01.

3.5K 280 47
                                    

Muchas veces, el amor se manifiesta en momentos inesperados. No se puede predecir cuándo o cómo llegará a tu vida, ni quién será la persona indicada. Las vidas de estos dos niños dieron un giro de 360° al encontrarse.

 Las vidas de estos dos niños dieron un giro de 360° al encontrarse

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Shouto Todoroki.

Mi vida desde corta edad no fue una de las más gratificantes que un niño pueda tener. Mis padres discutían constantemente. Aunque no lo hacían frente a nosotros, mis hermanos y yo podíamos escuchar los gritos y cosas cayendo al suelo.

Me preocupaba mucho por mi madre. Aunque ella negaba que algo estuviera mal, sabía que no era cierto. Siempre nos mostraba una linda y cálida sonrisa, pero cuando estaba sola, lloraba en su habitación. La escuchaba a veces, y me partía el corazón.

Solo tenía cinco años y me sentía impotente al no poder hacer nada para ayudarla. Ella era muy buena con nosotros. Siempre jugaba con nosotros, cocinábamos juntos y pasábamos tiempo de calidad a pesar de los malos tratos de mi padre hacia ella. Nunca nos mostró estar afligida y nos criaba de la mejor manera posible.

La admiraba mucho, ya que tenía que soportar a alguien tan malvado y codicioso como mi padre, y aun así, tenía la fuerza y valor suficientes para regalarnos una sonrisa.

Mi padre, Enji Todoroki, era todo lo contrario. Ni siquiera podía llamarlo "padre." Nos obligaba a estudiar todo el tiempo para que alguno de nosotros heredara la empresa familiar. Su ambición de ser el primero en todo lo relacionado con su trabajo era insaciable. Tenía una de las grandes empresas de Japón, pero desde hace años no había podido pasar del segundo lugar.

Muchas veces recurría a la violencia para, según él, "aprender mejor." Mis únicos momentos de escape y libertad eran una vez a la semana, cuando él asistía a juntas relacionadas con la empresa. Mi madre nos llevaba a un parque cercano para que pudiéramos jugar mientras ella leía un libro o nos miraba jugar.

Amaba esos momentos. En casa, teníamos prohibido distraernos o jugar, incluso algo tan banal como ver la televisión. Solo podíamos estudiar.

En el parque, ya hacía tiempo que veía a un peculiar dúo de niños. Siempre los veía a lo lejos. Aunque no quería prestarles demasiada atención, no podía ignorar los gritos e insultos de un niño rubio con ojos carmesí.

Una vez, el rubio cayó desde lo alto de un árbol, y no pude evitar reírme por la forma en que cayó.

—¡Oye tú! —Gritó el niño rubio.

Dejé de balancearme en el columpio y lo miré.

—¿Yo? —Pregunté, inocente.

—Sí, tú, maldito bastardo. ¡Te burlaste de mí! —Comenzó a acercarse a mí.—¡Muere!

De la nada, un niño más bajito con cabellera verde se apresuró a agarrarlo del brazo.

—¡Kacchan! Déjalo en paz.

—No te entrometas, inútil Deku.

Aunque quería quedarme a ver esa escena tan divertida, tuve que irme porque mi hermano mayor, Touya, me estaba llamando. Teníamos que volver a ese infierno llamado casa.

Cada vez que iba al parque y veía al chico de ojos carmesí, él me miraba con una mirada asesina. Su amigo solo me sonreía nervioso. Pobre de su compañero, que tenía que estar con él.

Un día, estaba haciendo un pequeño castillo de arena, decorándolo con hojas y rocas que encontraba por ahí, cuando alguien cayó encima de él.

—Mi castillo.—Dije, mirando mi bella creación derrumbada.

—Oh, lo siento tanto.—Dijo el niño, levantándose y moviendo sus manos con desesperación.—No quise caer sobre tu castillo. Bueno, tampoco quería tropezar en primer lugar. Solo pasaba por aquí y mis pies se enredaron. ¿Sabes? Parece que tengo dos pies izquierdos, tropiezo con casi todo y me caigo muy seguido, o tal vez soy muy despistado...

—Me siento mareado.—Dije, sosteniendo mi cabeza con una mano. Ese chico hablaba mucho. Y ahora que lo pienso, es amigo del chico explosivo.

—Lo siento.—Dijo, riendo un poco y suspirando.—Hagamos tu castillo de nuevo, ¿sí?

Asentí, sonriéndole por su gesto. Él me devolvió la sonrisa. Volvimos a hacer mi castillo, y debo admitir que era mucho mejor que el anterior.

—Por cierto, soy Izuku Midoriya —Dijo, sonriendo.

—Shoto Todoroki.

Me quedé observando cada una de sus facciones. Era más bajo que yo, con cabello rizado y verde, grandes ojos esmeralda y cuatro pecas en cada mejilla.

Midoriya parecía un pequeño sol. ¿Cómo podía ser amigo del niño rubio? Él notó que lo miraba mucho y sus mejillas se tornaron de un color rosado.

—¿Tengo algo en mi rostro? —Comenzó a tocarse la cara con desesperación.

—Solo tus pecas, son adorables —sonreí.

—G-gracias.—Respondió, sonriendo.

—Deku inútil, ¿dónde mierda te metiste?

Midoriya se tensó y se levantó rápidamente.

—Me tengo que ir. Te veré otro día, Todoroki.—Sonrió.—Espero que nos encontremos de nuevo.

Tras decir eso, se fue con el rubio. Solo pude ver cómo Midoriya era casi arrastrado por él.

¿Volvernos a encontrar? Realmente sí quiero volver a verte.

A tu lado || TodoDeku Donde viven las historias. Descúbrelo ahora