Pozhelaniya

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Me muevo entre la gente que limpia el lugar en busca de algo que no encuentro y eso me enfurece, me giro halando del brazo a una de los hombres que organizando el lugar y este baja la mirada.

—La daga, ¿la viste? —digo tratando de controlarme, pero el que niegue me hace tensar la mandíbula.

—No señor, no la hemos visto —responde y respiro hondo concentrándome en lo que debo hacer—Si quiere...

Salgo de la mansión yéndome hacia dónde está mi padre mientras Nika habla con Fedor, hago un asentimiento de cabeza a modo de saludo y él me mira fijamente y resoplo sabiendo bien lo que va a decir.

—Es peligrosa —dice y asiento.

—Lo sé.

—Te has prendido de ella —agrega y frunzo el ceño.

— ¿De qué hablas? —pregunto y él se gira para verme, el color gris cubre su cabello mientras los ojos negros me miran inquisitivos.

—La llevaste a aquella cascada, la de los Ivanov —dice y me tenso. Mi tía le ha dicho y eso solo logró dejarme en evidencia.

—Así es —No vale la pena mentirle, nunca lo ha valido.

—Esa cascada... ¿Sabes lo que significa no es así?

—Sí, mi madre me contó la historia —digo mirando a la chica que entrena junto a Edik.

— ¿Por qué la llevaste? —Su tono cambia a uno de reproche y respiro hondo tratando de responderle algo que ni yo mismo sé.

—Porque me provocó —respondo arisco y él me mira acusador.

—Más te vale no equivocarte —advierte y asiento sin dejar de ver a la chica que no lleva más que un short diminuto junto a un sostén deportivo.

—Ella solo me satisface, no hay más y lo tiene claro —digo y este resopla, este molesto pero me importa poco.

—Sabes lo que siempre dice Nika y aun así osas arriesgarte —reprocha y ruedo los ojos.

—Solo son historias absurdas que nada tienen que ver con la realidad —suelto molesto.

—Nada está seguro.

—Y si es cierto lo que dice mi tía, ten por seguro que no será ella —digo y él ríe.

—Ni nosotros, que tenemos el mando —Me mira a los ojos—podemos afirmar tal cosa, hijo. Solo lleva unos meses y ya consiguió lo que algunas han querido siempre, por años —Mira a Ekaterina—y sin esfuerzo.

El que lo diga me enerva y es que no lo puedo negar. Mi tía lo mantiene al tanto de todo y si no es así, él simplemente lo deduce y por eso me incomoda que diga la verdad, aun no entiendo porque la llevé a ese lugar y sobre todo, porque le dije mi nombre.

—No es nadie.

—Y para nuestra desgracia, puede llegar a serlo todo. Más te vale ser consciente de eso, Lorcan —dictamina y respiro hondo aceptando la realidad.

—Tengo que irme —aviso y después de recibir su consentimiento, me encamino de nuevo a la mansión con Fedor tras de mí.

Subo las escaleras y me encamino a mi despacho donde ya todo está organizado y la cobra está en su nueva vitrina, aunque la otra no será encarcelada nunca más.

—Señor —habla Fedor cuando me dejo caer sobre la silla tras el escritorio y paso mis manos por mi cabello.

Realmente no sé si esto sea necesario, pero como mi padre dijo hay que estar prevenido. Miro por el ventanal y espero mientras el hombre frente a mí también lo hace. Las ideas se pasean por mi mente y planes alternativos surgen y lo sopeso con cuidado. Conseguí mi puesto con mi esfuerzo, nada de lo que he conseguido lo he heredado y lo he dejado claro al expandir al clan y por eso no niego que siempre hay posibilidades.

Bárbaro [E #1]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora