BEN 10: Supremacía Alienigena La Reimaginación

9.- La familia es primero

Una peliblanca dormía sola en una cama elegante del hotel Sin Nombre en los alrededores de Bellwood, la zona turística por supuesto; el lugar parecía haber sido habitado por el tiempo suficiente como para que la chica tuviera el closet con ropa y el mini refrigerador bien abastecido, o al menos lo suficiente como para simular ser el de un hogar, pues tenía lo básico.

—Buenos días... hotel...— susurro Heather, mientras se sentaba en la cama y miraba hacia la blanca luz que se creaba debajo las cortinas del cuarto, las  cuales eran negras, contrastando con el ambiente blanco y rojo del hotel, seguramente por petición de Heather —¿Que vamos a desayunar hoy bebes?— pregunto a su bolso Heather, el cual sostenía con ambas manos —¿Pedimos huevos con tocino y café? Ustedes van a hacer que me de un colapso nervioso de tanto café, pero bueno... lo pediré...— declaro sonriente Heather, mientras se levantaba y dirigía al teléfono

Como pijama, o lo que parecía serlo, ella llevaba puesta una camiseta negra de Rock N Cola, y su ropa interior, negra con encaje lila, siendo medianamente cubierta por esta, con el detalle de que tenia cerca de diez pulseras de colores oscuros en sus muñecas, repartidas de forma desigual en cada mano.

—A desayunar...— inicio ella, mientras alzaba la bocina del teléfono y marcaba el número de servicio a cuarto —¿Hola? Si, habla la señorita Zatara, quería pedir un desayuno a la habitación 13 del piso 5, por favor— hablo mientras miraba a su alrededor —Si, lo de siempre por favor, muchas gracias...— Heather colgó y comenzó a reír, como si de haber oído un chiste se tratara se giro hacia su bolso en la cama —Callanse, no es tan gracioso ¡Esta banda si es de rock!— reclamó mientras tomaba los bordes de su camisa y la estiraba, dejando ver un pequeño moño lila en su ropa interior —¿Como que lindo moño lila?— respondió confundida, cubriéndose rápidamente con su camisa y mirando con cierta molestia a su bolso —Pervertidos, yo les enseñe mi camisa, no mi pantaleta— respondió con enojo mientras ponía la almohada sobre su bolso y más calmada se dirigía a encender el televisor

Al encender el televisor, vio un noticiero anunciando la llegada de una exposición a un museo en Bellwood, la llamada "Espada de Ekchuah".

—...y como decía mi compañero, será una gran semana para ser fanáticos de tierras mayas, o mejor conocido como México.— habló la chica mientras mostraba una fotografía de una espada de oro en exposición, con un mango negro que simulaba ser el cuello y cabeza de una serpiente.

—Un antiguo objeto que, muchos dicen "Esta maldito"— bromeo otro conductor, diciendo de manera despectiva la expresión "esta maldito"

—Si, yo también le quiero pegar— respondió al aire Heather

—No tengan miedo, son solo cosas de supersticiosos, lo único mágico es verla en persona, vayan a verla ¡Hoy mismo! ¡En el museo de historia natural de Bellwood!— anunció finalmente, siendo la televisión apagada por Heather cuando empezaban a anunciar sobre el campeonato de Tenis

—Si bueno... no será lo único mágico en el museo por hoy— dijo para si misma Heather, mientras se dirigía a quitarle la almohada de encima a su bolso —¿Vamos chicos?— sentenció con una sonrisa y encantadora sonrisa maliciosa —Hoy será un día tranquilo...

—Algún planeta entre las estrellas.

Probity lloraba mientras era cargaba por Gwen, quien había creado una cúpula magenta alrededor de ellas, todo mientras corría entre el furor de la batalla; lásers, golpes y explosiones golpeaban su cúpula, la cual ya empezaba a agrietarse, o así fue hasta que recibió ayuda. Helen y Ben, convertido en XLR8, atacaban y le quitaban las armas a tantos enemigos como les era posible, todo mientras limpiaban el camino para Gwen y Probity, a la par de que Alan creaba dos filas de fuego para que pudieran pasar por ahí. Todo esto mientras que Bivalvan, Kevin y Manny se encargaban de ayudar a la todos a correr hacia las naves de evacuación, siendo la de los jóvenes plomeros la que resaltaba, pues era verde entre rojas y azules, las cuales, curiosamente, subían gente y soldados indiscriminadamente.