chaleco antibalas, miró de reojo y vio que Víktor lo miraba así que lo mejor era jugar un poco; lentamente comenzó a desabrochar su camisa mientras tarareaba una canción, la dejó completamente abierta para segundos después quitársela, un gruñido resonó en el lugar.

El juego lo estaba empezando a ganar, sintió unos pasos acercarse a él y segundos después una pequeña caricia de nariz de Víktor en su glándula.

—Comisario, estamos en horario de trabajo.
—Yo, porque tú ya estás saliendo.

Murmuró Volkov para seguir oliendo lo que hizo que dejara salir un poco de su olor dejando el aroma a cereza en el aire.

—Horacio -susurro Viktor- ¿Tu olor es más dulce o es idea mía?

Preguntó el comisario separándose para mirarlo a los ojos, el de cresta se giró para conectar sus miradas; se encogió de hombros.

—Yo lo sigo encontrando igual. No está ni más dulce ni más agrio, está normal.

Víktor frunció su nariz pero negó con su cabeza. Horacio se giró para tomar su camiseta y colocarsela.

—Debe ser donde hace poco fue tu celo.

Víktor se separó un poco para afirmarse en los casilleros nuevamente aunque su mirada seguía fija en los movimientos que hacía Horacio.

Cuando el de cresta dejó su pistolera en el casillero la puerta se abrió, Víktor rápidamente giró su cabeza y una sonrisa se posó en sus labios, sonrisa que no pasó desapercibida por Horacio

—¡Hola! Buenas noches Volkov, Horacio ¿Cómo están?
—Priviet, Kylie -murmuró Víktor-
—Hola Subinspectora -saludo Horacio con una sonrisa- estoy bien ¿Y usted?
—Fuaaa, de un día de locos -murmuró Kylie tirándose al suelo- muchos códigos tres, mucho hospital, mucho todo.

Suspiró la chica, Horacio rió bajito y asintió dándole la razón, se giró nuevamente para poder sacar el pantalón cambiándose rápidamente aquella prenda.

—Debes estar cansada -murmuró Víktor- ¿No quieres que te lleve a casa después?

Horacio se quedó quieto cuando iba a sacar su chaqueta ¿Enserio Víktor se había ofrecido a llevarla a casa?

—No, tranquilo, además aún no sales de turno y traje el vehículo.

Respondió la castaña con una sonrisa que hizo carraspear un poco al comisario, la puerta se abrió y Conway con Gustabo entraron al lugar, el de cresta solo le faltaban cambiarse de zapatillas.

Lunar ||Volkacio Omegaverse.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora