13.- El principio del fin

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Un día como otro en el tráfico de Bellwood era el que transcurría; autos barados y esperando la luz verde que apenas duraba unos segundos y se tornaba de nuevo en roja. Eso, y personas furiosas un jueves por la tarde era el día a día de la Avenida D. Wyatt; aunque el día de hoy sería como ningún otro para la gente de Bellwood, puesto que algo ocurrio. El suelo comenzó a temblar, las alarmas de los autos estacionados comenzaron a sonar, algunos vidrios de hogares y locales se quebraron y entonces, pasó.
El concreto más adelante en la calle exploto, alzando una columna de humo y tierra, mandando autos y rocas por los aires, todo siendo observado por los demás conductores y civiles en el lugar.

—¿¡Qué está pasando!?— grito entre conmoción una mujer que salió de su auto y miró hacia el caos con gran temor, todo mientras oficiales de policía se dirigían hacia la zona

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—¿¡Qué está pasando!?— grito entre conmoción una mujer que salió de su auto y miró hacia el caos con gran temor, todo mientras oficiales de policía se dirigían hacia la zona

Una, dos, tres naves de distintos tamaños, pero ambas pequeñas, fueron las primeras en salir disparadas hacia los cielos de Bellwood, dejando atónitos a los ciudadanos. Atonites que se volvió mayor cuando una cuarta nave, está vez del tamaño de un autobús, despego lentamente desde el interior del agujero, dejando a la vista algo que sin duda, fue un punto y aparte para Bellwood y el mundo.

—Santo cielo...— se decía a si misma una oficial de policía, que había caído sobre su espalda y miraba todo el acto

—¡Vilgax ya viene! ¡Vilgax ya viene!— grito el alienígena en la nave, despegando a máxima velocidad y saliendo directo hacia los cielos, y dejando a la vista a Pueblo Bajo.

—Escuela Preparatoria de Bellwood.

Gwen se encontraba de en posición fetal con la espalda contra la pared en un pasillo vacío de la escuela, abrazando sus piernas y con una hoja de papel arrugado en su mano; la joven no estaba en shock ni mucho menos, al contrario, ella lloraba con una que otra ocasional sonrisa. Personas caminando pasaron justo frente a ella, sin siquiera prestarle atención, pero fue ahí, cuando con sus poderes de anodita lo sintió; sintió que, en primera, ellos no caminaban, ellos corrían, y segundo, no estaban calmados o sonrientes, ellos estaban aterrados y entraban a cada salón con pavor, dando noticias impactantes, tanto así, que Gwen sintió toda la lluvia de emociones y por fin sacó la cabeza del agarre de sus brazos, dejando a la vista unos ojos rojos por el llanto y un poco del papel, en el cual se alcanzaba a leer aceptada.

Todo esto, mientras que en el lejano, pero a la vez cercano, salón de Ben y Cooper, un dictado más de Ciencias Sociales se llevaba acabo, pero no tan común como quizás se esperaban. Cada tic y cada tac del reloj era ensordecedor para Ben, un simple movimiento de la manecilla del reloj traía a la mente de Ben una acuchillada al cuerpo de Pierce, desatando en Ben sus ganas de sacarse un cigarrillo y furmarselo sin importarle lo que dijera su maestra, pues el punto era calmar ese sentir.

—Oye Ben— habló Cooper, sacando a Ben de su trance y mirándolo mientras se quitaba el sudor de la frente —¿Estas bien?— pregunto entre susurros Cooper

BEN 10: Supremacía Alienigena La Reimaginación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora