04.

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Izuku Midorya

Cuando finalmente pude bajar del avión tras un largo y agotador viaje a Japón, vi a lo lejos una cabellera rubia que hacía años no veía y que había deseado con toda mi alma volver a ver.

Al acercarme, pude ver claramente a esa persona y corrí hacia ella hasta quedar frente a él.

—Deku.

Ahí estaba, frente a mis ojos, y no pude evitar sonreír al abrazarlo. Nuestro abrazo duró apenas unos segundos antes de que me separara con suavidad, sin lastimarnos.

Esto me hizo sonreír aún más, hasta mostrar mis dientes. Cuando éramos niños, no me dejaba acercarme tanto a él. El simple hecho de que haya aceptado mi abrazo, aunque solo por unos segundos, significaba mucho para mí.

Antes de tomar mi vuelo, le había avisado con anticipación que estaba por viajar. Me dijo que estaría allí cuando llegara, y me alegra saber que cumplió su palabra.

—No te acerques tanto a mí, me contagias de tus gérmenes.—Dijo mientras limpiaba su ropa.

—Yo también te extrañé, Kacchan.

—¿Eh?—Hizo una mueca.—Estás alucinando.

Sus palabras provocaron una pequeña risa de mi parte. No ha cambiado nada desde la última vez que nos vimos.

—Joven Bakugo, me alegra verlo otra vez.—Mi padrino se acercó a nosotros, y Kacchan solo asintió en respuesta.

—Supongo que debía estar aquí para su llegada.—Miró a un costado de Toshinori.—¿Quién es la rubia oxigenada?

Ante el apodo, Melissa hizo una mueca y luego suspiró con algo de pesadez. —Yo soy Melissa Shield.—sonrió tímidamente.—Un gusto conocerte.

—Katsuki Bakugo.—Dijo él sin más.

Melissa se convirtió en mi mejor amiga y confidente durante mi tiempo en Estados Unidos. Me ha ayudado mucho y le tengo un gran aprecio. Decidió viajar con nosotros para aprender un poco del trabajo de Toshinori, a quien admira mucho. Aunque ella quiere ser inventora, desea aprender sobre lo que hace mi padrino. Ella es como su mano derecha, mientras que yo prefiero ayudar a las personas en lugar de estar involucrado en trajes, papeleos o contratos.

Después de esa breve conversación, decidimos ir a comer algo en un restaurante cercano.

Desearía poder recordar mi estadía en Japón, al menos las cosas buenas. Me siento como un turista en un lugar nuevo, pero la diferencia es que no puedo recordar este lugar, y aunque no debería preocuparme demasiado por eso, no puedo evitar sentirme así.

Trataba de recordar las calles por las que pasábamos, pero mis recuerdos estaban en blanco. No debería esforzarme tanto, no es bueno para mi salud mental y emocional. Afortunadamente, me encontraba relativamente estable en todos los sentidos, y no quería recaer en viejas costumbres.

Después de comer, fuimos a la residencia de mi padrino en Japón. Kacchan nos acompañó solo para conocer la ubicación y, tras llegar, decidió irse casi de inmediato.

Al día siguiente debía ir a la universidad, y Toshinori ya se había encargado del papeleo unos días antes, así que seguiría con mis estudios aquí.

—¿Seguro que quieres ir solo a la universidad?—Preguntó Toshinori.—Podría llevarte yo.

—O yo podría acompañarte. Si te vas a perder, al menos que nos perdamos juntos.—Bromeó Melissa.

No pude evitar reír. —Estoy bien, puedo ir solo. Tengo que acostumbrarme nuevamente a las calles de Japón.

—Está bien, Izu.—Sonrió.

Finalmente, me encontraba frente al gran edificio donde continuaría mis estudios

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Finalmente, me encontraba frente al gran edificio donde continuaría mis estudios. No me había tomado tanto tiempo llegar, solo casi dos horas.

Sabía que terminaría por extraviarme, y no me equivoqué. Llegué a una pastelería, incluso al centro comercial, pero tras tomar el metro y cuatro autobuses, finalmente llegué a mi destino. Por suerte, decidí salir de casa con tiempo suficiente, de lo contrario, habría llegado tarde a mi primer día. No quería dar una mala primera impresión.

Cuando me dispuse a caminar hacia el edificio, mis pies se enredaron y caí abruptamente al suelo. Mis reflejos reaccionaron a tiempo y con las manos evité que mi cara cayera de lleno. Sin embargo, mis pertenencias quedaron esparcidas a mi alrededor.

Genial.

Ya estaba en ridículo en mi primer día, debí de parecer un payaso andante.

Me incliné para recoger mis cosas cuando vi una mano tomar algunas de ellas. Pensé que me estaban robando, pero resultó ser una joven de cabello castaño oscuro y ojos del mismo color, con unas pequeñas chapitas de un tenue color rosado en sus mejillas.

—¿Te encuentras bien?—Preguntó, entregándome mis pertenencias.

—S-Sí, estoy bien, gracias.

No estaba acostumbrado a tratar con chicas en general y aunque no me sentía atraído por ellas, no podía evitar sentirme nervioso al estar frente a una.

—Soy Ochako Uraraka.—Sonrió.—Un gusto.

—Yo soy Izuku Midoriya.—Devolví la sonrisa.

Antes de que ella pudiera decir algo más, comenzó a sonar el timbre de la escuela, anunciando el inicio de las clases.

—¡Oh no, llegaré tarde!—Dijimos al unísono.

Una escena divertida si no fuera porque estábamos a punto de llegar tarde. Corrimos juntos sin darnos cuenta de que íbamos en la misma dirección. Agradecí a todos los cielos que no llegamos tarde y, para mi sorpresa, estábamos en la misma aula.

Cuando llegó el profesor, me tocó presentarme como el nuevo de la clase. Al haber llegado a mitad del año escolar, se sentía extraño ser el único nuevo entre estudiantes que ya se conocían. Pero al mirar a Uraraka-san, ella me sonrió, y eso me dio un poco de esperanza. Tal vez no estaría tan solo como pensaba; quiero suponer que podríamos ser amigos.

El profesor Aizawa comenzó a explicar que habrá personas a las que necesitaremos cuidar y que debemos buscar el número de uno de nosotros, es decir, de mis compañeros, para hacerlo.

Por ejemplo, yo podría hacerlo, pero solo para cuidados básicos, como asegurarme de que el paciente coma bien, ayudarle a levantarse, recordarle los medicamentos y así. Si el paciente tuviera una enfermedad más complicada, uno de mis compañeros con más experiencia en el tema sería quien lo trataría.

En mi anterior escuela también nos daban permiso para ofrecer este tipo de servicios. Cuidé de una pequeña niña con varicela. Me encanta brindar este tipo de ayuda, ¡estoy muy emocionado!

—Profesor, ¿podría hacer que Midoriya deje de murmurar?

Me quedé paralizado al escuchar mi apellido en esa oración. Levanté la mirada y vi a un chico de cabello azul oscuro y lentes, que parecía muy serio.

—Lo siento, profesor.—Me apresuré a decir.—No volverá a suceder.

Aizawa solo me miró de reojo con su semblante serio, se encogió de hombros y continuó explicando algunos aspectos sobre el tema.

A tu lado || TodoDeku Donde viven las historias. Descúbrelo ahora