Especial: San Valentín.

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Horacio entro a la casa para dejar las llaves en la mesilla que había cerca, se quitó su chaqueta del FBI mientras soltaba un largo suspiro.

—¡Ya llegué!

Exclamó para hacerse notar, estaba agotado, se quitó los botines para poder dejarlos en la puerta. A pesar de que había exclamado que había llegado, no se escuchó ningún sonido de piececitos corriendo a su encuentro, lo que le llamó bastante la atención

—¿Hijos e hijas?

Más no hubo ninguna respuesta, ni siquiera los ladridos de Nauta. Caminó por el pasillo para poder ir hacia el patio, en mitad del camino escuchó gritos. Corrió la ventana de Cristal para poder salir

—¡TE TENGO!

Murmuró Víktor atrapando entre sus brazos a Irina quién reía fuerte

—¡Papá, no!
—¡Papá, sí! Yo gané, pequeños tramposos
—Eso es injusto

Murmuró Alexander, aunque no pudo escapar de los brazos de Víktor quién lo retuvo para darle besos y hacerle cosquillas

—Uy, que feo que se diviertan sin mí.

Cinco cabezas giraron para verle apoyado en el riel de la ventana de brazos cruzados mirando a su familia

—¡PAPI!

Gritaron los cuatro bebés, los tres mayores corrían hacia él mientras que Víktor tomó en brazos a Alyssa, la cuál era la más pequeña para llevarla dónde su padre.

—¡Mis cachorros! A ver, uy huelen a su padre alfa, iugh.

Murmuró Horacio agachándose para dejar salir su olor, marcando a sus cachorros y así tuviese el olor mezclado del alfa y de él nuevamente.

—Pero vamos a ver, Horacio.

El moreno se colocó de pie nuevamente cuando terminó de comerse a besos a los tres, ahora le tocaba a su pequeña Alyssa

—Horacio nada que a usted también lo voy a marcar, alfa.

Se acercó para tomar Alyssa quién reía feliz por los besos que le daba su padre, los pequeños corrían tras Nauta mientras reían. El alfa se acercó a su esposo para darle un beso en la frente

—Priviet Мое солнце ¿Qué tal tu día?
—Agotadísimo, pero bien. Bien porque al llegar a casa me encuentro a mi esposo jugando con mis cachorros y bueno...es bonito ¿Sabes?

El soviético asintió entendiendo sus palabras, a él le pasaba lo mismo cuando llegaba a casa y tenía a sus hijos viendo una película o jugando con el Omega, era sentirse en su hogar, su lugar seguro.

—Pero a ti se te olvidó algo, eh -Comentó el Omega-
—¿Qué cosa?
—¿Es enserio?

El alfa alzó una ceja y el Omega suspiró, sí se le había olvidado.

—No es nada, no te preocupes. Voy a bañarlos y me voy a duchar yo.
—Vale, los vendrá a buscar Alanna, recuerda que Stephen pidió una pijamada con ellos.
—Cierto, iré a bañar a los dos mayores ¿Me ayudas con los otros dos?
—10-4, director.
—Ja, muy gracioso comisario ¡Irina, Damián, vamos a que los bañé!

Le entregó a Alyssa quién se colgó del cuello de su padre para darle besos babosos mientras el alfa sonreía feliz por ellos.

—¡Niños, vamos a bañarnos!
—¡No!

Y ahí venía la pelea del siglo, Horacio suspiró se estiró en su lugar y comenzó a correr detrás de Irina y Damián para poder atraparlos y meterlos a bañar.

Salió del baño con la toalla en su cintura mientras se secaba el cabello, la casa olía delicioso por la cena que había hecho Volkov, así que raídamente escogió un pantalón de buzo y una sudadera por el frío, dejo caer su cabellera hacia un lado para poder tirar las sábanas en el canasto, al otro día tendría descanso así que las lavaría, abrió la puerta de su habitación dándose cuenta que estaba totalmente en silencio lo que le llamó la atención puesto que normalmente los pequeños estaban viendo una película, aunque claro, dos de ellos se habían ido a la casa de su primer pero los otros dos podrían estar haciendo algo mientras Volkov o él terminaban de colocar la mesa, bajo las escaleras, el salón estaba oscuro, caminó hacía el comedor y al entrar se quedó de piedra en el umbral de la puerta ya que la sala solo era iluminado por velas, la mesa estaba con un arreglo floral y solo habían dos platillos, giró su cabeza hacía la derecha para notar que Volkov estaba apoyado en el mueble de bartender dónde tenían todos los licores para alguna fiesta o para tomar de vez en cuando, vestido con pantalones negros y la camisa vino tinto que amaba como se le veía, arremangada de los antebrazos y con los tres primeros botones de esta desabrochados.

No iba a negar que se le hizo agua la boca, el ruso miraba un punto fijo que no había notado su presencia, carraspeo un poco para que pudiese mirarlo, una sonrisa cruzó por los labios de aquel alfa y antes de que pudiese moverse de aquella posición se acerco para colocarse frente a él y comenzar a olerlo

—¿Qué haces?
—Hueles a masculinidad y me encanta, mmmh...te colocaste el perfume que te regalé en navidad, Dios Volkov, ¿Me haces el amor aquí mismo?
—Pero vamos a ver, Horacio por Dios. Que la cena ya está hecha
—¿y los niños?
—Alyssa y Alexander se fueron con tu madre, ya que le pedí si los podía cuidar por hoy para nosotros celebrar nuestro aniversario
—¿No lo olvidaste?
—Cómo cree que iba a olvidar que hace 10 años atrás mi pareja me dejó esperando media hora más en la iglesia porque el quería chocolate y no había el chocolate que él quería y tuvieron que ir a buscárselo al norte
—Prioridades, rusito.
—Venga, sí, prioridades

Horacio levantó la cabeza para poder ver a ese comisario que le robaba cada día su corazón, miró sus ojos gritos y como siempre le pasaba, en su pecho se colocaba aquel sentimiento de culpa, culpa por haberle hecho sufrir hace años atrás cuando nacieron los mellizos, peor también un sentimiento cálido porque no estaba solo, ya no tenía que vivir en la calle ni mendigar un amor que no solamente le buscaban por sexo. Sus ojos se llenaron de lágrimas para abrazarse a Volkov escondiéndose en su pecho.

—Pero no llores, que yo también tengo ganas de llorar

Los dos rieron, Volkov pasó sus brazos por el cuello del chico para empezar a darle besos en su cabello mientras dejaba que las lágrimas bajaban por su mejilla, al fin tenía una familia y alguien que lo conociera y aceptará como era, con sus altos y bajos, al fin era libre de ser él y no demostrando algo que no era. Al fin, había aprendido a amar nuevamente.

Horacio alzó su cabeza y Viktor bajó su mirada para verlo, los dos se sonrieron dulcemente a pesar de las lágrimas, los dos se miraban con amor.

—Feliz aniversario y san Valentín, amor
—Feliz aniversario y san Valentín, Мое солнце.

Y entre risas, anécdotas y mucho cariño y amor de por medio, una vez más ese 14 de febrero celebraban otro año de casamiento y un san Valentín diferente desde hace 10 años. 


Y con este último especial, damos por terminado ahora sí, este precioso fic, espero les haya gustado y gracias por todo su apoyo, nos vemos en otro escritos. 

Lunar ||Volkacio Omegaverse.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora