Cuatro

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Capitulo 4

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Capitulo 4

— Vas a vivir cosas que jamás imaginaste vivir, van a intentar quebrarte de mil maneras posibles pero se que sos el único capaz de hacer esto bien —.

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Damián había soportado durante las últimas semanas el acoso sin cesar de otro recluso durante el almuerzo, tirándole la comida, poniéndole la traba y un sinfín de cosas más como por ejemplo el ojo morado que llevaba ahora.

Pero todos tenemos un límite, todos llegamos a un punto en el que estallamos y aunque sepamos que no debemos hacerlo aún así explotamos sin tener en cuenta las consecuencias.

Ecko y Mauro habían terminado en aislamiento hace dos días porque unos oficiales de alto rango que no eran corruptos los vieron mal comportarse y los mandaron ahí, así que, estaba complemente solo. Mauro no lo había cobijado oficialmente bajo la mirada de los otros. Si lo hubiera hecho, nadie lo habría atacado.

Este recluso volvió a ponerle la traba, está vez cayó y golpeó su nariz ensuciando por decía vez en dos días su uniforme. Eso fue todo, ya no lo soporto.

—¡La concha de tu madre! — soltó el primer puñetazo dándole de lleno en la mandíbula, la gente solía creer que por su delgadez no tenía fuerza pero en realidad era todo lo contrario. Toda su vida se había entrenado para ser el mejor en todo lo que hacía.

Golpes iban y venían, desatando el caos en todo el comedor. Un guardia lo cazó por el cuello de la chaqueta y lo estampó contra la pared, abriendo sus piernas y poniendo sus brazos por sobre la cabeza, una vez que lograron controlar a todos le dijeron que irá a aislamiento como castigo.

Jodida mierda, lo único que no quería conocer de esa cárcel y en dos días lo arruinó todo.

Lo llevaron a empujones, le habían vuelto a colocar las esposas tanto en las muñecas como en los tobillos.

Lo tiraron por lo que parecía un pozo, cayó con el hombro y sospecho que se lo saco de lugar. El sitio no debía tener más de dos metros cuadros, una persona cabía apenas parada. No había cama. No había espacio para sentar. No había luz. No había nada. Básicamente era un ataúd viviente estando de pie.

— Ahí te vas a quedar hasta cuándo yo crea que ya fue suficiente para aprender la lección.

El hombro le dolía, la nariz le dolía y no lo habían llevado a la enfermería para revisarlo así que todavía sangraba un poco. También se había golpeado un poco la frente con la pared y sentía como se empezaba inflamarse.

Pasaron lo que le parecieron horas hasta que dormito un poco como pudo pero cuando estabas por hacerlo profundamente sintió como la puerta se abría y un chorro de agua fría envolvía todo su cuerpo alrededor de cinco minutos y luego se fueron.

Podía sentir su cuerpo tiritar, como se le congelaba cada músculo del cuerpo, él no se podía ver pero sus labios estaban morados. Estaba entrando en un grado de hipotermia.

Los minutos para Dam parecían ser horas y horas, ya no sabía cuánto tiempo llevaba allí, si aún era de día o de noche. Sentía sus rodillas debilitarse, agotado por estar de pie.

Un rato más tarde volvieron a abrir la puerta pero está vez tiraron agua casi hirviendo, lo que causó un shock térmico en su cuerpo por los cambios bruscos en su cuerpo. LaFuente podía sentir como todo su cuerpo comenzaba a rendirse.

— Ya está, sáquenlo. La próxima nos divertimos más pero no queremos que se muera a la primera ahí adentro. Ya lo tuvimos dos días — escuchó a lo lejos a Palacios hablar, fue como supo que lo tuvieron en ese lugar por cuarenta y ocho horas.

Lo tiraron dentro de su celda y ahí lo dejaron, la ropa mojada se había secado sobre su cuerpo así que seguía helado, temblaba, su cara con sangre, un ojo morado y en un estado semi inconsciente por no comer durante todo ese tiempo.

Al rato Lit y Ecko volvieron, ellos ya eran inmunes a esos cuartos venían de las calles más atroces de Buenos Aires así muy pocos trucos les funcionaban a la policía ellos.

— Ey, ey, ey — Mauro lo cacheteo un poco para ver si reaccionaba — ¿Qué te pasó? ¿Quién te hizo esto?

— Aislamiento, Klaus — dió el nombre del sujeto que lo molestaba ahí dentro. Monzón apretó sus puños y respiro profundo no era la primera vez que ese sujeto metía su nariz dónde no debía. Miro a Ecko.

— Agarra lo que tenés que agarrar y encárgate de ese hijo de re mil puta, nadie pero nadie tiene derecho a tocar lo que es mío.

Fue en busca de una toalla con agua caliente y primero limpio el rostro de Dam, luego lo desvistió y le puso ropa de Matías. Lo acostó en su cama y coloco su hombro en su lugar arrancándole un grito de dolor entre sus sueños.

Cuando comenzó a taparlo con sus cobijas, Dam se aferró a él y se acurrucó sobre su pecho así que no tuvo más remedio que acostarse con él.

Un par de horas más tardes Spallatti volvió a la celda y Mauro aún estaba despierto, al verlo lo invito a dormir con ellos.

Por la mente de Mauro solo pasaba un pensamiento, él no podía enamorarse, no debía hacerlo, tener una debilidad por Ecko lo ponía vulnerable y si dejaba entrar a alguien más lo sería aún más.

Él no podía permitirse eso, no podía perder a nadie más.

Él no podía permitirse eso, no podía perder a nadie más

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PIOTRKÓW || Damlitcko [COMPLETA Y EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora