Un año después de que Ben y compañía salvarán a la tierra de la invasión Highbreed, viven sus vidas de la manera más común que les permite el ser plomeros; pero todo cambiará en el momento que una invasión llegué con intenciones no de supervivencia...
Una ráfaga intensa de viento destrozo los cristales de una joyeria, dejando así salir cada pequeño cristal disparado con el viento; pisoteando los cristales, y con una "asmática" respiración, una gigantesca tortuga humanoide salió del recinto entre sirenas y la alarma del lugar.
—¡Detengase ahí, señ...!— pregunto un policía por el altavoz de su patrulla, pero parando en seco al ver que no era exactamente un "señor" —¿Que demonios es esa cosa?
—Todavía está encendido el altavoz— alertó el oficial copiloto, solo para escuchar la estática del altavoz siendo apagado, todo a la par de ambos oficiales saliendo y apuntando con sus armas
—Arriba las...
—¿Aletas?— añadió el oficial que venía de copiloto, solo para ver como esta enorme tortuga levantaba las aletas que fungian como brazos, solo para que sus piernas con rapidez casi imposible se unieran y con sus tres apéndices empezará girar cual gigantesco ventilador
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Aquella tortuga reflejaba timidez en sus ojos, pero a la vez cierta seguridad, pues cuando estos dispararon hacia el, las balas simplemente se desviaron hacia atrás y cayeron al suelo, dejando totalmente sorprendidos a los policías. La tortuga sólo miró a su alrededor y entonces, al no ver venir por lo que esperaba, o por quién mejor dicho, este se dejó caer de frente y entonces cual helicoptero se fue volando, sin haber robado o lastimado a alguien.
—Residencia Daniels.
Cooper dormía sobre su cama, estirado y con una camise de vestir morada, cuyo bolsillo frontal tenía bordado un tres amarillo; su rostro mostraba que seguramente tenía una pesadilla o algo similar, pero esta pesadilla o sueño pesado, fue interrumpido cuando su pie fue movido por la mano de alguien más, que a juzgar por el tamaño de la mano, era una mujer.
—¿Que soñabas?— pregunto Lucy, de rodillas a la orilla de la cama y con ambos codos sobre la misma, sosteniendo su barbilla.
—En mi closet hay una camiseta con el logo de los Increibles, si te la pones podemos tratar de representarlo— susurro Cooper, mientras miraba su novia aun un poco adormilado
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